Las categorías de las mejores prácticas se delinearon respondiendo a las principales barreras que inhiben el desarrollo de modos de transporte eficientes y amigables con el medio ambiente: falta de instituciones especializadas y de priorización de recursos en su distribución, la generación de instrumentos normativos, técnicos y de planeación, y la evaluación periódica de los proyectos.
Cada caso de buena práctica fue documentado con el apoyo de los actores que estuvieron involucrados durante su planeación y puesta en marcha.
Con la información proporcionada fueron evaluadas, de manera que, si se desean replicar, se cuente con información sobre el proceso, presupuesto, tiempo de ejecución, impacto y las lecciones aprendidas durante su implementación. De la misma forma, la evaluación sugiere la realización de mejoras a cada caso.