Al momento de prepararnos para utilizarlas debemos disponer de una conservadora acondicionada con suficientes bolsas refrigerantes, de manera que la vacuna sea conservada dentro de los rangos de la temperatura mencionada.

Enfocándonos en el producto a utilizar, será clave verificar la fecha de elaboración y caducidad, así como también ver la dosificación y vía de aplicación recomendada. También debemos calcular siempre algunas dosis de más a la cantidad de animales que iremos a vacunar, por si se producen accidentes (ruptura de la jeringa o de algún frasco), contemplando que muchas veces se producen mermas al purgar las jeringas.

Por último, es imprescindible leer atentamente las recomendaciones del fabricante y verificar si trabajamos con vacunas inactivadas o vivas, de modo de tomar las precauciones del caso para quien vaya a trabajar con ese producto.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es el instrumental que utilizaremos: la jeringa debe estar en condiciones adecuadas, desinfectada, en correcto funcionamiento. Debe ser calibrada periódicamente, midiendo el volumen que inyecta, para evitar errores en la dosificación.

En relación a las agujas, debemos disponer de suficientes, teniendo en cuenta que son desechables, y que deben cambiarse antes de que pierdan filo o se deterioren, a fin de no actuar como sacabocados o produciendo lesiones que predispongan a infecciones y abscesos.

En virtud de la vía de aplicación se deberá tener presente el tipo de aguja y tamaño. Habitualmente se recomiendan las 12/18 o 15/15 para ser utilizadas por vía subcutánea y 15/18 o 20/20 para vía intramuscular.

 

Fuente: http://www.cdv.com.ar/wp-content/uploads/2015/08/CDVet06web.pdf