Discurso No. 062

Palabras del secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Jorge Carlos Ramírez Marín, en el congreso de la CNC, realizado en Ciudad Victoria, Tamaulipas

Ciudad Victoria, Tamaulipas., 26 de agosto de 2013.

Gracias, muchas gracias amigos. Esto son los congresos de la CNC, este colorido de la República, pero sobre todo ese entusiasmo, esa sinceridad y esa franqueza de los hombres del campo de México.

Reciban el saludo cordial, afectuoso y firme de su Presidente Enrique Peña Nieto, un Presidente para el campo de México.

Y por supuesto, saludo la anfitrionía del señor gobernador constitucional del estado de Tamaulipas, don Egidio Torre Cantú, muchas gracias señor gobernador por su compromiso con el Gobierno de la República, y particularmente con el campo mexicano.

Muchas gracias a don Miguel Ángel González Salud, cuya ciudad llena hoy los cenecistas del país.

A Juan Báez quien nos diera tan emotivo mensaje de bienvenida.

A los señores representantes del Poder Legislativo del estado de Tamaulipas.

A nuestros amigos directivos del Partido Revolucionario Institucional presentes en este evento.

También saludo efusivamente a directivos de organizaciones hermanas de la CNC, hermanas en la lucha y hermanas en la causa, particularmente a Max Correa, dirigente del Consejo Agrario, muchas gracias al dirigente Max Correa de la Central Cardenista.

Muchas gracias a los señores representantes del Comité Ejecutivo de la CNC. Saludo en primer término a su Secretaria General, a todos los integrantes del Consejo.

Saludo a los dirigentes históricos de la CNC, a quienes han tenido la responsabilidad de dirigirlo, a quienes hoy son senadores y diputados de la CNC.

Saludo la presencia siempre solidaria de dos gobernadores cenecistas, de dos gobernadores comprometidos no sólo con esta organización, sino particularmente con las causas que la fortalecen y que defienden, saludo a César Duarte Jáquez, gobernador de Chihuahua; y saludo a don Jorge Herrera Caldera, gobernador de Durango.

Pero sobre todo amigos, saludo a quien hoy es dirigente de la CNC, a quien acaba, frente a ustedes y frente a la República, de explicar exactamente cuál es la situación del campo, y quien hoy ha refrendado este compromiso de la Confederación Nacional Campesina con la modernización del campo y con la justicia para los hombres del campo; muchas gracias senador Gerardo Sánchez García por su invitación, y muchas gracias a nombre del Gobierno de la República por su compromiso.

Amigos, estar en Tamaulipas para participar en este Congreso tiene el gran significado de remitirnos a una de las cunas más importantes del agrarismo mexicano; que tuvo uno de sus grandes episodios con la formación de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos de Tamaulipas, justamente en las primeras décadas del siglo XX, en etapas en que la justicia en el campo todavía no existía, requería ser reclamada incluso con la propia vida; en instancias y en momentos en que el ideal de producción y el ideal de una democracia eran todavía intentos, había que sellarlos incluso con la propia vida. Ahí estuvieron los tamaulipecos, ahí estuvieron puntuales a la cita y mucho de lo que es hoy la justicia agraria, la justicia del campo y ese afán de productividad se debe a la lucha que en esas épocas empezó el agrarismo tamaulipeco; nuestro reconocimiento a ellos y nuestro deseo de que este congreso sea solamente el sello de las épocas por vivir, muchas gracias al agrarismo tamaulipeco.

Tamaulipas algodonero, Tamaulipas cañero, Tamaulipas ganadero, el campesinado tamaulipeco ha desempeñado siempre un papel destacado en el sindicalismo local y nacional. El movimiento agrario tamaulipeco fue, lo he dicho, pieza importante para la unificación para los trabajadores rurales y para la demanda de expropiaciones que culminó con el reparto de la tierra.

Hoy, ellos y los campesinos de Michoacán, de Yucatán, de Jalisco, de Puebla, de todos los confines del país, se integran para formar esta extraordinaria organización. Más de cuatro millones de afiliados tiene la CNC en sus registros; es, no hay duda, una organización vigente, actuante, fuerte y representativa. Detrás de sus siglas está un tejido económico y social que reúne a todas las actividades productivas de nuestro país, de sus relaciones, de las formas de producción; de la trama política que representan los intereses de la CNC depende en buena medida, estimados amigos, el futuro del desarrollo regional de nuestro país. Esta suma de experiencias no escritas, que además suma tradiciones, identidades, historia, es la oportunidad de miles de comunidades y pueblos, de millones de personas que todavía habitan el campo con la esperanza de verlo un día transformado.

Ese es el deber de la CNC y esa también es su necesidad. Organizaciones como la CNC son indispensables para lograr la transformación del campo den México. ¿Qué ha sido, amigos, la CNC sino una suma de historias regionales sobre una enorme heterogeneidad regional? De sus luchas, de su diversidad, de sus complejidades y contradicciones debe surgir el campo del mañana, esa es responsabilidad de la CNC.

Y en esa responsabilidad, para ella como para todas las organizaciones que efectivamente se preocupan por la transformación de la vida de los hombres del campo de nuestro país, está el compromiso del Gobierno Federal. La CNC puede potenciar el mundo rural mexicano; por eso, ante esta riqueza constitutiva, el Gobierno Federal se ha propuesto apuntalar para que crezca y florezca el agrarismo mexicano, que tenga como compromiso fundamental no simplemente la lucha, sino finalmente el éxito de esa lucha, el éxito que resulte en el campo que el Presidente Enrique Peña Nieto se ha propuesto, un campo productivo, rentable, sustentable.

Productivo porque contamos con los elementos para que la tierra efectivamente rinda frutos, para que no sea solamente el paisaje árido o enmontado de hectáreas y hectáreas, donde los hombres del campo sólo esperan una oportunidad. Un campo productivo donde puedan contarse efectivamente por kilos, por toneladas el rendimiento de las hectáreas.

Un campo rentable, donde efectivamente los hombres del campo sepan que heredan a las siguientes generaciones no solamente un título de propiedad y no solamente una esperanza, sino que heredan un medio de supervivencia, un medio de subsistencia y un medio de progreso.

Un campo sustentable donde sembremos, cosechemos, volvamos a sembrar y no estemos acabando con la naturaleza; donde comprendamos cuál es el compromiso para sacar de la tierra sus productos, y para devolverle a la tierra su fortaleza, su vigor.

Ese es el campo que estoy seguro ustedes quieren ver y ese es el campo por el que trabaja el gobierno de México, pero no es el campo de hoy. En el campo de hoy, estimados amigos, de 196 millones, 437 mil 500 hectáreas -según el INEGI- sólo 21 millones están sembradas. Una superficie extraordinariamente pequeña, sobre todo si la comparan ustedes con la concentración de riqueza de nuestro país, que no se da ni siquiera en esas 21 millones de hectáreas. Tampoco se da en las 100 millones de hectáreas que son todavía propiedad social de ejidos, comunidades, colonias agrícolas; la riqueza se concentra en apenas 2 millones 160 mil hectáreas que conforman las zonas urbanas de nuestro país.

La riqueza migró con los hombres del campo que llenan hoy y que forman más del 85 por ciento de la población del país asentada sobre estas 2 millones de hectáreas; ahí está la riqueza y ahí también está la pobreza, la de los hombres del campo que llegaron con esperanza, que abandonaron sus tierras buscando una vida mejor y todavía no la tienen. Amigos, es hora de voltear hacia esas hectáreas que no cultivamos, es hora de voltear a la riqueza que pueden tener los hombres del campo que se quedaron en ellas, los hombres del campo que ven a sus hijos tener menos servicios de salud sólo porque viven en el campo, tener menos educación sólo porque viven en el campo.

Y ante este panorama hoy hemos escuchado aquí el compromiso de esta organización para formar un ejército, un ejército que marche contra los únicos enemigos declarados del Gobierno Federal, el hambre, la pobreza y la injusticia. Contra esos, bienvenido el ejército de la CNC y vamos a transformar el campo no tengo ninguna duda.

La CNC, estimados amigos, es un lugar donde coinciden los aires de toda la República, los intereses de todos los hombres del campo; aquí se vinculan hombres, mujeres en la vanguardia agrarias, ancianos que participaron en aquellas luchas y que todavía siguen firmes luchando hombro con hombro con los jóvenes, con las mujeres. En la CNC se entiende, se respira este afán por hacer del campo un campo con orden territorial, un campo con certeza jurídica, un campo con instrumentos de innovación tecnológica, un campo con igualdad en servicios de salud, de educación.

Es una gran oportunidad y debemos estar muy contestos de participar en este mismo momento histórico organizaciones como la CNC, decididas a cumplir su lucha, y un Gobierno Federal decidido a no dejar a un lado la lucha solamente por cuestiones electorales; un Gobierno Federal decidido a cumplir sus compromisos independientemente de la conveniencia del momento; un Gobierno Federal que aspira a la transformación de nuestro país, no a la administración de los tiempos políticos con conveniencias electorales.

Esa es la razón por la que el Gobierno de Enrique Peña Nieto tiene, no escondidas en un gabinete, no guardadas en el despacho de algunos funcionarios; tiene en el Congreso de la Unión, donde debe estar el centro de la discusión democrática, las iniciativas que han propuesto para transformar nuestro país. Es un Gobierno que con valor, no ha sido mezquino con sus intenciones, las ha puesto frente a los mexicanos y le pone a los mexicanos la propuesta para que los mexicanos decidan.

¿Qué queremos? Una Reforma Financiera donde por fin tengamos una banca de desarrollo que de créditos más baratos que la banca comercial, no podemos admitir una banca de desarrollo que cobre más altos intereses que la banca comercial.

¿Qué queremos? Una Reforma Financiera donde quede claro el proceso con el cual se otorgan garantías y se exige el pago. Pero un proceso entre iguales, sin ninguna clase de beneficio de ninguna clase de naturaleza, ni ninguna clase de discriminación, queremos un trato de iguales. Por eso también es la oportunidad de esta Reforma para que el campo mexicano cuente, por fin, con financiamiento y crédito oportuno, pagable y sobre todo en condiciones de igualdad frente a los demás sectores de la economía del país. Una banca de desarrollo que efectivamente le brinde oportunamente a los productores una oportunidad de crear riqueza, esa es exactamente el propósito de la Reforma Financiera, especialmente en el tema del campo.

Amigos, cuando hablamos de la Reforma Energética, hablamos de ella desde hace mucho tiempo, en ya muchos congresos, pero no había una iniciativa sobre al cual discutir. El Presidente de la República no ha dudado en tomar la decisión en que para que exista una discusión seria sobre la Reforma Energética, primero tenía que existir una iniciativa para discutirla, eso es lo que está hoy en el Congreso mexicano. También con una propuesta seria de beneficio concreto para el campo específicamente, pro para todo el país.

No se ha dicho antes, como se dice ahora, no se ha dicho en ninguna discusión de la Reforma energética como se plantea ahora, reformar el régimen energético de nuestro país significa para el campo dos asuntos fundamentales. El primero, que bajen las tarifas de energía eléctrica, hoy impagables para los campesinos mexicanos; y que baje el precio de los fertilizantes que hoy llegan, si se juntan las voluntades de gobiernos municipales, estatales para reducir su costo, cuando esta es la oportunidad para que vuelva a ser una parte fundamental de la estructura de la producción.

Por eso, estimados amigos, el Presidente de la República abiertamente ha puesto sobre la mesa estas iniciativas, abiertamente y no por sorpresa, sino cumpliendo específicamente tanto con los postulados de su campaña, como sobre todo, los compromisos del Pacto por México.

Creo que ante esta actitud sincera y franca del Gobierno de la República, estamos ante la oportunidad de hacer efectivamente ese ejército que necesitamos para cambiar y transformar nuestro país; un ejército que venza al hambre, que venza la injusticia, que le ponga fin a los interminables conflictos agrarios; un ejército donde nos demos al mano, sin rubor y frente a México, las organizaciones campesinas y el Gobierno de la República; un ejército, ustedes que tenga como meta ver finalmente a tantos y tantos niños del campo, mujeres del campo, hombres del campo, convertidos en lo que es su destino, los dueños del México y los dueños prósperos del México que les pertenece.

Muchas gracias, reciban el saludo del Presidente de la República, que el Congreso sea un éxito.