Beatriz Cerda, médico especialista adscrita a la Clínica de Género y Sexualidad del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente” de la Secretaría de Salud, afirmó que hasta hace poco el bullying se minimizaba o se consideraba como un fenómeno “no grave”, sin embargo, este tipo de intimidación o maltrato constante genera daño al alumno que se debe atender por especialistas, para revertirlo.

El término bullying (intimidación) se utiliza para referirse a la violencia en las escuelas ejercida de diferentes formas, por uno o varios escolares, hacia otro u otros compañeros.

Detalló que esta práctica incluye diversas formas de maltrato que se ejercen con la intención de causar daño. La persona que lleva a cabo el acoso lo hace con el propósito de imponer su poder y dominio sobre la víctima, a través de constantes intimidaciones, amenazas, insultos, humillaciones, devaluaciones, agresiones físicas, entre otras.

Los tipos de bullying que existen son verbal, psicológico, físico, sexual, robo y ciber-bullying.

La especialista explicó que existen dos tipos de víctimas principales:

  1. Pasivas: se trata de una niña, niño o adolescente, con pocas o ninguna relación de amistad (aislamiento social). Presenta una capacidad limitada para decir lo que siente y dificultad para comunicarse, además es sensible y retraído/a y puede ser ansioso.
  2. Activa-perpetrador: se le conoce como escolar provocador, tiene reacciones agresivas, se irrita con facilidad y es hiperactivo, además recibe mayor rechazo por parte de sus compañeros.

La víctima puede presentar sentimiento de resignación, baja autoestima, sensación de rechazo social, asilamiento, sentir que no puede librarse de la situación violenta lo cual provoca ausentismo escolar y bajo rendimiento académico, ansiedad, trastorno del sueño y depresión.

Por su parte, el agresor presenta desadaptación escolar y posible desarrollo de comportamientos persistentes en contra de la sociedad que violan los derechos de otras personas, así como normas y reglas adecuadas para permitirle una convivencia armónica en su entorno.

Detalló que los padres de familia y cuidadores de los menores deben estar muy atentos al comportamiento de su hijo o hija, tener amplia comunicación con ellos y si está en una situación de bullying, que solicite atención médica para atender a tiempo el problema y evitar mayores daños.

Finalmente, dijo que para lograr un ambiente escolar seguro es necesario sensibilizar y estimular la participación de todas las personas involucradas, directa o indirectamente, y en caso de sospecha de que algún escolar sufre de estos actos violentos, las autoridades de la escuela deben vigilarlo de cerca y brindarle apoyo para que pueda denunciar lo que sucede.

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