Por Raúl Murrieta Cummings, Subsecretario de infraestructura.

El acceso a Internet es una de las áreas en la que nuestro País ya no puede perder un sólo minuto, si quiere seguir

siendo jugador relevante en el entorno mundial. Desde 1980, que es cuando se tienen registros de los primeros pasos

técnicos para evolucionar a lo que hoy se conoce como la red de redes o Internet, el mundo ha sido testigo de un

proceso acelerador brutal, respecto al uso de esta herramienta y todo lo que conlleva.

La academia, la medicina, el deporte, por supuesto la economía, la política, y así todas las áreas de la vida en sociedad

han sido impactadas por el uso del Internet. En el País estábamos invirtiendo recursos cuantiosos para disminuir y

eliminar el analfabetismo, cuando fuimos sorprendidos por un nuevo fenómeno conocido como analfabetismo digital.

Ahora sabemos que una persona puede saber leer y escribir, pero si no tiene acceso al uso de la tecnología, va a sufrir y

padecer analfabetismo digital y eso lo va a dejar en desventaja económica y social para el resto de su vida productiva.

No hay que explicar mucho para entender la diferencia de oportunidades laborales para quien está familiarizado con el

uso del Internet y para quien no lo está. Ahora lo relevante no es si la persona creció en la Montaña de Guerrero o en

la Colonia del Valle en la Ciudad de México, lo realmente relevante es que en la Montaña se tenga acceso a la ventana

mundial que representa el Internet.

Aquí es donde la Reforma de Telecomunicaciones, impulsada por el Presidente de la República, y avalada por el Poder

Legislativo, tiene un rol único en favor de los mexicanos. Por un lado, tenemos una exigencia mundial con respecto a

dar acceso general a Internet, para poder mantenernos competitivos en el mundo, pero por otro lado nos enfrentamos

a que los mercados no estaban respondiendo al reto porque se había privilegiado dar acceso a aquellas zonas con

mayor densidad poblacional, y por lo tanto que representaba mayor negocio para los privados.

Uno de los ejes rectores de la Reforma es el despliegue de infraestructura a lo largo de todo el País. Para atender esto

se ha propiciado que los mercados se encarguen de las zonas de alta densidad y el Gobierno se está concentrado

en conectar todos aquellos sitios que lo requieren y que no cuentan hoy con este servicio básico para la población.

Gracias a la Reforma, para 2018 vamos a contar con más de 250 mil sitios conectados alrededor de todo México.

Esta conectividad que se despliega a través del Programa de México Conectado es un beneficio directo, inmediato y

tangible derivado de la transformación que se están realizando en México.

No tengo duda que la tecnología y su adecuado uso, es el ecualizador de oportunidades que genera prosperidad. Es

una de las pocas herramientas que va a permitir retomar la permeabilidad social. Es el acceso a Internet lo que va

a permitir al hijo de una familia de escasos recursos que se convierta, al crecer, en el proveedor de todos los suyos,

gracias a lo que aprenda y resuelva mediante el uso cotidiano del Internet.

El mundo va a seguir desarrollando las capacidades del Internet y gracias a la Reforma de Telecomunicaciones, el

Estado Mexicano cumplirá con el mandato Constitucional de conectar a nuestro País y mantenerlo vigente en el

concierto mundial. Para decirlo claro, sin la Reforma hubiéramos perdido la capacidad de desarrollo económico y social.

¡Hay que celebrar que nos atrevimos a cambiar!