DIRECCIÓN GENERAL DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Ciudad de México, 14 de marzo de 2019.

Muy buenas tardes a todos. Saludo con cariño y aprecio a todos los miembros del Presídium, a mis queridos amigos del gabinete, muchas gracias por la invitación. José Cohen, muchas gracias no sólo por la invitación, sino por la agenda de trabajo que estamos construyendo. Víctor Grayeb, muchas  gracias también por la invitación. Saludo al señor Carlos Aceves.

Muchas gracias a todos.

Antes de empezar, quiero transmitir un mensaje, un saludo y un mensaje de agradecimiento de la Secretaria de Economía, la Doctora Graciela Márquez Colín, que como dijo Paco Cervantes, está fuera de México, y yo me honro en representarla en este evento que sin duda es muy importante.

Consejeros y directivos empresarios, autoridades, señoras y señores:

Este Tercer Encuentro Nacional de la Cadena Fibra-Textil-Vestido representa una ocasión formidable para dimensionar y reflexionar sobre el pasado, el presente y el futuro de la industria.

Hablo de éxitos, de retos, enseñanzas y de enormes posibilidades para la industria.

Quiero hacer alusión a experiencias y lecciones del pasado, que no debemos olvidar.

Me voy a remontar, y sin querer ser aburrido, a lo que ocurrió hace casi 200 años.

En los primeros años de la vida del México independiente, el país optó por una política comercial proteccionista que incluso llegó a impedir la importación de textiles de algodón. Esa discusión llevó a que en 1829 hubiese una Ley que prohibía la importación.

En defensa de esa medida, se argumentaba el atraso de la industria en comparación con el resto del mundo.

En oposición, se decía que la prohibición por sí misma sólo traería desventajas, como el contrabando y la falta de incentivos para la modernización.

¿Pero, quién ganó en 1829? Nadie ganó. Y verán ustedes cómo el pasado y el presente a veces guardan una gran semejanza.

La Ley muy pronto comenzó a ser vulnerada por medio del contrabando y de permisos especiales, pues la industria nacional si bien no era capaz de abastecer todo el mercado nacional, enfrentaba, repito, contrabando.

Así, un año después de promulgarse esa Ley, quedó abandonada. En 1830 se abandonó la Ley. Se inició un proceso de apertura y se puso un arancel a las importaciones de textiles de algodón, del 20 por ciento, similar al arancel que prevalece hoy en día.

La combinación de una mayor competencia a través de la apertura comercial y del apoyo del Banco de Avío, hizo que la industria floreciera y fuera todo un éxito durante 15 años: 1830-1845. No solamente eso, sino que esos años, esos tres lustros son una referencia de éxito del siglo XIX para el caso del sector textil.

Durante esos 15 años y gracias al financiamiento, la industria alcanzó un nuevo nivel técnico, una mayor diversificación y un mayor alcance geográfico.

De los antiguos obrajes y talleres artesanales se transitó hacia fábricas mecanizadas. México fue entonces uno de los principales países que dio pasos firmes a la industrialización del país, fuera de Europa.

Si bien el Banco del Avío tenía el propósito de apoyar a toda la industria, el sector textil recibía el 65 por ciento de los apoyos. Y el nivel que se alcanzó de producción en la década de 1830 no se superó hasta bien entrado el Porfiriato.

Entenderás entonces ahora por qué me permito a recordarles mucha de la historia que tienen ustedes, el protagonismo que han tenido ustedes, el sector textil, en la historia de México.

El comercio, la apertura y la competencia benefició a la industria y acompañó lustros de auge y de modernización del sector.

Así, reitero a ustedes que su historia, la historia de ustedes, los empresarios del sector, ha sido ejemplar. Incluso son partícipes de la misma Revolución Industrial, ese momento de acumulación originaria que detonó el despegue de la economía internacional.

Su pasado también los hace protagonistas de estas expresiones sociales que han trascendido en forma de leyes y de derechos laborales, siendo así el sector textil un claro ejemplo de posibilidades, de avances y de cambio.

El presente nos impone grandes retos, mismos que no dudamos en que ustedes afrontarán con arrojo, con valentía y con compromiso, retos que pasan por garantizar las mejores condiciones de trabajo para las mujeres y los hombres que participan en toda la cadena de valor. Retos que invitan a mantener una sana competencia entre todos los actores involucrados. Hablo de reglas claras y uniformes; hablo de reducir la brecha entre el tamaño de las grandes y las pequeñas empresas, y también hablo de tener un piso parejo para una competencia sana y leal.

El mundo global, a su vez, exige alcanzar un nuevo estado de modernización para el sector, uno acorde con el libre comercio, la competitividad y la innovación.

El presente demanda mayor diversificación de la producción e innovación de los procesos productivos.

El México de hoy exige el combate a la ilegalidad, a las prácticas desleales, al contrabando técnico, a la triangulación, a la subvaluación y a cualquier forma de simulación fiscal. Estos comportamientos no hacen sino atentar contra el desarrollo y el futuro próspero que merece la industria.

Estoy seguro que eso es por la capacidad y la posibilidad de la industria textil que el futuro de todos ustedes es promisorio.

No dudo que, como lo han hecho antes, harán de los retos, oportunidades. Y tengan la certeza que en el camino que deban recorrer contarán con el acompañamiento de la Secretaría de Economía, pues compartimos el anhelo de un futuro en el crecimiento económico y en la generación de riqueza que merece nuestro país.

Necesitamos un México más competitivo, más incluyente, más próspero, innovador y moderno. Un México que de nueva cuenta suponga éxitos para la industria; uno que permita que seamos nuevamente un referente a escala internacional; uno, un México en el que el sector textil sea ejemplo para toda la industria nacional, así que los invito a sumar esfuerzos y trabajar todos en la transformación de México.

Muchas gracias.