Boletín No. 026

Las familias guerrerenses que fueron reubicadas en El Mirador están tranquilas en su nueva comunidad. La casa de dos recámaras, baño, cocina, sala, comedor y un pequeño patio de servicio, con los servicios básicos, compensa los meses de espera mientras se construía la obra.

Baltazar González de Jesús recibió la llave de su casa por parte de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU). Dentro de su vivienda, recostado en la litera que es parte de su patrimonio, suspira emocionado: “Esto sí es vida caray”. Él dormía en el suelo, junto con su esposa y sus dos hijos, uno de ellos minusválido, la choza donde vivía estaba hecha de cartón y madera y se perdió con la corriente del río.

El gozo es colectivo, Sara Florentino Áviles, madre soltera de tres varones dice: “Me siento contenta, tranquila y cómoda”. Recuerda que cuando se les aviso que serían transportados a El Mirador muchas señoras soltaron en llanto porque la reubicación era de verdad.

Las familias fueron beneficiadas también con enseres, camas, refrigerador y estufa.

Sara Florentino considera que con lo elemental se puede comenzar. “Lo que nos dieron es valioso, por primera vez lo tenemos y podemos trabajar para comprar lo que nos falta”, agrega.

Otra persona reubicada, María del Rocío Sánchez, comenta que los vecinos son solidarios, se conocen hasta las mañas, porque convivieron en el albergue y ahora la meta es organizarse para dar mantenimiento a la unidad habitacional.

Lo que hoy es solo su hogar lo ven a futuro como una oportunidad de desarrollo laboral, cuando funcionen los comercios y la escuela. “Esto pinta bien, vamos a tener empleo, por lo pronto hago méritos para trabajar en la obra que continua, todavía faltan más casas y ya solicite el puesto de chalán de albañilería, no me da vergüenza, para mí no hay imposibles”, dice María del Rocío.

En sus ratos de ocio los habitantes salen a conocer la obra de reconstrucción, platican con los técnicos, con los ingenieros y lo primero que conocen es que el terreno de arcilla expansiva reforzada donde ahora viven, está a prueba de hundimientos y deslaves.

Eso los reconforta y anima a convivir en armonía, las señoras ahora con casa nueva platican como alegres comadres, Sara Florentino Áviles rememoró: “En el albergue discutíamos, nos peleábamos por decir las verdades, por quién hacía el aseo, por cómo lo hacían, por las despensas. Aquí cada quien tiene lo suyo y se va a ver quién es limpio y lo mejor de todo, vamos a cocinar al gusto del paladar”.

El Gobierno de la República está cumpliendo con la entrega de viviendas a los damnificados por las lluvias y la SEDATU seguirá en Guerrero hasta terminar la tarea de reconstrucción encomendada por el Presidente Enrique Peña Nieto.