En el blog de los 1000 días te platicamos la importancia de la etapa que comprende hasta los dos primeros años de vida, siendo la más trascendental, porque es cuando el cerebro crece más rápido que en ninguna otra etapa; al cumplir 3 años, el 80% del cerebro de un niño o niña ya está formado. 

Para lograr un desarrollo cerebral sano en esos 3 años, los niños y las niñas necesitan una alimentación saludable y un entorno seguro, protegido y amoroso ya que la estimulación de sus madres, padres o cuidadores juegan un papel importante en esta etapa, es la oportunidad de regalarle un futuro de bienestar físico y mental.

El cuidado cariñoso y sensible comienza antes del nacimiento, cuando la madre y otros cuidadores comienzan a hablarle y cantarle al feto , ya que en esta etapa, es capaz de reconocer las voces, esto ayuda a formar lazos afectivos desde el vientre.

Poco después del nacimiento, los bebés responden a estímulos de gestos, el contacto suave de los brazos, cantos y sonidos de los padres y cuidadores, todo esto junto con la lactancia materna, resulta esencial para el desarrollo óptimo del cerebro.

Los descubrimientos de las neurociencias y la psicología del desarrollo demuestran que este contacto entre quienes cuidan a las niñas y  niños son muy benéficas para el desarrollo en la primera infancia y tienen efectos para toda la vida. A partir de los primeros meses de vida, el tiempo de calidad que le dedicas al bebé (sonreírle, acariciarle, hablarle, contarle cuentos o historias, escuchar música y jugar) genera conexiones neuronales que fortalecen el cerebro infantil.

Si bien, este cuidado es necesario para todos los bebés, es todavía más indispensable para los bebés prematuros, de peso bajo al nacer o con alteraciones congénitas, porque sin él, corren el riesgo de dificultades en su desarrollo. 

El cuidado cariñoso y sensible comprende cinco puntos que se relacionan entre sí:

  • Buena salud

  • Nutrición adecuada,

  • Seguridad y protección

  • Atención receptiva 

  • Oportunidades para el aprendizaje temprano. 

Por todo lo anterior, es importante proteger desde la infancia a nuestras niñas y niños de momentos adversos o complicados, porque los beneficia en su vida futura, tanto en sus relaciones sociales como en su salud física y mental.

Cada momento de expresión de cariño y respeto, por  breve o largo que éste sea, es una oportunidad para garantizar que tus hijas e hijos estén sanos, se mantengan seguros y aprendan sobre sí mismos, sobre los demás y sobre su mundo. Lo que hacemos importa, pero la forma en cómo lo hacemos, importa aún más.

Fuentes consultadas: