La Enfermedad de Chagas es una enfermedad parasitaria de curso crónico y consecuencias fatales, principalmente por afectaciones cardiacas o viscerales. La también llamada tripanosomiasis americana, es causada por la infección con Trypanosoma cruzi, un protozoario adquirido por humanos y otros mamíferos mediante transmisión vectorial, en la cual se encuentran implicadas las chinches de la subfamilia Triatominae o chinches besuconas (Figura 1). Estos artrópodos son endémicos en México y otros países de Latinoamérica, donde millones de personas se encuentran en riesgo de contraer la enfermedad dada la cocirculación del parásito y reservorios, y por lo cual, es considerado un problema de salud pública.

Estas chinches son de hábitos hematófagos, es decir, requieren alimentarse de sangre de vertebrados. Al momento de ingerir sangre de un hospedero infectado, adquieren los parásitos en etapa de epimastigote, que maduran en el intestino del vector y se transforman a la forma infectante (tripomastigote metacíclico). Tras alimentarse nuevamente de un mamífero no infectado, la chinche tiene el hábito de defecar cerca del sitio de la picadura (que en los humanos es generalmente cerca de ojos y boca) y debido a que el piquete causa una reacción urticante, como reflejo el hospedero se rasca, introduciendo el parásito por contacto en el sitio de la picadura, a través de las mucosas de ojos y boca. Así mismo, la transmisión suele ocurrir por contaminación de alimentos, transfusión sanguínea, trasplante de órganos y transmisión congénita.

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                                        Fig. 1. Chinche besucona
                    (Fotografía: M. en C. Juan Luis Téllez Rendón)

Hasta el momento no hay vacunas disponibles, por lo que las estrategias de prevención de la enfermedad de Chagas dependen totalmente del programa de Manejo Integrado de Vectores (MIV), en el cual se utilizan diversas intervenciones para el control de las poblaciones de chinches, incluyendo el uso de insecticidas. Sin embargo, el crecimiento poblacional, la migración y la alta concentración humana en diversas regiones han afectado seriamente al medio ambiente y, por lo tanto, a los mecanismo naturales para el control del vector, que aunado a otros factores como el cambio climático, el cambio de uso de suelo, la urbanización desordenada, la deforestación, etc., han favorecido la redistribución y adaptación de los vectores a nuevas áreas y en consecuencia, se incrementa el riesgo de transmisión del parásito a los humanos.

En este sentido, y como parte de las estrategias del MIV, se coordina a la red de vigilancia entomológica con el objetivo de monitorear a las poblaciones del vector, es decir, realizar actividades de colecta, identificación de las chinches y realizar estudios en el laboratorio para detectar la presencia del parásito en el vector (índice de infección natural). De esta manera, se logra establecer un modelo de riesgo de transmisión a la población humana con base en indicadores entomológicos (índices de infestación, densidad, hacinamiento, dispersión y colonización) referidos en la Norma Oficial Mexicana NOM-032 (para la vigilancia epidemiológica, prevención y control de enfermedades transmitidas por vector) y así implementar las acciones correspondientes para la prevención de la enfermedad.

Actualmente, la Red Nacional de Laboratorios de Salud Pública (RNLSP) cuenta con analistas capacitados para la identificación del vector, así como con procesos de diagnóstico entomológico validados para la detección del parásito mediante microscopia y biología molecular. Para ello, se utiliza como muestra primaria el contenido intestinal o heces de las chinches, a partir de las cuales se realiza la búsqueda coproparasitológica del protozoario por microscopia directa o teñida con Giemsa, o bien, mediante la purificación de ADN y posteriormente la amplificación del genoma del parásito mediante PCR punto final. De esta manera se confirma la presencia de T. cruzi y así se integra la información para generar registros de infección natural, distribución del vector, localidades positivas (presencia de vectores), etc.

Dada la importancia que actualmente se le está dando a la enfermedad de Chagas, nuestros esfuerzos como laboratorio de referencia se enfocan en el desarrollo e implementación de nuevas metodologías que apoyen a la vigilancia de la enfermedad y es por ello que en este momento se trabaja en una técnica molecular para la  identificación del genotipo de T. cruzi o también llamadas unidades discretas de tipificación (DTU’s: TcI, TcII, TcIII, TcIV, TcV, TcVI y Tcbat), las cuales  se asocian con el grado de patogenicidad del parásito, con la especie del vector y con el ambiente de transmisión (urbano, semi-urbano, doméstico, selvático, etc.), de tal suerte que se logre tener un panorama más amplio acerca del vector, la circulación de cepas del agente etiológico, la posible asociación clínica y patogénesis de la enfermedad.

De esta forma, la vigilancia entomológica aporta información al sistema integral de vigilancia por laboratorio que impacta fuertemente en la toma de decisiones y, por lo tanto, en la aplicación de acciones para la prevención de la Enfermedad de Chagas en México.

 

 

Referencias:

- Guía para el diagnóstico y el tratamiento de la Enfermedad de Chagas, OPS-OMS, 2018.
- Lineamientos para la Vigilancia Entomológica por Laboratorio, InDRE, 2017.