México ocupa el segundo lugar a nivel mundial por tipos de ecosistemas y se encuentra dentro de los países con mayor número de especies, ya que concentra entre el 10 y 12 por ciento del total de las especies conocidas en la actualidad.

El 81% de esa biodiversidad y riqueza natural del país se encuentra en tierras de Propiedad Social es decir, ejidos y comunidades, que a su vez abarcan el 52% del territorio nacional con una superficie superior a las 100 millones de hectáreas.

De los más de 30,000 núcleos agrarios existentes en el país, 15 mil 584 se encuentran asentados en zonas de bosques, selvas y matorrales, lo que suma una superficie cercana a los 63 millones de hectáreas, por lo tanto la propiedad social es fundamental para la conservación y aprovechamiento de la biodiversidad de nuestro país.

Estos datos demuestran que es de vital importancia para el desarrollo de México y el bienestar de los mexicanos, el mantener la representatividad de esta amplia variedad de ecosistemas, la riqueza biológica y los servicios ecosistémicos que generan.

A su vez, el manejo eficiente de los núcleos agrarios forestales tiene gran relevancia por su potencial para contribuir a la conservación, la retención y captura de carbono y la regulación de condiciones hidrológicas en las cuencas distribuidas a lo largo del territorio nacional.

La tarea de conservación de los ecosistemas y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales en ejidos y comunidades, requieren del esfuerzo en conjunto de los tres órdenes de gobierno, de las organizaciones de la sociedad civil, de las instituciones académicas, de las empresas y sobre todo de las comunidades que habitan y son poseedoras de la tierra.

La capacitación de ejidatarios y comuneros, su constante interacción con la naturaleza propia de sus núcleos agrarios y el conocimiento del potencial que hay en sus bosques y selvas, además de las formas de explotación sin dañar el ecosistema, son vitales para mantener a México entre los primeros lugares a nivel mundial en biodiversidad.

La coordinación entre diversos núcleos agrarios, permitirá elevar el potencial conservacionista a niveles regionales, multiplicando el esfuerzo y trayendo mayores beneficios a estas comunidades, que en la mayoría de los casos tienen los índices más elevados de marginación a nivel nacional.