La Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), publicó el libro “Las escuelas primarias de la Ciudad de México en la modernidad porfiriana” (2013), el cual describe el sistema educativo del régimen porfirista, encargado de diseminar entre los mexicanos el espíritu positivista de la modernidad mediante el sistema escolarizado, el cual fue el primero en utilizar mediciones estadísticas para la implementación del servicio educativo.

De acuerdo con la publicación, para formar generaciones de mexicanos con una mentalidad liberal y científica, el gobierno de Porfirio Díaz tuvo que impulsar diversas medidas, entre las cuales destacan generar un marco normativo acorde con los planteamientos liberales, obtener recursos económicos, formar cuadros académicos y administrativos y, sobre todo, lograr la asistencia de los niños a las escuelas —con el previo convencimiento de los padres de familia de que la educación tenía un objetivo práctico—.

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Para poner en contexto el país en el que se desarrolló ese sistema educativo, puede decirse que en 1877 la población era de 9.3 millones de habitantes, mientras que para 1910 había ya 15.1 millones; el producto interno bruto creció durante el periodo a una tasa media de 2.6% anual. A finales del siglo XIX se otorgó al niño un lugar en la sociedad y, por tanto, una formación especial, que le brindaba la escuela. En ella, el infante debía adquirir no sólo conocimientos; también reglas, disciplina y pautas de conducta.

En 1900, en la Ciudad de México había 108,892 niños entre los 5 y los 15 años, los cuales eran demandantes potenciales de educación. Por consiguiente, las autoridades porfiristas se interesaron por conocer de manera precisa esa población. La década de los noventa del siglo XIX representó el periodo clave de la política porfirista, pues fue entonces cuando se consolidó su proyecto educativo. Por eso no fue casualidad que en los primeros años de esa década se levantara el primer padrón escolar del Distrito Federal con características modernas.

Para consolidar el Estado-nación era necesario educar y formar a los nuevos ciudadanos; para ello se construyó un modelo educativo moderno y de alcance nacional que favoreciera la creación de escuelas normales, la imposición de la obligatoriedad de la educación y la cobertura educativa para el mayor número de niños. A partir de ese momento se delimitaron los discursos modernos acerca de la infancia, y la imagen del niño empezó a tener presencia en la sociedad decimonónica, principalmente a través de la escuela.

Si deseas conocer más sobre el tema, te recomendamos consultar esta publicación. 

"Las escuelas primarias de la Ciudad de México en la modernidad porfiriana"

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