En esta temporada invernal las personas que padecen asma deben extremar cuidados, estar muy atentas a los síntomas y acudir a la unidad de salud en caso de necesitarlo.

 

El asma es una enfermedad crónica que inflama los bronquios y se caracteriza por problemas respiratorios recurrentes, como crisis o ataques de tos, dificultad para respirar y silbidos en el pecho, debido al estrechamiento bronquial.

 

La gravedad de la enfermedad varía en cada persona, en algunas incluso pone en peligro la vida, sin embargo, hay quienes tienen síntomas tan leves que no han sido diagnosticadas.

 

Los síntomas del asma son una de las causas principales del tiempo perdido de la escuela o del trabajo y de alteraciones del sueño.

 

Los bronquios de los pacientes asmáticos son más sensibles y reaccionan a ciertas provocaciones del medio ambiente, ocasionando que los conductos de aire se estrechen por inflamación, exceso de flema y espasmo de los músculos que rodean a los bronquios.

 

Un ataque de asma puede ser consecuencia de la exposición a una gran variedad de agentes, entre ellos los alergenos como el polen, algunos alimentos, polvo casero, moho, plumas o la caspa animal (pequeñas escamas de animales  con pelo o plumas); los irritantes en el aire como el polvo y humo de tabaco; infecciones respiratorias, entre ellas, los resfriados, laringitis y  bronquitis; el ejercicio en pacientes mal controlados como subir escaleras corriendo o con cargas pesadas.

 

De igual forma influyen el estrés emocional, miedo excesivo, excitación o angustia, el aire muy frío, tiempo ventoso o los cambios repentinos de temperatura.

 

El diagnóstico requiere una historia clínica, examen físico exhaustivo y pruebas de laboratorio, sobre todo de un estudio que mide la cantidad de aire que entra y sale de los pulmones llamado espirometría.