Discurso No. 048

Palabras del titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (SEDATU), Jorge Carlos Ramírez Marín, en la clausura del Encuentro Nacional de Desarrollo Agrario de las organizaciones integrantes del Congreso Agrario Permanente (CAP).

México, D.F, 10 de junio del 2014.

Déjenme saludar puntualmente a todas las organizaciones que participaron en este evento. En este espacio que la ley, prevé dentro de la Procuraduría Agraria, que es el Copecose.

Una instancia que ha demostrado, y ustedes lo están demostrando, que aún dentro del gobierno se puede construir una alternativa y una vía de concertación, de diálogo, y por supuesto de expresión.

Por eso le agradezco mucho a Raúl Pérez, de la Alianza Campesina del Noroeste; a Humberto Serrano, de la Confederación Agrarista Mexicana; a Max Agustín Correa Hernández, de la Central Campesina Cardenista; a Marco Antonio Ortiz, de CODUC; a Lupita Martínez, de CONSUC; a Jacinto López, de UGOCM; a Luis Gómez Garay, que acabamos de escuchar.

A Francisco Rojas Pérez, de la CCI; a José Socorro Jacobo, de FEMAT; a Rocío Miranda, de la Unión de Fuerza Indígena y Campesina; a Juan Rojas Pérez, del Frente Revolucionario de Obreros y Campesinos y Trabajadores de México; a Eleazar Zapata, del Consorcio Ciudadano para la Democracia; a Carlos Martínez Andrade, de la ONCP; a Félix Castellanos, de Rasa, a José Alfredo de Alva Alvarado, y de manera particular, saludo a don José Durán Vera, presidente del CAP, una instancia del movimiento campesino para agruparse.

Estimados amigos, el domingo recibí a un joven funcionario, llegaba de una asamblea ejidal, muy triste, me dijo. “hombre pues era un asunto muy sencillo, un pequeño propietario quiere comprarle al ejido 4 hectáreas y el ejido hace mucho tiempo que no tiene movimiento en esas hectáreas y decidió venderlas”.

Se hizo la asamblea. ¿Qué te llamó la atención? ¿Por qué te veo tan preocupado? Me dice: “porque no dejaron votar a unas señoras, tenían razón, ellas no son titulares, sus maridos son titulares: lo que no me gustó fue lo que le dijeron los otros ejidatarios, sus maridos se fueron a Estados Unidos, ustedes ya perdieron todo”.

Si alguien me dice, estimados amigos, que eso no debe cambiar, les diría que están rotundamente equivocados; eso tiene que cambiar.

Otro ejemplo: me fueron a ver hace poco a la SEDATU unos compañeros del ejido de Mazapil, ahí se asentó una mina, les pidieron que dejaran sus casas y que les iban a construir otras casas, y efectivamente se las construyeron.

Finalmente, el grupo ejidal, los que mandaban en el grupo ejidal, pudieron hacerse, gracias a, que pues sino se juntan en la primera la segunda es como sea. En la segunda asamblea pudieron vulnerar la responsabilidad de todos hacer y acordar que se trasladara a final de cuentas, no son dueños, estaban asentados en tierra de uso común.

Entonces como nadie tenía parcela y nadie podía acreditar la propiedad, resultó muy fácil que el ejido tomara la decisión de que sí, la minera pudiera trabajar en esas tierras. Se fueron.

Al cabo de un tiempo empezaron los problemas también en el lugar donde ellos se habían asentado, no podían hacer nada, la autoridad ejidal es la que toma las decisiones por todos ellos, y dijeron: “ahora si estas son nuestras casas”; pero se llevaron una sorpresa, las casas solamente estaban entregadas en comodato al ejido, también se quedaron sin casa.

Ahora que estamos haciendo la reconstrucción en Guerrero, que vamos a reubicar a 5 mil 600 familias, es el más grande movimiento de personas que se haya hecho en el país. Las tenemos que reubicar de zonas de peligro, zonas irregulares o ilegales a un lugar donde si puedan vivir, y donde sea seguro, y donde decíamos nosotros, sea suyo.

Pero hay una situación particular, eso quiere decir que necesitamos 5 mil 600 terrenos donde ubicarlos, que o compramos nosotros o dona alguien, pero en todo caso tiene que hacerse el trámite legal para que sea de ellos.

Empiezan a surgir los detalles, por ejemplo en una comunidad nos dice les: “donamos este terreno”; muy bien, muchas gracias, son 10 hectáreas, aquí vamos a asentar a nuestras reubicaciones, pero nos dice, nosotros decimos dónde va cada quien y por qué, pues porque así es aquí.

“Fulano de tal no, ella no, van a reubicarla que la reubiquen en otro pueblo, fulano de tal no él no y fulano de tal tráiganlo”. “Oye pero no es de aquí, pero acabamos de decidir que se instale aquí”.

Si alguien me dice que estas cosas no deben cambiar, le digo: “necesitamos vivir en otro planeta, porque hay cosas que claro tenemos que cambiar”.

Hay extremos desde los dos puntos, por ejemplo, hay un caso de una mina, mal hecho el convenio, que de repente una persona que ni siquiera vive en México, que ni siquiera es 100 por ciento mexicano se hace del ejido, y después se hace presidente ejidal y con recursos propios, porque litigar un asunto de cuesta muchos años y mucho dinero, litiga contra la mina y le gana.

Y como la mina está todavía en el “estira y encoge”, encuentra la manera de que no solo se afecte esa mina, sino se afecten todas las minas alrededor de la misma empresa y la minera decide recoger sus cosas y cierra 5 mil fuentes de empleo.

Sí alguien me dice: “que eso no debe cambiar o no se debe arreglar”, le vuelvo a decir: “que necesitamos irnos a otro planeta”.

Lo que necesitamos, amigos, si es una postura, pero una postura que pueda armonizar; resulta increíble en estos días que no pudiéramos ser capaces que no pudiéramos armonizar el bienestar económico con el bienestar social; el respeto a la propiedad social con la utilidad de esa propiedad social en beneficio para todos; que no podamos armonizar la vida rural con la vida urbana; que no podamos hacer que los beneficios que tiene el 78 por ciento del país, que hoy se va a vivir a las ciudades, llegar y quedarse en las zonas rurales donde la gente, decidió permanecer.

No puede ser que vivir en el campo sea la última opción, sino debe ser una opción respaldada, no solamente por la propiedad social sino fundamentalmente por el bienestar que esa propiedad puede generar.

No se trata de heredarle a nuestros hijos papeles, se trata de heredarles bienestar, no se trata solamente, es un ingrediente importantísimo, pero no se trata solamente de sentirnos orgullosos de lo que somos sino también sentirnos orgullosos de lo que le dejamos a los que siguen detrás de nosotros.

Bienestar al que no podemos renunciar, más cuando la tierra es nuestra; más cuando el producto de nuestro trabajo la puede hacer producir y puede generar riqueza para nosotros, eso es armonizar.

El Presidente de la República ha puesto en esta reforma, y así se cumplirá, una promesa indeclinable; la promesa surgida de escuchar a los compañeros del campo, y la promesa es el respeto a la propiedad social.

Si ustedes mis amigos me dicen que las cosas deben seguir igual, les digo: “que es momento de empezar a crear las condiciones que nos permitan, no solo saber que tenemos la tierra, sino saber que, efectivamente, puede producirnos a nosotros y a nuestros hijos”.

No solamente saber que existe una máxima autoridad, que es la asamblea en el ejido, sino tener las garantías de que esa autoridad comienza por respetar efectivamente el derecho de quienes se fueron abandonando a sus familias, pero se quedaron las mujeres para representar esas familias, y no es justo que les quiten lo único que tienen o que las dejen sin derechos, porque hay una máxima autoridad.

Por eso tenemos que cambiar las condiciones para que más mujeres se incorporen a las dirigencias ejidales.

Hoy en todas partes, a los partidos, a las organizaciones, a todas partes, hablamos de equidad de género, pero esa equidad tiene que llegar a los ejidos.

El respeto, aún a aquellas mujeres a las que el marido dejó, primero encomendándoles la familia, y luego despidiéndose de ellas, porque ya tiene otra vida y otro lugar en Estados Unidos con otra familia, no las podemos seguir despojando con el pretexto de que la máxima autoridad es la asamblea.

Alguna forma de protección tiene que crearse a las mujeres; alguna forma de protección tiene que crearse efectivamente a quienes hoy tienen tierras que son sujeto de explotación; pero alguna forma de protección tiene que haber a quienes de verdad quieren invertir y trabajar con asociados a los ejidos; asociados a los trabajadores del campo y compartir la riqueza que por un lado, puede producir el capital pero por el otro lado el exceso nos puede terminar dejando sin recursos.

De eso se trata, y ustedes aquí, hoy han dado como siempre, y lo digo con toda responsabilidad, como siempre, una extraordinaria lección.

En el Gobierno Federal creemos en las organizaciones campesinas, en su capacidad, en su experiencia, todos los días tratamos con ellas, no va a ser la excepción.

He escuchado al Presidente de la República, recientemente al secretario de Gobernación, de como éste es un foro abierto, y todavía hay muchas más opiniones que verter, que aportar; ahí están los foros institucionales,
Me complace mucho esta postura responsable de ustedes de respaldar estos foros con su presencia y sus aportaciones, porque esta es una tarea que tenemos que acometer todos y en la que tenemos que ponernos de acuerdo y armonizarnos todos.

El gobierno, el movimiento campesino, los grupos ejidales, los empresarios, los visionarios que están encontrando nuevas alternativas para hacer ciudades en el campo; todo esto es un futuro que no podemos dejar que nos arrebaten, solamente porque adoptamos una postura ciega.

Me complace y me enorgullece haber finalmente escuchado estas conclusiones de ustedes, pero sobre todo, a dar testimonio de su participación como siempre sincera y responsable

Muchas gracias al movimiento campesino por sus aportaciones. Y muchas gracias por seguir creyendo en el futuro de este país, que sin lugar a dudas está en el campo.

Siendo hoy, 10 de junio, a las 3:53 de la tarde, me complace declarar formalmente clausurado este congreso, de donde estoy seguro, saldrán importantísimas aportaciones para el futuro de nuestra patria.