Las leishmaniasis están presentes en una gran variedad de animales que actúan como reservorios, según la especie de Leishmania involucrada, pudiendo ser: caninos, roedores, desdentados y marsupiales, entre otros. El ser humano puede constituir una fuente ocasional de infección ya que puede contagiarse si entran en contacto con el ciclo zoonótico de transmisión de las leishmaniasis.
La enfermedad es endémica en 98 países del mundo, 34 países con registro de coinfección Leishmania-VIH; la OMS la considera como una de las seis enfermedades tropicales de mayor importancia. Se le atribuye 20,000 a 40,000 muertes al año. Se calcula que 350 millones de personas están en riesgo de contraer leishmania y cada año se registran aproximadamente 0.9 a 1.6 millones de casos nuevos.
El número de casos en el mundo va en aumento debido al incremento gradual de la transmisión en las ciudades, el desplazamiento de las poblaciones, la exposición de personas que no son inmunes, el deterioro de las condiciones sociales y económicas en zonas peri-urbanas, la desnutrición y la coinfección con VIH.
La manifestación de las dos formas básicas de esta enfermedad, leishmaniasis cutánea (cutánea localizada, cutánea difusa y mucocutánea) y la leishmaniasis visceral, depende de la especie de Leishmania de que se trate y de la respuesta inmunitaria del hospedero a la infección. La leishmaniasis visceral, es la forma más grave de esta enfermad, resulta fatal en casi todos los casos, si no se trata.