Por temor y ante ciertos mitos que aún hay sobre la vacunación, muchas personas eligen no aplicar las vacunas a los menores pero, definitivamente, los beneficios superan por mucho los riesgos que son mínimos.

Por eso, especialistas del sector salud consideran importante que sea el médico quien indique el mejor momento para que los menores reciban sus vacunas, las herramientas más eficaces para prevenir las enfermedades infecciosas.

Los riesgos se presentan en ciertas condiciones, por ejemplo, cuando el sistema inmune de una persona se encuentre debilitado, que pudiera darse una reacción alérgica a algún componente de la vacuna o, y sólo en algunos casos, estar embarazada.

La vacuna es un producto que genera inmunidad o protección contra una enfermedad y ayuda al cuerpo a prepararse para futuras exposiciones; pueden ser administradas mediante inyecciones, por vía oral o aerosol.

Durante unas semanas después del nacimiento, los bebés tienen alguna protección contra microorganismos que causan enfermedades, a través de la placenta, pero es por corto tiempo, de ahí, la importancia de las vacunas, especialmente, contra enfermedades que en el pasado eran mucho más comunes como tétanos, difteria, paperas, sarampión, tos ferina, meningitis y poliomielitis.

De contraer alguna de estas enfermedades se puede provocar discapacidad o la muerte.

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