Si tu hijo presenta uno o más de los siguientes síntomas o signos, acude al médico:

  • Sudoración nocturna o excesiva.
  • Pérdida de peso.
  • Dolor de huesos y articulaciones.
  • Palidez progresiva, fatiga, cansancio o apatía sin causa aparente.
  • Calentura persistente o recurrente, es decir, que dure varios días y no ceda a tratamientos comunes.

Otros signos más específicos incluyen:

  • Sangrado frecuentes de nariz o de encías al cepillarse los dientes.
  • Puntos rojos o morados en la piel (petequias) o moretones sin causa aparente.
  • Crecimiento irregular en abdomen.
  • Crecimiento de bolitas (ganglios) progresivo en cuello, axilas o ingles, sobre todo si son nódulos duros, grandes y sin datos de infección, que no disminuyen con desinflamatorios.
  • Crecimiento anormal en cualquier parte del cuerpo.
  • Reflejo blanco en pupila.
  • Desviación de mirada o aumento de volumen en uno o ambos ojos.
  • Dolor de cabeza persistente, que empeora con el tiempo y no cede con medicamento, despierta al paciente y es asociado a nausea o vómito, que puede estar acompañado de cambios de la conducta o alteraciones neurológicas (mareos, movimiento involuntarios, convulsiones, hormigueo, pérdida del equilibrio, alteraciones al caminar y/o pérdida de sensibilidad).

 Acude a tu Unidad de Salud para realizar un diagnóstico oportuno de la enfermedad.

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