El sodio es un elemento que el cuerpo necesita para su adecuado funcionamiento, ya que ayuda a controlar la presión arterial, el volumen sanguíneo, los músculos y los nervios.

Se encuentra de manera natural en diferentes alimentos, aunque la forma más común está en la sal de cocina (Cloruro de Sodio, “NaCl”), la leche, el apio y el agua potable. Es importante señalar que la cantidad de sodio en los alimentos varía de acuerdo a su fuente.

Así como aparece en diferentes productos alimenticios en forma de: glutamato monosódico, nitrito de sodio, sacarina de sodio, polvo para hornear (Bicarbonato de Sodio) y Benzoato de Sodio. Estos ingredientes se encuentran en productos como la salsa de soya, la sal de ajo, condimentos para cocinar, cubos de caldo concentrado, carnes procesadas (tocino, embutidos y jamón), sopas y verduras enlatadas.

Los riñones son los encargados de regular el equilibrio de sodio en nuestro cuerpo. El consumo excesivo de sodio provoca que los riñones no puedan eliminarlo, aumentando el volumen de sangre corporal, desencadenando un aumento en la presión arterial, que puede originar otros problemas de salud.

Actualmente se sabe que uno de cada tres adultos mexicanos padece hipertensión y el factor modificable más sencillo para prevenir esta enfermedad, es la disminución en el consumo de sal.

El consumo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en 2013 señala que se deben consumir menos de dos gramos de sodio al día que equivalen a aproximadamente cinco gramos de sal de cocina (una cucharadita).

 Si bien, el sodio es importante y necesario para nuestro organismo, se debe controlar la cantidad de ingesta para evitar problemas futuros cocinando con la mínima cantidad de sal.

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