Don Rosario Hernández Gómez nació el 16 de noviembre de 1916. Tiene 100 años y desde niño ha vivido en su natal Tomochi, Chihuahua. Sus padres le enseñaron a cultivar la tierra y él, a su vez, ha tratado de inculcar este conocimiento a sus cuatro hijos, entre ellos a Isabel.

Isabel, la más cercana, lo ha acompañado en un viaje de seis horas hasta la Delegación del Registro Agrario Nacional (RAN) en la ciudad de Chihuahua. Pasado el cotejo de documentos y la revisión del escrito libre,  Don Rosario está a punto de concretar por fin su Lista de Sucesión. Responde a las preguntas del registrador, con lucidez y buen ánimo, y se da tiempo para hablar de su gran pasión.

 “Me gusta estar al tanto de cómo va la siembra, de cómo va creciendo la milpa, porque para que la tierra nos dé hay que tratarla con amor. Siempre les doy carrilla a mis hijos, porque se les olvida poner el fertilizante y quitar la yerba… Todavía no le aprenden a la siembra de temporal”, cuenta.

¡Aquí nadie se raja!

Don Rosario ha visto mucho y vivido más en su pueblo enclavado en la Sierra Tarahumara. Formó parte de la orquesta, donde tocó el trombón, el violín, el clarinete y el saxofón. Pero de esa generación sólo él queda. “Bailador de polkas como nadie”, recuerda que no paró ni un minuto cuando se casó. Su mujer murió de “azúcar”, de diabetes, y, por si fuera poco le tocó enterrar a dos de sus hijos. “La vida es un camino que no tiene vuelta”, dice.  

Pero no sólo ha despedido  a sus seres queridos, también a  conocidos que han salido  a buscarle  a  la vida en otros pueblos y ciudades, más allá de la frontera.

 “Muchos se iban para Estados Unidos. Me decían: ¡Vámonos!  No quise seguirlos. ¡Aquí nadie se raja! Menos yo que tengo  a mis hijos pequeños, dije. Nacimos en el campo y sabemos trabajar la tierra, qué vamos a hacer a otro lado. La tierra es todo para nosotros”.

El secreto de Don Rosario

Don Rosario no oculta su emoción al poner su huella digital en la textura del sobre amarillo del depósito de Lista de Sucesión, que le da tranquilidad y orden a su familia. Vienen a él muchas vivencias entorno a la tierra y quisiera contarlas todas, pero se decide por revelar un secreto guardado toda su vida. Pero, ¿cuál es ese secreto?

“¿Cómo le he hecho para vivir tantos años? —se pregunta ante personal del RAN que lo escucha atento—. Comiendo pescado diario y también tomando una cerveza diaria. Pero sólo una, porque después dos ya es borrachera. ¿Saben? La cerveza ayuda para la digestión porque tiene cebada. La cebada viene de una caña y es la única azúcar buena, no como la azúcar mala”.

Me gusta hablar con la tierra

Antes de partir en la camioneta de Isabel, Don Rosario comenta que fue a través de la radio como se enteró del levantamiento y depósito de  Lista de Sucesión. Después, en voz de los comisariados ejidales. Pero no fue fácil, porque tuvo que insistir dos meses para que su hija lo trajera a la delegación del RAN Chihuahua.

Ahora que ha designado a quién heredará los derechos sobre sus parcelas o tierras de uso común, Don Rosario se dispone a regresar a su natal Tomochi, pero ya con mayor tranquilidad, porque tanto sus tierras como sus hijos están asegurados.

“Me gusta hablar con la tierra. Le pregunto que cómo nos va a ir este año, y ya ve ¡Siempre tenemos buena cosecha!  También le pregunto a las milpas, que cuantos años más voy a vivir y nada más se quedan calladas… Y cómo no si ya tengo 100 años y voy para  los 101. ¿Sabe usted lo que es eso? Tarde o temprano el tiempo se acaba. Por eso, no quiero que haya problemas entre mis hijos, yo quiero dejar todo en regla, por suerte hoy ya hice mi testamento. Mi Lista de Sucesión, como ustedes dicen”, concluye Don Rosario Hernández Gómez.