Diversos paneles de expertos han concluido que la mejor manera de prepararse ante la pandemia de COVID-19 es fortalecer los sistemas de salud pública en cuanto a capacidad de prestación de servicios, vigilancia epidemiológica, atención primaria y hospitalaria con liderazgo local y nacional, personal competente, infraestructura y planes de colaboración global en momentos como el que vivimos, afirmó Juan Ángel Rivera Dommarco, director general del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).

Al iniciar la videoconferencia denominada Resiliencia de los Sistemas de Salud en América Latina ante la Epidemia de #COVID-19, organizada por el INSP, en colaboración con el Instituto Internacional de Futuros de Salud, Rivera Dommarco dijo que el propósito es compartir las experiencias de cuatro países de América Latina: Ecuador, Colombia, Brasil y México, con miras a identificar lecciones que permitan prepararnos contra amenazas globales de salud.

Enrique Ruelas Barajas, presidente del Instituto Internacional de Futuros de la Salud, expuso la necesidad de crear sistemas de salud resilientes para que puedan seguir funcionando aun en momentos críticos por desastres naturales, como huracanes, inundaciones o terremotos.

Detalló que la resiliencia de los sistemas de salud es la capacidad de actores, instituciones y población para preparase y responder efectivamente a una crisis; mantener sus funciones principales; aprender lecciones y reorganizarse si las condiciones lo requieren.

En su participación, Iván Darío González Ortiz,  ex ministro de Salud de Colombia, detalló que la epidemia en Colombia sigue en ascenso y aún no llega al pico, por lo que enfrentan retos como incrementar la aplicación de pruebas y fortalecer la capacidad estructural de los hospitales.

Al compartir la experiencia de Brasil, Ana Maria Malik, coordinadora de la Fundación Getulio Vargas, explicó que ese país tiene el Sistema Único de Salud (SUS) que llegó con la llamada Reforma Sanitaria en los años ochenta, bajo las directrices de universalidad, integralidad, control social, coordinación única en cada nivel del sistema, descentralización y participación del sector privado.

La descentralización y regionalización con un ministro de Salud, 26 secretarios estatales, además de cinco mil secretarios municipales complican la gobernanza en ese país, por lo que se requiere crear resiliencia en la gobernanza de las diferentes áreas.

A su vez, Jorge Hermida,  responsable de la Comisión Técnica de la Fundación para la Investigación y Gestión de Servicios de Salud de Ecuador, reconoció que el sistema de salud de su país ha mostrado dificultades para el manejo y análisis de la información, en sus capacidades de respuesta e intervenciones adecuadas, generación de alianzas, colaboraciones, integración de subsistemas, así como en la reasignación de fondos según prioridades.

Destacó la importancia de reconocer las debilidades para analizar sus causas y corregirlas; en ese sentido, comentó que Ecuador necesita fortalecer la vigilancia epidemiológica, a través del incremento en la cantidad de pruebas aplicadas, mejora del mecanismo de apoyo para el aislamiento de casos positivos, de la transparencia en la comunicación y de los lazos de convergencia y confianza con los gobiernos locales, instituciones del sector salud y sociedad.

Los panelistas hicieron una serie de recomendaciones que debe seguir cualquier país, como: financiamiento sólido con una distribución efectiva, gobernanza, información epidemiológica; talento: personal capacitado, suficiente y reconocido; participación de la sociedad civil; prevención de fracturas en las estructuras de gobierno; actuación bajo valores y ética; atención primaria, reorganización de la atención de pacientes con enfermedades crónico degenerativas, seguridad de las y los pacientes en hospitales y la construcción de una visión de país después de la pandemia.

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