Por Yuriria Mascott Pérez, Subsecretaria de Transporte.

Pero un sistema logístico así requiere de una infraestructura que mejore e impulse la conectividad y la movilidad de

bienes y servicios, transportes seguros y confiables, y trámites de operación hechos de manera ágil, segura, eficiente

y transparente.

Hay que agregar como un elemento indispensable personal capacitado, preparado, actualizado, eficiente y profesional,

así como acceso a las más modernas tecnologías de la información y las comunicaciones.

En efecto, si la infraestructura de un país (carreteras, vías férreas, aeropuertos, vialidades urbanas) no soporta un

crecimiento acelerado e intenso de las actividades económicas, difícilmente se da el desarrollo.

Si, por otra parte, el papeleo, el cumplimiento de requisitos y trámites, y el desarrollo de las maniobras son lentos o

ineficientes, la infraestructura sirve de poco. El modo más directo y efectivo de modernizar y agilizar los trámites es,

precisamente, incorporar todos esos movimientos al mundo de la conectividad.

Carga, abordaje, traslado, rastreo, descarga, verificación y tantos otros pasos necesarios en cada simple actividad,

requieren ser atendidos con brevedad, pero también con transparencia y de manera eficiente.

Con todos esos engranes, aceitados por las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, se puede

construir una plataforma logística que permita a un país avanzar y crecer, y a las empresas ofrecer mejores bienes y

servicios elaborados con menor costo y a mejor precio.

Pues bien, la Reforma en Telecomunicaciones promulgada por el señor Presidente de la República, licenciado Enrique

Peña Nieto, prepara el terreno para desarrollar un sistema logístico del más alto nivel.

Mediante la administración pertinente de la infraestructura tecnológica, la Reforma fomenta el desarrollo de una

sólida y moderna plataforma que dará como resultado una mayor cobertura y mejor calidad de los servicios que

puedan prestarse a través de ella.

Además, provee los incentivos necesarios para impulsar la competitividad y consecuentemente la innovación, que es la

más efectiva y útil herramienta para consolidar el desarrollo de la industria, puesto que es precisamente la innovación

la cuna de las mejoras en la oferta y en la calidad de los bienes y servicios de comunicaciones que se ofrecen en todos

los ámbitos, incluyendo el transporte.

Ahora será posible contar con aplicaciones de todo tipo para, por ejemplo, hacer monitoreo en tiempo real u optimizar

flotillas y redes de transporte, sin otro límite que la capacidad de innovar y el espíritu emprendedor.

La Reforma abre la puerta a ideas de punta, como las carreteras inteligentes, en las que será posible medir peso, longitud,

velocidad de los transportes al solo paso por las zonas equipadas con las nuevas aplicaciones, por citar un caso.

Las nuevas condiciones de las telecomunicaciones harán posible un gran ahorro de tiempo y dinero, pues podrán

desahogarse de manera remota trámites que hoy solo es posible hacer de manera presencial.

Pero el gran beneficiado será sin duda el ciudadano, que tendrá mejores y menos complicados caminos para elevar su

nivel de vida.

La Reforma en Telecomunicaciones se erige así en una herramienta de gran utilidad a la industria del transporte, pero

sobre todo, en base indiscutible de una sustancial mejora en la calidad de vida de los mexicanos