Discurso No. 075

Palabras del titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), Jorge Carlos Ramírez Marín, durante la ceremonia conmemorativa del CCXLVIII natalicio de José María Morelos y Pavón, en Morelia, Michoacán.

Morelia, Michoacán, 30 de septiembre de 2013.

Señor gobernador del estado de Michoacán, licenciado Jesús Reyna García.

Señor presidente municipal de Morelia, profesor Wilfrido Lázaro Medina.

Señores representantes de los poderes Legislativo y Judicial, Fidel Calderón Torreblanca, presidente de la Mesa Directiva del Congreso del Estado; y Magistrado Juan Antonio Magaña de la Torre, presidente del Supremo Tribunal de Justicia y del Consejo del Poder Judicial.

Estimadas autoridades civiles, secretario de gobierno Jaime Mares Camarena.

Señor subsecretario de Educación Básica de Educación del estado Cuitláhuac Contreras.

Distinguidas autoridades militares, General de Brigada, Uribe Toledo Sibaja, Comandante de la Vigésima Primera Zona Militar.

Estimados amigos, coordinador estatal de la Policía Federal en Michoacán, Teófilo Gutiérrez Zúñiga y secretario general de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, doctor Heriberto Bedoya Becerril.
Representantes del honorable ayuntamiento de Morelia.

Señoras y señores:

Morelia por Morelos, y aquí estamos. Aquí estamos con la honrosa representación del Presidente de la República pasando lista, haciendo Mención de Honor de un patriota forjador de esta Nación, de un patriota que en el propio texto de los Sentimientos de la Nación, en el último apartado, dice justamente “el 16 de Septiembre la Nación abrió los labios para reclamar su libertad”.

Pero amigos y amigas, distinguidas autoridades, la Nación abrió sus labios para gritar por su libertad el 16 de septiembre, pero no fue hasta los Sentimientos de la Nación que la Patria dijo algo, enhiló un discurso, esta Patria tuvo algo que decir; y más allá que los temas coyunturales, religiosos o militares, más allá del momento esta Patria habló de su futuro, de lo que quería para sí, y hablo en la voz de Morelos escrita dejó testimonio en los Sentimientos de la Nación.

Los Sentimientos de la Nación, su publicación y sobre todo la persecución incansable de su cumplimiento, convirtieron la lucha insurgente, y la hicieron pasar de levantamiento a una auténtica Guerra de Independencia; y Morelos fue justamente quien se convirtió de caudillo en estadista, de guerrero en filósofo de una Nación, de luchador en jurista, en el diseñador del plano constitucional de lo que hoy es esta Patria, en el discípulo convertido en el maestro, en el seguidor de Hidalgo a ser la cabeza intelectual política y viva de la lucha de la Independencia.

Si, al grito de la Patria del 16 de septiembre siguieron las palabras, las ideas, señoras y señores, distinguidas autoridades, que nos tienen aún hoy aquí frente a su estatua, aún hoy aquí para rendirle homenaje a su inmensa figura que desde esa época nos llama hasta el presente, y nos convoca hasta el futuro; nos tienen aquí luchando porque lo único que distinga a los mexicanos sea -como planteó Morelos- su virtud o su vicio, no su pobreza o su riqueza, no su educación o su ignorancia, porque a esta tendrán derecho todos, no ser indígena o mestizo porque son iguales ante la ley, no ser urbano o rural porque tienen las mismas oportunidades, no ser hombre o mujer, ese es el México de hoy.

Señoras y señores, para los mexicanos el mes de septiembre resulta especialmente memorable; está lleno de fechas importantes, y desde 2010 vamos conmemorando Bicentenario. En él justamente empezó a nacer nuestro país a la Independencia, bajo el pensamiento filosófico del ilustre nicolaíta Don Miguel Hidalgo. También como este nació para la Historia su discípulo más brillante, el Siervo que coadyuvo y construyo decisivamente la conformación de nuestra Nación, don José María Morelos.

Los pasados días 15 y 16 hemos rendido el homenaje a que se ha hecho acreedor el guanajuatense que en Michoacán, en las aulas del Colegio de San Nicolás se convirtió, nada más y nada menos, que en el maestro de libertadores; y convirtió esta ciudad en la cuna intelectual y filosófica de nuestra Independencia.

Pero hoy lunes nos reunimos para recordar algunos datos que se han grabado en bronce y en granito pero sobre todo en conciencias y corazones en los mexicanos de hoy. Nos reunimos a reflexionar sobre la biografía y las obras de quien dio a la posteridad pródigos ejemplos de heroísmo y grandeza, en este que justamente el llamó Jardín de la Nueva España, vino al mundo para asumir tiempo y circunstancia con un carácter a prueba de toda adversidad.

Ya siendo un joven maduro emprendió la carrera sacerdotal en el Colegio fundado por don Vasco de Quiroga, dispuesto a insertarse a su realidad proyecto de transformar el espacio en el que vivía. Cuando se hizo necesario abandonar su parroquia e incorporarse al movimiento que estalló en Dolores no hubo ni un sólo momento de duda para acercarse a Hidalgo, su antiguo maestro en Charo y Indaparapeo y seguir sus instrucciones de organizar tropas e insurreccionar él sólo. En Churumuco y Nocupétaro recibió a los primeros soldados de su Ejército para proseguir a la Villa de Huetamo, donde redacto el primer documento que esboza su estrategia.

Hay algo notable en la trayectoria militar de Morelos, lo más notable de esta trayectoria no son justamente sus victorias, sino el rasgo que va dejando de documentos que inspirarían después a la vida civil mexicana.

Curioso, como un cura letrado, capaz y caudillo en lo militar es capaz de ir construyendo con las letras, con las palabras y las ideas un país mucho más allá del estruendo de los cañones, transformó a modestos campesinos y curas de aldea en destacados generales porque supo impregnarles, supo enseñarles las ideas de la Independencia; y con ellos propagó la rebeldía desde Michoacán y Colima hasta Puebla, Veracruz y Oaxaca, compró una corona en irreversible estado de expulsión aunque ese momento no lo advirtieran.

Punto de partida de su amplia y profunda doctrina social es su famoso Bando de Aguacatillo del 17 de noviembre de 1810, inspirado en el de Hidalgo del 19 de octubre, en donde Morelos suprime la esclavitud, las castas, las cajas de comunidad, los empleos a españoles y algunos impuestos que gravaban sobre todo a las clases más pobres.

Como lo han manifestado distintos historiadores, mudar de régimen político y militar era sembrar el germen de una mudanza total del estado de colonial a nacional; sobre la marcha Morelos afinó su doctrina revolucionaria a partir de las enseñanzas de su maestro, por eso le expresó enfáticamente a don Ignacio López Rayón que preparaba un Congreso, porque así se lo había ordenado Hidalgo. Y en efecto, lo instaló en Chilpancingo para culminarlo en Apatzingán, erigiéndose por veredicto de la historia en padre del constitucionalismo mexicano.

Su talento militar no desmerece en absoluto su contextura civilista como lo demostró con la genial iniciativa de establecer un sistema de gobierno con base en la soberanía del pueblo, representando Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. En su visión de estado se combinan principios vanguardistas con los fines propios de un pueblo cuyos problemas ancestrales conocía y sentía entrañablemente.

En el orden político antepone la obediencia a la ley como expresión de un mandato general; en lo social programa la abolición de la esclavitud, la igualdad, seguridad, prosperidad y libertad como elementos indispensables para la visión colectiva; en lo económico propugna una equitativa distribución de la tierra y su reparto a sus auténticos dueños, los naturales. Así concibe, como estadista, la tarea de renovar viejas estructuras y sustituirlas por otras, en congruencia con el modelo de autodeterminación que se propuso difundir entre sus contemporáneos.

Esa visión de Estado es evidente en los alcances que políticamente propone los Sentimientos de la Nación. Soberanía de la Nación frente a los extranjeros, pero soberanía del pueblo frente a todos para ser capaz de dictar sus propias leyes. Igualdad sin distinción de ninguna clase; división de poderes; respeto absoluto a la propiedad privada, trabajo como fuente para la prosperidad de cualquiera.

Y efectivamente, estos Sentimientos de la Nación, ustedes se habrán percatado, no solo hablan del México de entonces, nos están hablando del México de hoy. Su repaso da cuenta ciertamente de lo que hemos logrado desde Morelos, pero su repaso también presenta los retos que tenemos que vencer ahora.

Soberanía, pero que garantice que nuestros recursos naturales le sirvan efectivamente a los mexicanos; soberanía, más allá de posturas políticas que nos permita convertir esos recursos en riqueza para todos.
Igualdad, igualdad de educación que reciban el rico y el pobre, el que vive en el DF y el que vive en Arteaga, en Juchitán o en Loreto en Baja California, educación que nos haga realmente iguales para aprovechar oportunidades iguales. Justicia en contribuciones donde no hay privilegios para los más fuertes, donde los recursos de la Nación se distribuyan para que puedan efectivamente llevar prosperidad a las naciones.
Igualdad y justicia distributiva donde el gasto público sea administrado honradamente y revisado escrupulosamente sin permitir impunidades.

Estos son los retos de hoy, que implican una sola cosa, como entonces Morelos, aceptar el reto que tenemos que reformar, aceptar el reto de lo que tenemos que asumir para transitar de un estado de Nación a otro más próspero, a otro más elevado, a un nuevo nivel de progreso; para que los Sentimientos de la Nación se escuchen y se cumplan es indispensable mover a México, es indispensable reformar a México y hay una condición implícita, no hay lugar ni para intereses, ni para posturas personales. No hay lugar para espacios particulares que pospongan los intereses de la mayoría.

Por eso, estimados amigos, en México y particularmente en Michoacán, donde ustedes han sido testigos de los pasos de Melchor Ocampo en el siglo XIX, promoviendo reformas de gran calado, cuyos efectos benéficos, todavía experimentamos; donde ustedes fueron testigos y autores de la imponente lucha social de Lázaro Cárdenas del Río en el siglo XX.

Hoy Gobierno Federal y gobierno estatal nos damos la mano y trabajamos sin reservas para sacar adelante el compromiso de que en este estado de prosperidad se sitúen todas las regiones de México sin excepción.
El Gobierno de Enrique Peña Nieto, el de Jesús Reyna García, trabajan coordinadamente para hacer realidad los sentimientos que surgieron aquí en esta tierra, soberanía, igualdad, derecho a la prosperidad, respeto a los bienes y por encima de todo, respeto a lo único que puede hacernos efectivamente iguales, la Ley, de la que no puede admitirse excepción de ninguna clase.

Por eso, en los Sentimientos de la Nación se inspira también la necesidad de posponer cualquier lucha partidista personal, y enfocarnos en las tareas de todos; por eso el Pacto por México, en buena medida adaptado al propósito de garantizar paz, orden, respeto y por fin, darnos oportunidades de prosperidad. El Pacto por México es al mismo tiempo una gran convocatoria perfectible para materializar planes y proyectos en temas en los que todos estamos de acuerdo como la salud, la seguridad pública, la educación, la necesidad de reorganizar nuestras finanzas y la necesidad de impulsar crecimiento económico para que haya empleo, sobre una plataforma de transparencia y rendición de cuentas real.

Por eso, los firmantes de este compromiso por la paz y la estabilidad, estamos construyendo líneas de acción que trasciendan intereses partidistas o de grupo, con el fin de reactivar el crecimiento económico que nos permita ser mucho más competitivos y estar a la altura del lugar en el que México merece encontrarse frente a las demás naciones.

La agenda de trabajo de un Gobierno no puede separarse de su contexto concreto y cotidiano. Morelos, estimados amigos y amigas, nos enseñó la vía para transitar en un sistema democrático, nosotros procuramos adecuar las instituciones al ritmo y con las modalidades que las circunstancias nos definen, pero sin perder jamás la orientación que desde entonces trazara el prócer moreliano.

Buscamos soberanía, prosperidad, respeto a la ley, y sobre todo, igualdad de todos frente a esa ley. Hoy, como ayer, luchamos porque la sociedad alcance un mejor estado económico, propicio a la moderación de la opulencia y la indigencia, con cabal observancia de Derechos Humanos; en conclusión, con el espíritu invariable de superar desafíos y contingencias, seguimos profesando nuestra admiración al más sobresaliente caudillo que diera la Guerra de Independencia, al político visionario que inculcó nuestra percepción de Patria y de República.

El tamaño de Morelos puede medirse hoy en lo que su Patria, la que él pensó, la que él diseñó, por la que dio la vida, ha alcanzado. Los Sentimientos de la Nación son un elocuente y revelador testimonio de generosidad, que los mexicanos agradecemos como el más preciado legado sobre derechos de mujeres y de hombres, y que tenemos la obligación de convertir en la tarea de los patriotas. Seguiremos invocando como lecciones de heroísmo los días de Veladero, la defensa de Cuautla y la toma de Oaxaca, porque José María Morelos fue el más grande soldado de la Revolución de Independencia, pero también lo recordamos, y se levanta ante los ojos de la historia y de todos nosotros, como el más grande ciudadano y ratifica nuestro compromiso por la paz y el desarrollo.

Viva José María Morelos.

Viva Michoacán.

Viva México.