A lo largo de los años se ha demostrado que uno de los principales motores para el bienestar de las sociedades y el desarrollo económico es el crecimiento incluyente y sostenible. Asimismo, se afirma que algunos elementos particulares que promueven el crecimiento son la generación de empleos, la atracción de inversión, la adquisición de nuevas de tecnológicas y la generación de capital humano; estas últimas son variables determinantes de la productividad y características inherentes de la actividad turística en México.
Como país, se ha transitado por la ruta de la promoción y el impulso al crecimiento económico a través del aprovechamiento de las ventajas comparativas que ofrece cada una de las regiones del territorio nacional. Sobre esa base, es importante destacar que, derivado de su condición de transversalidad productiva, el sector turístico ofrece alternativas reales que permiten potenciar el desarrollo de las Entidades Federativas. Esta afirmación se sustenta en los indicadores del Sector.
El efecto transformador del Sector Turismo se manifiesta en sus constantes resultados positivos. Este sector contribuye con el 8.7 por ciento del Producto Interno Bruto, les da empleo a casi 10 millones de trabajadores directos, indirectos e inducidos y representa al 77.2 por ciento de las exportaciones de servicios. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), en 2016, México alcanzó la novena posición mundial por el número de llegadas de turistas internacionales, con 35 millones de turistas extranjeros, lo que representó un ingreso de divisas de 19 mil 570 millones de dólares, ubicándose la actividad turística como la segunda fuente de divisas del país, solo después de las remesas. El consumo turístico doméstico, es decir, el que realizan los mexicanos cuando viajan dentro del país, representa el 88% del total del consumo turístico de México, según datos de la Cuenta Satélite del Turismo de México.
En contraste, se reconoce que en la actualidad, aún coexisten dos realidades: el México moderno y competitivo; y el México rezagado y poco productivo. Mientras algunos estados del país han mejorado su desempeño económico y, en consecuencia, han aumentado los niveles de bienestar social, particularmente, en las regiones Norte y Centro del país; en otros estados, el crecimiento se ha estancado y presentan un alto grado de rezago social. Concretamente los estados del Sur.
Hoy, en la región Sur del país existen regiones que no han podido desarrollarse de acuerdo a su potencial. Estas presentan ingresos per cápita similares a países menos desarrollados que México. Por ejemplo, mientras que en Guerrero, Oaxaca y Chiapas el ingreso per cápita promedio asciende a $4,881, en estados del Norte como Sonora, Coahuila o Nuevo León este indicador asciende a $14,963 . En ese sentido, el crecimiento económico entre los estados del Norte y del Sur ha sido marcadamente desigual a lo largo de décadas, derivado principalmente de niveles desiguales de productividad y competitividad.
Como consecuencia del pobre desempeño económico de esta región del país, los altos niveles de pobreza y la marginación se han mantenido. Según el CONEVAL, mientras que en el Norte del país la población en situación de pobreza es de 30.1 por ciento, en el Sur representa cerca de 69.4 por ciento, es decir, más del doble. De igual forma, el 60 por ciento de los municipios con alta o muy alta marginación se encuentran en la región Sur, mientras sólo el 2.2 por ciento se ubican en los estados de la frontera Norte.
Sobre esa base, el Gobierno de la República encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto reconoció que el impulso productivo de años anteriores se había enfocado en el Centro y Norte del país, situación que fungió como factor para la generación de una brecha de notorios contrastes en las distintas realidades regionales. Por ello, era necesario tomar acciones de Estado con visión de largo plazo que ayudaran a disminuir las diferencias a través de la atracción de inversión productiva, la vinculación de las cadenas productivas regionales, la generación de empleo y la promoción polos de desarrollo económico. Resultado de esta necesidad, se propuso la creación de las Zonas Económicas Especiales (ZEE).
Una Zona Económica Especial (ZEE) es una región o área territorial delimitada geográficamente en la que se aplica un marco regulatorio especial que ofrece estímulos y beneficios excepcionales a las empresas que se instalan en su interior con la finalidad de incrementar la actividad económica, a partir de un entorno de negocios extraordinario que resulta atractivo para generar más inversión y creación de empleos de mayor valor agregado. Dentro de ella se pueden realizar actividades productivas de manufactura, procesamiento, transformación y almacenamiento de bienes; la prestación de servicios; y la posibilidad de importación de insumos productivos.
En la actualidad existen más de 4,000 Zonas Económicas Especiales en el mundo, éstas representan el 41 por ciento de las exportaciones mundiales, generan aproximadamente 68 millones de empleos de manera directa e indirecta y reciben cerca del 20 por ciento de la inversión extranjera directa en los países de residencia. Es importante diferenciar a las Zonas Económicas Especiales (ZEE) de otras zonas delimitadas bajo características particulares que, dependiendo de su naturaleza, propósito y alcance definen su finalidad, por ejemplo los Centros Logísticos, Zonas Francas (cuya diferencia principal es el Área de Influencia), Cortes Comerciales Internacionales, Distritos Especiales de Inversión, Distritos Energéticos Renovables, Zonas Sujetas a un Marco Jurídico Especial, Zonas Agroindustriales Especiales y las Zonas Turísticas Especiales, cuya característica principal es la exención de impuestos en bienes y servicios relacionados con la actividad turística de alguna región particular.
En este sentido, se recomienda ampliamente revisar el área de oportunidad que se presenta con la iniciativa de las ZEE y una posible adecuación regional valorando las experiencias internacionales en el uso de Zonas Turísticas Especiales, tomando en cuenta las ventajas que ofrecen los atajos de información generados por los estudios de prefactibilidad realizados por las autoridades para el desarrollo de la política pública.
Funtes: INEGI, SHCP, CONEVAL y Autoridad Federal para el Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales.