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Los árboles habitan la tierra desde hace milenios. A través de anillos de crecimiento, en sus troncos queda marcado el paso de los años. También almacenan bióxido de carbono (algo bueno para el ambiente) y mediante un proceso bioquímico producen oxígeno.

Los árboles no solo habitan la tierra, lo hacen también en el arte, la literatura, las cosmogonías e incluso la salud. Ejemplos sobran:

En la cosmovisión náhuatl, los niños muertos no iban a la región de los muertos, sino a Tamoanchan (un lugar paradisiaco) en donde eran alimentados por un árbol con mamas, el Chichihuacuauhco. Para los mayas, la ceiba es un árbol sagrado, sembradas cada punto cardinal y una más en el centro del universo en cuyas raíces se encuentra la morada de los muertos. Para el cristianismo, el llamado árbol del conocimiento tiene un papel principal en el relato de caída de Adán y Eva.

En la literatura y el arte los árboles también se han hecho presentes en muchas obras. En Días enteros en las ramas de Marguerite Duras, Jacques pasa sus días holgazaneando en las ramas de los árboles; algo que recuerda a Cósimo de El barón rampante de Italo Calvino, en la que el protagonista un día sube a los árboles y en toda su vida nunca vuelve a bajar. Cómo olvidar a los Ents, esos árboles gigantescos humanizados de El señor de los anillos o la novela de ciencia ficción de Ursula K. Le Guin El nombre del mundo es bosque.

Muchas obras plásticas presentan a los árboles como protagonistas, de La Sagrada Familia con Joaquín y Ana bajo un árbol de Durero, pasando por Roble en la nieve de Caspar Friedrich, la Villa Borthese de Moreau o la famosa serie de árboles de Magritte.

En la medicina los árboles también han aportado mucho, como la investigación sobre el principio activo de la corteza de sauce que culminó en la actual Aspirina.

Quizá el caso más emblemático del aporte de los árboles para la salud es el del quino. Un árbol originario de Perú, cuya corteza se utilizó durante muchos años para extraer quinina, el primer tratamiento efectivo contra el paludismo (o malaria), usado desde el siglo XVII por misioneros jesuitas, pero de aplicación generalizada hasta 1850.

En la década de los 40, como parte de las Campañas Nacionales contra el Paludismo, y para no depender de las importaciones de este medicamento, en el país se estableció una plantación de árboles de quino en Chiapas.

Este 28 de junio festejamos el Día Mundial del Árbol, un ser vivo que nos ha acompañado desde los primeros albores de la humanidad.

Fuentes e información relacionada

  • Miguel León Portilla, la filosofía náhuatl: estudiada en sus fuentes
  • Richard Conniff, Cazadores de especies: héroes, locos y la delirante búsqueda
  • Memoria de la Secretaría de Salubridad y Asistencia. 1947-1950
  • Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché.

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