En este marco, la especialista de la Unidad de Investigación de Inmunología del Instituto, Sara Elva Espinosa, explicó que las Inmunodeficiencias Primarias se producen debido a un defecto del sistema inmunológico para luchar en contra y eliminar los gérmenes, que pueden ser de tipo primario (defecto genético heredado), secundario por el uso de medicamentos (por ejemplo quimioterapia) o por infecciones virales como la de VIH.
Comentó a los padres de familia la importancia de realizar a sus hijos estudios de biometría hemática completa, niveles de inmunoglobinas y de citometría de flujo para el diagnóstico y tratamiento adecuado.
Sara Elva Espinosa detalló que, entre las señales de alarma que ayudan a sospechar de la presencia de una inmunodeficiencia primaria en niños destaca el presentar cuatro o más infecciones de oído en un solo año, dos o más infecciones de sinusitis graves en un año, dos o más meses tomando antibióticos con pocos resultados y dos o más neumonías en un solo año.
Asimismo, pidió a los padres de familia estar pendientes de otros síntomas como la ausencia de aumento de peso o de crecimiento de acuerdo con la edad, abscesos cutáneos o en otros órganos internos recurrentes. Después del primer año de edad hay aftas persistentes en la boca o en cualquier otra parte del cuerpo.
En su intervención, el presidente de la Fundación Mexicana de Niñas y Niños con Inmunodeficiencias A.C., (FUMENI), Francisco Espinosa, afirmó que esta enfermedad se presenta con más frecuencia entre los tres y cuatro meses de edad y que los infantes padecen cuadros infecciosos que desparecen mientras el medicamento hace efecto pero, luego, la enfermedad reaparece.
En la actualidad, existen alrededor de 200 inmunodeficiencias primarias que afectan diversas funciones del sistema inmune, entre ellas infecciones de repetición en faringe, senos nasales, artríticas, oído y neumonía, sin embargo, la más peligrosa es la inmunodeficiencia combinada severa, que provoca una falla en todas las células del sistema inmune y cuyos pacientes se conocen como “niños burbuja”, debido a que tienen que vivir totalmente aislados de cualquier ambiente en el que puedan existir gérmenes o bacterias que atenten contra su vida.
“Las estimaciones indican que seis millones de personas pueden estar viviendo con un IP en todo el mundo; incrementar la difusión es, por lo tanto, crucial para mejorar las políticas de salud pública hacia este grupo importante de enfermedades”, concluyó.