Cadetes y soldados, buenos días.
Señores funcionarios de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Muy apreciados y estimados Generales que pasarán a la honrosa situación de retiro.
Distinguidas familias que nos acompañan.
Señores Generales en al activo y en retiro.
Jefes, oficiales y tropa; jóvenes cadetes.
Representantes de los medios de comunicación.
A todos ustedes, buenos días.
A ocho días de concluir mi cargo como Secretario de la Defensa Nacional y Alto Mando del Ejército y Fuerza Aérea, es para mi muy grato estar nuevamente en estas emblemáticas instalaciones de nuestra alma mater, para condecorar a respetables Generales que con fecha primero de diciembre, pasarán a la honrosa situación de retiro después de 50, 49 y 47 años de servicios ininterrumpidos a México y al Instituto Armado.
La carrera de un soldado inicia con una decisión trascendental que se toma en los albores de la juventud: servir a la patria desde las fuerzas armadas.
Decisión que todo militar afronta en su momento y que entraña una serie de sentimientos encontrados, por una parte, la tristeza de alejarse del seno familiar para enfrentar una nueva situación que habrá de marcar su vida, y por otro lado, la esperanza de alcanzar sus anhelos en las filas del Ejército.

Hoy tenemos ante nosotros a cinco mexicanos ejemplares; Generales que precisamente así iniciaron su carrera castrense en nuestro querido Colegio Militar, que hace algunas décadas los vio llegar siendo casi niños y que hoy, después de un largo camino recorrido dejan el servicio de las armas con la frente en alto.
Esta institución educativa, a través de una formación integral, les dio las bases para enfrentar y resolver los retos que implica esta noble profesión.
Aquí se les inculcó que solo a base de disciplina y esfuerzo, de entrega y sacrificio, de honor y lealtad, escalarían las diversas jerarquías, hasta alcanzar el lugar más alto en la trayectoria militar.
En ese trayecto, también tuvieron la enorme responsabilidad de desempeñar múltiples cargos, en los que les correspondió ejercer el mando y liderazgo, poniendo en práctica toda su capacidad física y mental.
Estoy seguro que en el ejercicio de esas funciones, obtuvieron muchas experiencias, moldearon su carácter y fueron objeto de grandes satisfacciones.
Como lo dicta nuestro reglamento general de deberes militares: “el cumplimiento del deber es a menudo áspero y difícil, y no pocas veces exige penosos sacrificios; pero es el único camino asequible para el militar que tiene conciencia de su dignidad y de la importancia de la misión que la patria le ha conferido”.
Estos excelentes militares así lo comprendieron; con entrega y profesionalismo, cumplieron a cabalidad su deber y compromiso institucional.
Por ello, es justo reconocerles con la condecoración de retiro, todo lo que aportaron para el engrandecimiento de nuestra institución y el bienestar de México.

Galardón, que también representa el esfuerzo y dedicación de sus apreciables familias que los han acompañado en esta travesía.
Roble… Eduardo Emilio… Germán… Adolfo… y Juan Manuel:
Estoy seguro que en estos momentos, vienen a sus mentes con nostalgia los recuerdos de su juventud, cuando decidieron por vocación entregarse al servicio de las armas.
Tengan la certeza de que esa decisión correcta, los llevó al lugar donde ahora se encuentran, diciendo con orgullo y satisfacción, como lo refirió Roble en su discurso. Misión cumplida.
Quienes tuvimos la oportunidad de conocerlos y trabajar cerca de ustedes sabemos de su lealtad institucional y de su integridad son inalcanzables.
Ustedes con su carácter y características personales que los distinguen se ganaron la consideración y confianza de sus superiores, el aprecio y amistad de sus compañeros, el respeto y estima de sus subordinados.
Hoy en este Heroico Colegio Militar que los vio nacer como soldados, se van con la convicción de que dieron todo por México y por nuestra institución.
Se van sintiéndose orgullosos de sus logros y de que sus nombres quedarán inscritos en las páginas de la historia del Ejército.
Recuerden siempre a esta gran familia militar que hemos formado a través de los años.
Tengan presente que al final del camino lo que siempre los distinguirá como soldados, es el privilegio de haber portado con honor el uniforme de la patria.
Ahora vivirán una nueva situación al lado de sus apreciables familias que seguramente están deseosas de tenerlos de tiempo completo en sus hogares.
Hago un reconocimiento especial a sus señoras esposas que han vivido con ustedes tristezas y alegrías, que se constituyeron en pilar del hogar ante sus ausencias y que siempre han estado ahí para darles ánimo.
A sus hijos que muchas veces ante las situaciones cambiantes de la carrera militar se mantuvieron fuertes a pesar de la incertidumbre de un nuevo destino y con el optimismo de que en el encontrarían nuevas amistades y la oportunidad de conocer muchos lugares, tanto en México como en el extranjero.
A todos sus seres queridos les hago patente mis felicitaciones y amplio reconocimiento.
Señoras y señores:
En el cierre de este sexenio y siendo este uno de los últimos actos públicos que presido en mi calidad de Secretario y Alto Mando, doy las infinitas gracias:
Al señor Presidente de la República por esta honrosa encomienda que me confirió y por la confianza que depositó en mi para ser parte de su equipo de trabajo, pero sobre todo por el invaluable apoyo que brindo a nuestras Instituciones Armadas que hoy se encuentran más fortalecidas.
A ti Roble Arturo que me has acompañado muy de cerca y con lealtad, por más de seis años, eres un excelente militar y una gran persona, te agradezco la franca amistad que siempre me has dispensado.

A ti Eduardo Emilio, por la amplia disposición y compromiso institucional demostrados durante tu trayectoria, gracias por tu entrega profesional y amistad con la que me distingues.
A ustedes German Javier, Adolfo y juan Manuel que desde sus ámbitos de acción me ayudaron de manera significativa para poder salir adelante en elevada responsabilidad que también la hicieron suya y contribuyeron en gran medida al avance y modernización que han tenido el ejército y fuerza aérea en estos últimos años.
A los cinco les reconozco su lealtad, disposición y compromiso puestos de manifiesto a lo largo de su carrera y en los cargos en los que han desempeñado un papel fundamental para la consolidación de muchos de los proyectos que nos propusimos al inicio de esta administración.
A ustedes y a los más de 200 mil soldados entre Generales, Jefes, Oficiales, Cadetes y Tropa, desplegados en todo el territorio nacional, a todos les digo gracias, muchas gracias.
Compañeros de armas:
Los tiempos que vive nuestro país exige de todo militar, pero sobre todo de los más antiguos, como hermanos mayores, ser ejemplo de institucionalidad y espíritu de cuerpo para las nuevas generaciones que en un futuro serán los responsables de liderar a nuestra institución.
Nos corresponde seguir poniendo en alto, el honor y prestigio de nuestras Fuerzas Armadas, pilares donde se sustentan las demás instituciones de la República, nos corresponde seguir preservando la confianza que nos otorga la ciudadanía, como activo imprescindible para nuestra organización y funcionamiento.

A ustedes generales galardonados los invito a que desde su trinchera, continúen apoyando al instituto armado con el cariño que le tienen y sigan manteniendo la misma pasión de servir con honor a México.
Aquí, en nuestro Heroico Colegio Militar, los despedimos con afecto y con la seguridad de que nos encontraremos en el camino de la vida, finalmente, recuerden que aun cuando dejemos la tropa seguiremos siendo soldados, seguiremos siendo hermanos.
Muchas gracias.