Discurso No. 036

Palabras del secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Jorge Carlos Ramírez Marín, posterior a la firma de convenio general de colaboración con la Federación del Colegio de Ingenieros Civiles de la República Mexicana a c. (FECIC).

Mérida, Yucatán, 14 de mayo de 2014.

Muchas gracias, estimados amigos. Antes que nada, como yucateco quisiera darles una muy cordial bienvenida a esta maravillosa tierra, el lugar mejor que ustedes pudieran encontrar en cualquier parte del Mundo, sin lugar a dudas. Van a pasar unos días maravillosos aquí en Mérida, muy merecidos para los señores ingenieros y para quienes asumen la delicada responsabilidad de ser directores responsables de obra.

Saludo con el cariño y afecto de siempre al ingeniero Daniel Quintal, quien hoy nos acompaña en representación del gobernador, nuestro muy estimado amigo don Rolando Zapata Bello;

Saludo con mucho orgullo -y sobre todo con una gran amistad- a este hombre que conozco efectivamente desde hace mucho tiempo y siempre lo he encontrado haciendo la labor de servicio por los estudiantes, por su gremio; y ahora le corresponde la responsabilidad de representar en su país, pero a todos los ingenieros civiles del Mundo, al ingeniero Alfonso Alberto González Hernández, a quien le doy mi más cumplida felicitación.

A los señores representantes de los Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana, al ingeniero Francisco López Rivas, al ingeniero Isidro del Carmen Calderón Acosta, al ingeniero (INAUDIBLE) Hernández, por supuesto al ingeniero Damián Romero Gómez, a Don Rubén Espinoza, secretario general de la FECIC, a los señores representantes de nuestras Fuerzas Armadas que tuvieron además el tino de enviar a sendos ingenieros a representar a nuestros muy distinguidos cuerpos de Marina y de Ejército en esta ceremonia;

Al señor representante del presidente municipal de Mérida, ingeniero Carlos Arcudia Aguilar, y al presidente de la Confederación de Profesionistas de la Península, ingeniero Jimmy Martínez Rodríguez; a todos ustedes integrantes del presídium muchísimas gracias por hacer todavía más solemne y digna esta ceremonia.

Tenía razón el ingeniero Alfonso González, desde hace mucho tiempo soy cercano a los ingenieros civiles, esta larga tradición empezó cuando yo estudiaba en la Prepa 1 y ellos estaban al lado, en la Facultad de Ingeniería Civil, con la ventaja –ellos- de que como siempre fueron ricos, ellos si tenían mimeógrafo y en la Prepa no teníamos, entonces siempre teníamos que ir a imprimir nuestros periódicos al mimeógrafo de la Facultad de Ingeniería, dirigida en aquel entonces por un extraordinario ingeniero amigo, a quien hoy recuerdo con mucho cariño y estoy seguro que todos ustedes también, Ing. Álvaro Mimenza Cuevas, un extraordinario ingeniero y un gran director de la Facultad y posteriormente Rector de nuestra máxima casa de estudios.

Así es a tal grado esa cercanía, que cuando fue novio de mi mujer -ella fue mi novia antes de ser mi mujer, para que ustedes lo sepan- cuando fui novio de mi mujer me decía “Esos tus amigos son todos unos betabeles”; en realidad eran todos unos ingenieros, pero casi todos eran bastante mayores (o se veían como siempre pasa a los ingenieros que envejecen rápido, más grandes que yo).

Pero esta es una profesión que la vida me da posteriormente la oportunidad de tener este contacto cotidiano con los ingenieros de nuestro país, este natural afecto se ha vuelto una corresponsabilidad.

La SEDATU tiene convenios con la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, con algunos colegios en lo particular a través de nuestras delegaciones, con la Cámara Nacional de Desarrolladores de Vivienda, con la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, todas ellas áreas ligadas a la ingeniería; ¿Y por qué? Porque si hay algo admirable del trabajo de los ingenieros es su apego a la precisión.

Disciplina presente a todo lo largo de nuestra historia y nuestra vida, tan antigua como la civilización humana, porque desde siempre alguien tuvo la necesidad de medir, de construir, sembrar, regar, edificar templos a sus dioses, donde quiera que encontremos un rastro de la cultura humana hay una señal de la ingeniería. Toda la historia del Mundo -y particularmente la de nuestro país- está acompañada de las tareas relacionadas con la ingeniería.

Hay particularmente un lugar donde necesitamos más que nunca este enfoque de precisión y se trata de la construcción de nuestras ciudades -el invento más importante y más complejo de la Historia del hombre- y éstas, en las últimas décadas sobre todo, han experimentado un crecimiento extensivo pero sin desarrollo; han experimentado un crecimiento explosivo pero sin lugar a dudas sin orden, con la construcción de viviendas cada vez más alejadas de las escuelas, de los empleos; las personas tienen que pasar mucho más tiempo en trayectos y eso rompe armonías sociales y esta ruptura afecta cada vez más y cada vez más cotidianamente, los aspectos de la vida de todos.

Por ejemplo, el aumento de las distancias recorridas como consecuencia de la expansión de las ciudades ha obligado a que la velocidad de los centros urbanos aumente, tenemos que recorrer más distancia en el mismo tiempo por lo que la única forma de lograrlo es ir más rápido. Velocidad es igual a distancia sobre tiempo, una caminata para salir a pensar, aún es un lujo que pocos se pueden dar en lugares como la Ciudad de México.

Con ello, amigos, corremos el riesgo de que disminuyan los artistas, los científicos, los deportistas, pero lo que es peor, sin ciudades donde efectivamente pueda haber una relación sana entre distancia y actividad principal corremos el riesgo de la ruptura del tejido social, familias cada vez menos unidas, gente cada vez menos cercana entre sí, vida colectiva cada vez más distorsionada.

Esto tiene muchísimas implicaciones; si nos referimos al solo hecho de caminar por ejemplo, una persona antes caminaba, vivía y trabajaba en su barrio o cerca y caminaba unos ocho kilómetros. Y si pensamos en la reducción de calorías, -como es una moda hoy- las personas antes quemaban en promedio trasladándose a sus centros de trabajo alrededor de entre 300 y 500 calorías rutinariamente.
Hoy estas distancias hacen imposible este esfuerzo de caminar, el traslado es obligatoriamente en un medio de transporte, el sedentarismo es cada vez una señal de esta sociedad que hemos ido incubando por el mal diseño de nuestras ciudades.

Lo mismo pasa con el tamaño de las banquetas, el espacio que se ocupa al caminar da una sensación de individualidad; parece mentira, pero esa sensación de individualidad es justamente la que hace funcionar esquemas aparentemente normales como la democracia, pero sin esa sensación este sentimiento de pertenecer a una colectividad, pero tener, exigir y probar derechos individuales se pierde. Hemos reducido nuestras aceras y con ello nuestra diversidad, en resumen, estamos construyendo señores ingenieros, ciudades para los automóviles, estamos dando paso a cada vez más grandes distancias y a cada vez más gente con más prisa.

Un galimatías que intentamos corregir y que precisamente hemos puesto énfasis en él, en las tareas de la SEDATU donde hoy procuramos a través del diseño de reglas para el crecimiento urbano, reglas para el desarrollo de vivienda, mayor oferta del suelo para la creación de centros de empleos cercanos a las zonas de vivienda, es así como tratamos de resolver este galimatías.

Y aquí es donde exactamente nos imaginamos a los ingenieros, aportando soluciones, creando nuevas herramientas para rediseñar nuestras ciudades y que sean aptas para recibir a los millones de personas que durante los próximos años, durante las próximas décadas llegarán a nuestras ciudades.

Tenemos que mejorar las condiciones para que las zonas metropolitanas sean el nuevo hábitat de las siguientes generaciones, uno que permitan que fluyan, más rápidamente que los automóviles, las ideas, los sentimientos, la vida en colectivo, la tecnología, la riqueza y no simplemente la prisa de las personas.

El hombre territorial no puede prescindir de un estrecho diálogo con la ingeniería civil. Hoy lo estamos viendo, por ejemplo, en la reconstrucción en el estado de Guerrero: más de 57 empresas en este momento, -al final serán más de 70 empresas- prueban a reconstruir 11 mil 900 viviendas, lo que significaría construir algunas ciudades de nuestro país, lo que significa en los hechos hacer el mismo número de casas que hizo la principal constructora de vivienda del país en el año 2013, sólo que estas se harán en el mismo estado de la República.
Más de 70 empresas y prácticamente cada una de ellas con un sistema constructivo, con una propuesta de construcción que resuelve problemas de la comunidad como son el calor, el ruido, la ubicación, la sismicidad, ser anticiclónicas; respondiendo a diferentes necesidades la ingeniería mexicana, a través de distintas respuestas, nos ofrece una respuesta muy clara de cómo no ha permanecido indiferente a las necesidades de nuestro nuevo medio ambiente y de nuestro nuevo medio social.

En este intenso diálogo buscamos escuchar a la ingeniería y estar muy cerca de ellos. El orden es para el desarrollo y esto significa construcción. Celebramos por eso, estimados amigos, este convenio que hemos firmado el día de hoy, que nos dará la ventaja de sumar esfuerzos, generar información, proporcionarnos experiencias recíprocas a través de estudios, proyectos, todos tendientes a mejorar disposiciones legales, técnicas relacionadas con la ingeniería civil e inclusive asuntos administrativos como por ejemplo los contratos o, como es motivo de esta reunión, la supervisión de obra para hacerse responsable de esas propuestas constructivas con las que estamos llevando a cabo un proceso tan grande como es la edificación de viviendas.

Por eso, aquí estamos realizando uno de los objetivos principales de la SEDATU, señalado en el Programa Nacional de Desarrollo Urbano, promover una sustentabilidad económica del desarrollo de ciudades, de barrios. Así como, tal como nos proponemos, establecer una línea de acción en la que fomentaremos la provisión de equipamiento, infraestructura que responda la vocación económica de las ciudades. En ese nivel necesitamos darnos la mano con la ingeniería civil.

La aportación de los ingenieros es indispensable, y hoy recuerdo particularmente, en este espacio tan de ingenieros, tan relacionado con la obra civil, tan relacionado con la construcción de México, del México moderno, a uno de los mexicanos más ilustres en esta materia, cuya ausencia lamentamos profundamente y a cuyo legado rendiremos homenaje. Pido de ustedes un reconocimiento a Lorenzo Zambrano, un hombre del México moderno que sin duda nos deja una extraordinaria herencia.

Por eso estimados amigos, la ingeniería mexicana ha sido siempre una aliada del Estado mexicano, la ingeniería mexicana ha dado respuesta a cada una de las necesidades de nuestro tiempo. Nos corresponde ahora que con su trabajo nos ayude a repartir mejor el desarrollo, la justicia, el sentido de pertenencia, de identidad, la creación de barrios, de ciudades, de zonas metropolitanas donde efectivamente los hombres puedan realizarse.

Por eso, esperamos que este convenio con el cual sumamos a los ingenieros civiles de todo nuestro país, sirva para que logremos en conjunto el progreso del país, y para que, en conjunto también, el progreso de los ingenieros civiles sea efectivamente el progreso de México en cada uno de sus rincones, al alcance de todos y para todos.

Ese es el propósito de esta Federación, de este Colegio de colegios y por eso, más que dignamente ahora será uno de sus representantes quien represente a los ingenieros de todo el planeta.

A través de esta alianza con los ingenieros queremos garantizar que las obras de infraestructura con las que construyamos el futuro sean de la mejor calidad, y que también sean las que posibiliten un mejor México para todos.

Muchas gracias