La vitamina D en el embarazo juega un papel fundamental para el feto. Se estima que el 90% de la vitamina D que requerimos se produce a través de la acción de los rayos solares sobre el cuerpo y el 10% restante proviene de los alimentos.

Durante el embarazo, la vitamina D incide en la prevención del desarrollo de enfermedades crónicas como la obesidad, hipertensión y diabetes en la edad adulta del producto; sin embargo, la falta de exposición solar provoca un déficit de esta sustancia.

Lo recomendable en la etapa gestacional de la mujer es una exposición solar de alrededor de 15 minutos, unas tres veces a la semana sin el uso de bloqueadores.

En un estudio de cohorte del Instituto Nacional de Perinatología (INPer) “Isidro Espinosa de los Reyes” en el que participan 70 mujeres sanas, se observó que alrededor del 21% de las participantes que cursan el tercer trimestre del embarazo tienen niveles en la sangre de vitamina D por debajo de las recomendaciones, sustancia esencial para el metabolismo del calcio y la mineralización de los huesos del feto.

Los resultados también mostraron que solo el 13% de las mujeres presentó concentraciones adecuadas de vitamina D hasta el final de la gestación.

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