MODERADOR: Preside esta ceremonia del 103 Aniversario de la Promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador.

Lo acompañan la presidenta de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Diputados, diputada Laura Angélica Rojas Hernández.

La presidenta de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Senadores, senadora Mónica Fernández Balboa.

El presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.

El gobernador constitucional del estado de Querétaro y presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores, Francisco Domínguez Servién.

La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.

La secretaria del Bienestar, María Luisa Albores González.

El secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González.

El secretario de Marina, almirante José Rafael Ojeda Durán.

La secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján.

La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero.

El secretario de Comunicación y Transportes, Javier Jiménez Espriú.

El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño.

Saludamos de manera especial a los miembros del Gabinete Legal y a los gobernadores de los estados que nos acompañan.

Asimismo, saludamos a las autoridades federales, estatales y municipales, sociedad civil, así como a representantes de los medios de comunicación, al público que nos sigue a través de las redes sociales y por internet al mundo entero.

Todas y todos ustedes sean bienvenidos.

A continuación, hace uso de la palabra Francisco Domínguez Servién, gobernador constitucional del estado de Querétaro y presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores.

FRANCISCO DOMÍNGUEZ SERVIÉN, GOBERNADOR DE QUERÉTARO Y PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA NACIONAL DE GOBERNADORES (CONAGO): Licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos;

Licenciada Mónica Fernández Balboa, presidenta de la mesa directiva de la LXIV Legislatura del Senado de la República; maestra Laura Angélica Rojas Hernández, presidente de la mesa directiva de la LXIV de Cámara de Diputados; ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Jefa de gobierno de la Ciudad de México, gobernadora y gobernadores, doctora Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación; general secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González; almirante José Rafael Ojeda Durán, secretario de Marina; integrantes del gabinete federal.

A mi esposa Karina, a mis hijos Andrea y Francisco, a mi madre María Elena Servién.

Magistrado José Antonio Ortega Cerbón, presidente del Tribunal Superior de Justicia del estado; licenciada Verónica Hernández Flores, presidenta de la mesa directiva de la LIX Legislatura del estado; Luis Nava Guerrero, presidente municipal de Querétaro; senadoras y senadores de la República, diputados y diputados federales y locales, presidentas y presidentes municipales, presidentes de cámaras, colegios, asociaciones; medios de comunicación.

Amigas y amigos todos.

Celebramos el 103 aniversario de la Constitución Política de nuestro país. La Constitución de 1917 es al mismo tiempo un destino y un mecanismo, el destino de un tiempo violento y cruel, de resistencia, pero también de represión, de ideas transformadoras, pero también de intolerancia, de aspiraciones, pero también de confrontación.

La Constitución es el primer esfuerzo legal político para aproximar a los contendientes a cuajar en un ordenamiento normativo las aspiraciones de las y los mexicanos. Ese destino incluye un mecanismo para pacificar al país y cumplirle a la gente que hizo la Revolución, el catálogo de aspiración no es menor.

Las armas mandatan un México democrático, justo, próspero. En este destino, la Constitución es una hoja de ruta para la construcción de una nación nueva.

Vale hoy algunas reflexiones:

Una constitución estructura al poder público, la nuestra establece la organización política bajo una definición impecable e intocable. México es una república representativa, democrática, laica y federal, compuesta por estados libres y soberanos. Ese es el corazón político de la Constitución. El régimen político que ahí se plasma nos llama con urgencia a velar por su integridad, su solidez y su perfeccionamiento.

México es una república porque aquí en esta tierra, a unos pasos de aquí, de este recinto, el imperio fue derrotado. No hay desde entonces espacios para el poder aristocrático, el de un grupo especial o de un linaje, los poderes públicos se integran por ciudadanos selectos.

Por ello, la democracia del sistema circulatorio del sistema político, aquel que garantiza a las y a los mexicanos que nadie pueda llegar para quedarse, que nadie gobierna para siempre, que el poder, tan esencial para la vida nacional, es la democracia que aquella hace estallar la Revolución.

Subrayo, el conflicto armado no erupciona sólo por la pobreza que hiere a la mayoría ni por la venganza del analfabetismo o la desnutrición. No, revienta por la perpetuación, por la privatización del poder público. Su demolición y la paz la sintetiza Madero en una frase: ‘Sufragio efectivo no reelección’.

La democracia funda los poderes públicos a través de representantes electos. Así, la Constitución ordena fraccionar el poder, impedir su concentración, pero hace algo más: garantiza la crítica, la transparencia, el equilibrio.

Tras la guerra de Reforma, el triunfo del juarismo constituye un principio que se vuelve doctrina: la democracia es laica o no es democracia. El laicismo es la garantía de la libertad.

Finalmente, la fórmula cierra con la integración de entidades federativas libres y soberanas que se acercan a la autoridad con la necesidad local, municipal, regional.

He tenido el privilegio de fungir como presidente de la Confederación Nacional de Gobernadores. Desde ahí he velado por un mejor federalismo, con una coordinación estrecha entre los niveles de gobierno para ofrecer mejores gobiernos a las y los mexicanos.

Aprovecho este momento para despedirme del cargo. Agradecer a todas y a todos su apertura, su colaboración para aproximar la letra de la Constitución a la realidad cotidiana de la República.

Agradezco al licenciado Andrés Manuel López Obrador, titular del Poder Ejecutivo federal, por su apertura. Ofreció a la Conago un importante espacio para expresarle con respeto, pero con claridad, las posturas de los gobernadores de los estados, al mismo tiempo transmitió a través nuestro su visión a los ejecutivos estatales.

Se lograron construir avances importantes para México: Superamos las amenazas arancelarias de los Estados Unidos, se logró una repartición más equitativa participaciones y aportaciones incluidas en el presupuesto, construimos la aprobación de 32 grandes proyectos de infraestructura, uno por cada entidad del país.

Señor presidente:

Ha sido un privilegio haber representado a mis compañeras y compañeros gobernadores en este periodo, así como fungir como su interlocutor.

Refrendo mi disposición a construir acuerdos, encontrar espacios para el diálogo y privilegiar la concordia en favor de las familias mexicanas.

Muchas gracias a la jefa de gobierno, a la gobernadora y a los gobernadores por su compañerismo y confianza. Es momento de redoblar esfuerzos para cumplir el ideario de la Constitución de 1917. Hay grandes avances, no hay duda, restan también desafíos importantes.

Vivimos la tercera alternancia del siglo, lo que valida la eficiencia y el respaldo popular del mandato constitucional sobre el régimen político. Las y los mexicanos han aprendido que el voto premia o castiga, expresa, renueva.

Una lectura cuidadosa de la historia convida a la muestra y la templanza. Nada más efímero que las mayorías electorales y más transitorio que los gobiernos. No lo son, en cambio, los grandes procesos históricos tutelados en la Constitución.

Habrá que insistir así en la necesidad de reforzar, profundizar y ensanchar lo que dio origen a más de un siglo de estabilidad, de paz y, en ocasiones, de prosperidad: más democracia, más libertad, más justicia, mejor crecimiento, mayor equidad.

La nuestra fue la primera Constitución en tutelar los derechos sociales. Debemos asumir ese legado como un reto a nuestra generación a hacer realidad el imperio de la ley, la inclusión, la solidaridad; en suma, dar a todas y a todos los mexicanos un sentido de identidad y una confirmación de dignidad.

Eso comienza con la dotación de recursos intelectuales y económicos para acceder a una vida mejor. Coincidimos, el objetivo es el desarrollo, pero su primer requisito es el crecimiento.

La identidad y dignidad no se logran empero solo con lo material, se requiere la empatía hacia quienes piensan diferente y la generosidad hacia el que es vulnerable. También dar a cada necesidad una solución y a cada solución los recursos para hacerla efectiva.

Los buenos propósitos se convierten en amagos desengañados si no se sustentan en acciones financiables, ordenadas y medibles. Hay un renovado sentido de esperanza e ilusión.

En esta ceremonia que reúne el conjunto de los poderes públicos de la República es preciso hacer un llamado a situarnos a la altura del dolor, la necesidad y las demandas de las personas. La concordia debe restaurarse a lo largo y ancho del país, de la máxima magistratura al más modesto servidor público.

Debemos ofrecer a los mexicanos un ejemplo de templanza y colaboración para resolver lo más importante: la necesidad de las personas. Es preciso darle un sentido de urgencia al abandono de la discordia.

Hemos perdido meses de energía por el extravío de la hermandad entre mexicanas y mexicanos. Los tiempos duros que se aproximan serán superables sólo si nos encontramos unidos.

La Constitución, decíamos, fue un destino y un mecanismo. El destino sigue siendo el mismo: hacer de México un país de leyes, de coro y de esencia, un país donde gobierne la política del consenso.

Los mexicanos se transformar para transformar. No tengamos miedo a cambiar, pero tampoco a rectificar. El liderazgo que ofrece puentes para acordar y solucionar revelan no debilidad sino grandeza.

Es momento del reencuentro para emprender la enorme y magnífica tarea de cumplir los anhelos de la gente hecha Constitución.

Muchas gracias

MODERADOR: Señoras y señores, enseguida hace uso de la palabra el ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

ARTURO ZALDÍVAR LELO DE LARREA, PRESIDENTE DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN (SCJN): Señor licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos; señoras presidentas de las mesas directivas de la Cámara de Diputados y de Senadores; señor gobernador del estado de Querétaro, señora secretaria de Gobernación, señora jefa de gobierno de la Ciudad de México, señora y señores gobernadores, distinguidos miembros del presídium.

Señoras y señores:

Este día se conmemoran 103 años de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Una constitución viva y dinámica que a lo largo de su historia ha recogido las exigencias de una sociedad ávida de libertad, igualdad, justicia y bienestar.

Una constitución cuyo texto actual refleja muchas luchas históricas y aún vigentes: la lucha de los trabajadores por condiciones dignas, la lucha de los pueblos y comunidades indígenas por su reconocimiento y autodeterminación, la lucha de las mujeres por la igualdad, la lucha de las personas con discapacidad por ser tomadas en cuenta en un mundo que construye barreras, la lucha por la satisfacción de las necesidades mínimas para una vida digna y con bienestar.

Nuestra Constitución ha dado cauce a los anhelos de paz y prosperidad, y su contenido normativo ha transformado la realidad de muchas personas. Nos ha asegurada una mejor democracia, nos ha dado medios de defensa contra la arbitrariedad y nos garantiza derechos exigibles.

Pero entre las cuentas pendientes de nuestro constitucionalismo sigue estando dolorosamente la consolidación plena de un Estado de derecho y la promesa de una justicia a la que puedan acceder todas las personas, sin distinciones, basadas en su identidad o particular situación.

La visión de nuestra Constitución es la de un sistema de justicia independiente, imparcial, no discriminatorio, gratuito, transparente y de calidad, que garantice los derechos de todas y de todos.

Y para lograr este ideal, la propia Constitución establece bases firmes bajo la forma de un diseño institucional que promueve esos principios a través de la existencia de un tribunal constitucional, un Poder Judicial administrado por un órgano colegiado e independiente, un sistema de carrera judicial, así como un servicio de defensoría pública de calidad para los ciudadanos, entre otras muchas instituciones y salvaguardas fundamentales para el funcionamiento de nuestro orden jurídico.

Sin embargo, es claro que este modelo constitucional de justicia aún está lejos de ser una realidad para la gran mayoría de los mexicanos. La prevalencia de clientelismos, redes de tráfico de influencias, nepotismo, conflictos de interés y corrupción siguen siendo el principal obstáculo para que toda persona, cualquier que sea su origen, condición o circunstancia, tenga a su alcance la posibilidad de defender y hacer valer los derechos que le asisten.

La corrupción judicial no sólo constituye una amenaza al Estado democrático de derecho y pone en tela de juicio la legitimidad misma del sistema, sino que hace de la justicia un privilegio para unos pocos, un lujo al que sólo pueden acceder quienes más recursos tienen.

Se trata pues de un problema que afecta a la totalidad de las instituciones y que tiene consecuencias nocivas para la gente en su día a día con impacto desproporcionado en quienes están en situación de mayor vulnerabilidad.

No hemos podido consolidar en su totalidad un Estado de derecho que brinde la certeza y seguridad necesarias para que la Constitución despliegue en forma efectiva sus reglas, principios y valores, haciendo posible una sociedad más solidaria en la que todas las personas puedan hacer oír su voz, ejercer y exigir sus derechos en igualdad de condiciones y en la que no tenga cabida la impunidad.

Recientemente, en el Poder Judicial de la Federación hemos emprendido esfuerzos para revertir esta situación, los cuales comienzan a rendir frutos. Pero no podemos bajar la guardia, no podemos cejar hasta en tanto saldemos la deuda que tenemos pendiente con la ciudadanía; por el contrario, debemos redoblar energías contra la corrupción y la impunidad, con renovado compromiso, voluntad política y visión de Estado.

Debemos seguir en la ruta trazada y generar las condiciones para que la justicia llegue a todas y a todos, particularmente a quienes menos tienen, a los pobres y olvidados, a los marginados y discriminados, a las mujeres y a todos los grupos en situación de vulnerabilidad, a todos aquellos que siempre han pensado que para ellos la justicia es inalcanzable.

A más de un siglo de distancia tenemos el reto y la inaplazable responsabilidad de hacer de la Constitución una realidad plenamente vigente en la vida diaria de las personas.

Tengo la certeza de que hoy en día las condiciones son propicias para ello y en el Poder Judicial de la Federación estamos comprometidos a hacer la parte que nos corresponde. Vamos en la ruta correcta, seguiremos trabajando sin descanso hasta lograr la meta de una justicia plena y completa para todas y para todos con el único objetivo de servir al pueblo de México.

Muchas gracias.

MODERADOR: A continuación, la doctora Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, hará uso de la palabra.

OLGA SÁNCHEZ CORDERO, SECRETARIA DE GOBERNACIÓN: Señor presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador; señor presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Záldivar Lelo de Larrea; señora presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Rojas; señora presidenta de la Cámara de Senadores, Mónica Fernández Balboa; señor gobernador de Querétaro, señor alcalde, muchas gracias por su anfitrionía.

Señores gobernadores, señora gobernadora, jefa de gobierno de la Ciudad de México, señoras y señores presidentes de los órganos constitucionales autónomos, legisladoras, legisladores federales y locales, magistrados, magistradas federales y locales, compañeras y compañeros de gabinete, invitados especiales, representantes de los medios de comunicación.

Señoras y señores:

Me congratulo que estemos reunidos el día de hoy aquí en histórico recinto del Teatro de la República. Nos convoca la conmemoración de un aniversario más de la promulgación de la Constitución de 1917 en la que están inscritos los principios fundamentales que nos hemos dado como nación soberana.

Nuestra Constitución es al mismo tiempo cimiento de la República y programa para el beneficio del pueblo, para atender sus demandas y dar solución a sus justos reclamos de justicia y de desarrollo.

La evolución del proceso político en México ha ido alimentando nuestra Constitución y se ha conjugado con el principio de soberanía popular. La Constitución contiene los principios rectores a que los servidores públicos tenemos que ceñirnos y los derechos de los ciudadanos que tienen frente al Estado y a sus autoridades.

Requerimos contribuir todos a extender con decisión en nuestro país la cultura de la legalidad, para lo cual es necesario contar con un auténtico Estado de derecho.

El presidente de México plantea esta tarea evocando la frase del Benemérito Benito Juárez: ‘Al margen de la ley nada, por encima de la ley nadie’.

Nuestra Constitución es un texto vivo en el que se plasman avances y se incorporan proyectos de dimensión nacional.

También, en ocasiones, la Constitución ha sido utilizada para dar sustento a proyectos contrarios al interés de la nación o del pueblo. La sabiduría jurídica ha permitido que esas desviaciones se corrijan y que los cambios positivos se abran paso y se consoliden.

Los cambios constitucionales deben ser el punto de partida de procesos de reforma profundos, así ha ocurrido en el primer año de gobierno del presidente López Obrador. En los meses previos han sido aprobadas y promulgadas reformas a nuestra carta magna, diría que las estrictamente necesarias para dar sustento a los cambios que propugna la Cuarta Transformación.

Las materias que motivaron estas reformas dan cuenta de su sentido y objetivos:

En materia de extinción de dominio, para contar con mejores instrumentos en el combate al crimen y a la delincuencia.

Para crear la Guardia Nacional como la corporación de policía indispensable para recuperar la paz y seguridad en nuestro país.

En materia de prisión preventiva oficiosa, para el mismo objetivo de recuperar la seguridad pública.

En materia educativa, para abrir paso a la participación de maestros, padres de familia y educandos en el proceso de la enseñanza aprendizaje y proyectar la educación pública como pilar para el desarrollo social y personal.

Para extender la paridad de género y alcanzar la igualdad sustantiva en beneficio de las mujeres.

Para ampliar y reconocer derechos de las personas, pueblos y comunidades afromexicanas.

Para establecer la revocación de mandato y facilitar la consulta popular, instrumentos centrales de la democracia participativa.

Está en curso de aprobación por las legislaturas de los estados la reforma que impedirá el abuso consistente en la condonación de impuestos que tanto daño causó al erario en años pasados.

Para completar las reformas que requiere la Cuarta Transformación, en próximos días esperamos que el Honorable Congreso de la Unión inicie los procesos legislativos para dos reformas muy importantes:

La que se consagra en el artículo 4º, la nueva política social y los nuevos derechos sociales y humanos que en ella se contemplan.

Las reformas legales necesarias para reglamentar e implementar las normas constitucionales que fueron reformadas y para subsanar algunos problemas que aquejan a la procuración e impartición de justicia.

El presidente ha manifestado con toda claridad que en ninguna reforma o ley penal habrá afectación ni retroceso en materia de los derechos humanos consagrados en nuestra Constitución y en los tratados internacionales. Este compromiso es nuestra guía.

Señoras y señores:

La Constitución de 1917 ha sido nuestra carta magna y ha sido la carta de navegación durante 103 años. El compromiso y tarea de la Cuarta Transformación -como usted, señor presidente, ha establecido- es preservar y ampliar el régimen de libertades y derechos que la Constitución consagra y el Gobierno de México está obligado y comprometido a hacer valer en beneficio del pueblo, siempre, siempre de nuestro pueblo.

Muchas gracias.

MODERADOR: Hará uso de la palabra la diputada Laura Angélica Rojas Hernández, presidenta de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Diputados.

LAURA ANGÉLICA ROJAS HERNÁNDEZ, PRESIDENTA DE LA MESA DIRECTIVA DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS: Licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; senadora Mónica Fernández Balboa, presidenta del Senado de la República; ministro Arturo Záldivar Lelo de Larrea, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; Francisco Domínguez Servién, gobernador constitucional del estado de Querétaro; doctora Olga Sánchez Codero, secretaria de Gobernación; secretarias y secretarios del Poder Ejecutivo federal.

Jefa de gobierno de la Ciudad de México, señora gobernadora, señores gobernadores, compañeros legisladores y legisladoras, señoras y señores representantes de los organismos constitucionales autónomos, presidente municipal de Querétaro, presidentes de los partidos políticos.

Señoras y señores:

Hoy nos convoca el 103 aniversario de nuestra Constitución, que es el pacto fundamental de nuestra sociedad, es la norma de convivencia que los mexicanos nos hemos dado a nosotros mismos; y al mismo tiempo es una expresión de nuestros ideales y anhelos, es el destino que queremos alcanzar dibujado en principios y derechos, son los sueños de la nación.

Y hoy quisiera reflexionar sobre las dos dimensiones esenciales de nuestra Constitución, que es, por un lado, un gran acuerdo político sobre los principios que nos dan identidad como comunidad y que establece derechos fundamentales; y, por otro, un instrumento normativo que en última instancia sirve para resolver los diferendos que normalmente existen en una sociedad democrática, plural y diversa como la nuestra.

Sobre la dimensión política, hay que recordar que ese gran acuerdo que expresa nuestra Constitución es un acuerdo en el que cabemos todas y todos. Esa fue la gran apuesta de Carranza desde 1917, esa ha sido la apuesta detrás de cada reforma que ha tocado el texto constitucional y esa debe seguir siendo la apuesta de hoy.

El reconocimiento de unos y otros como mexicanos, el diálogo, que es el instrumento de la buena política, el acuerdo para encontrar las soluciones a los problemas que aquejan a millones de nuestros compatriotas y la unidad en torno a la construcción de un México en el que nuestras e hijos puedan crecer y vivir felices, seguros y en paz.

Construir ese México pasa por recordar que la Constitución es una norma viva que debe ser reclamada de manera cotidiana y que es el mejor instrumento con que contamos para hacer frente a nuestros desafíos.

Pero, ¿cuáles son esos desafíos?

En primer lugar, la gran promesa incumplida de la justicia social. Mientras más de 60 millones de mexicanas y mexicanos sigan viviendo en la pobreza y en la marginación, la Constitución seguirá siendo letra muerta.

Mientras la educación gratuita y de calidad y los medios para aprovecharla no sean una realidad para todas las niñas, niños y jóvenes, la Constitución seguirá siendo letra muerta.

Mientras no tengamos un servicio de salud universal y gratuito de calidad, y no haya vivienda digna y empleos bien pagados para todos, la Constitución seguirá siendo letra muerta.

Mientras la justicia siga siendo accesible sólo para los privilegiados y la inseguridad y la violencia siga cobrando vidas inocentes a diario, mientras las mujeres sigamos ganando menos que los hombres, sigamos siendo violentadas de mil formas y muriendo a causa de una sociedad machista, la Constitución seguirá siendo letra muerta.

Sin embargo, hay otros elementos de nuestra Constitución que han tenido mejor suerte. Dice Rosario Castellanos que en el pasado se hunden y se alimentan nuestras raíces, porque muchos de nuestros actos, muchas de nuestras costumbres sólo se explican cuando recordamos.

Yo quisiera recordar lo que costó la construcción de nuestro régimen democrático, el pasar de un partido hegemónico de Estado a un sistema de partidos plural que es expresión de la sociedad misma.

Hay que recordar lo que costó pasar del hiperpresidencialismo a la división de poderes y lo que costó diferenciar las tareas de Estado de las tareas de gobierno y delegar dichas tareas como la organización de las elecciones, la protección de los derechos humanos, la generación de información estadística o la salvaguarda del derecho de acceso a la información a los organismos constitucionales autónomos.

Miles de mexicanas y mexicanos participaron en la ardua y prolongada lucha por democratizar a México, especialmente desde el movimiento estudiantil de 1968 hasta el año 2000, pasando por las elecciones de mitad de sexenio en 1997 cuando por primera vez la oposición junta conformó una mayoría en la Cámara de Diputados y Cuauhtémoc Cárdenas ganó la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal.

Nos une el recuerdo de Heberto Castillo y Luis H. Álvarez caminando juntos en defensa de la democracia y la libertad, y el recuerdo del presidente Zedillo reconociendo el triunfo de Vicente Fox en el año 2000.

Por eso creo que, más allá de signos partidistas, esa historia de lucha nos compromete a preservar y mejorar lo ganado en el campo de la democracia, esa democracia establecida en el artículo 40 constitucional que ha derivado en que los ciudadanos hayan votado por tres alternancias a nivel federal y un número importante a nivel local. Ese es un signo de que nuestra democracia funciona.

Y en democracia, hay que decirlo claramente, no podemos dar un sólo paso atrás; al contrario, hay que avanzar fortaleciendo las instituciones democráticas, la separación de poderes, los contrapesos y los límites al poder en todos los niveles. Nunca nadie quiere volver a la prehistoria democrática en donde sólo una voz era escuchada. Ese es un logro de todos y tenemos que cuidarlo.

Hoy la vigencia del artículo 40 constitucional debe ser más clara que nunca. Somos y queremos seguir siendo una república representativa, democrática, laica y federal, queremos seguir siendo una república de todos y para todos.

México vive tiempos de cambio y como en muchas otras ocasiones en nuestra historia estos tiempos generan esperanza, pero también incertidumbre. El orden constitucional es el mejor instrumento que tenemos para dar certidumbre a las y los mexicanos, y a los que nos observan desde fuera.

Una de épocas de cambio más memorables en nuestra historia fue la del segundo imperio. A la muerte de Maximiliano, Juárez logró restablecer con legitimidad el orden constitucional, el orden de manera legítima a través de la Constitución. La historia siempre nos da lecciones.

En el Poder Legislativo entendemos la gran deuda que tenemos en materia de justicia social, asumimos la lucha por una sociedad auténticamente igualitaria, inclusiva, en la que todas y todos gocemos de plenas libertades para desarrollarnos y ser felices, y conocemos el anhelo de cambio de todas las mexicanas y los mexicanos.

Por eso, más allá de colores e ideologías la historia nos convoca a trabajar en unidad para hacer cumplir las promesas que el texto constitucional ha hecho a las y los mexicanos. Colaboremos más estrechamente entre poderes. Quienes pensamos distinto debemos escucharnos, dialogar y construir para materializar el sueño mexicano consagrado en nuestra Constitución.

Muchas gracias.

MODERADOR: A continuación, hace uso de la palabra la senadora Mónica Fernández Balboa, presidenta de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Senadores.

MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA, PRESIDENTA DE LA MESA DIRECTIVA DE LA CÁMARA DE SENADORES: Muy buenas tardes.

Licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; diputada Laura Angélica Rojas Hernández, presidenta de la Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión; señor ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; señor gobernador Francisco Domínguez Servién, gobernador de Guanajuato y presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores; señora secretaria de Gobernación, doña Olga Sánchez Cordero.

Señora jefa de gobierno, señora gobernadora, señores gobernadores, senadoras, senadores, miembros del gabinete, autoridades.

Inicio expresándoles el gran honor que significa para mí como mujer, como mexicana y como presidenta del Senado dirigirme a ustedes en este acto conmemorativo del 103 aniversario de nuestra Constitución. Su celebración merece el mayor reconocimiento a todas las instituciones del Estado, pues gracias a ellas y a su amparo México vive hoy en democracia y en libertad.

Todo aquello que nos une y da sentido como nación está en la Constitución. Nuestro pasado, nuestras aspiraciones, luchas y conquistas históricas, todo se encuentra cifrado en la Constitución, que es al mismo tiempo norma suprema, pacto político, síntesis ideológica y expresión material de la voluntad colectiva. Como mexicanas y como mexicanos nos afirmamos y reafirmamos en la Constitución.

Hoy celebramos que hace 103 años México tuvo la visión y la capacidad de construir una sólida base jurídica, política y social para el desarrollo del país luego de la Revolución mexicana.

La Constitución de 1917 fue un excepcional pacto político que permitió pacificar al país y establecer los principios del poder público en clave republicana federal y democrática.

Fue también un pacto social que respondió a los principales y a las principales demandas del pueblo de México y al elevar a rango constitucional los derechos sociales. Nuestra norma suprema se convirtió en uno de los baluartes del constitucionalismo social.

Esta Constitución nos ha dado un proyecto de nación, una carta de navegación que se ha mantenido vigente a lo largo del tiempo, acompañando la evolución de la sociedad. Esto se debe a que desde sus orígenes el texto constitucional estipuló un mecanismo de preservación y actualización, haciendo de la nuestra una de las constituciones más reformadas y adicionadas en todo el mundo.

En las últimas décadas se pudieron concretar transformaciones de gran envergadura, como la democratización del país, la igualdad jurídica ante la ley, el reconocimiento del voto de las mujeres, la autodeterminación de los pueblos indígenas y el cambio de paradigma en materia de derechos humanos, tan sólo por nombrar algunas.

Nuestra historia refleja una constitución abierta promotora y receptora del progreso social. Con esta convicción, en la 64 Legislatura hemos aprobado 13 reformas constitucionales que buscan dar respuesta a las demandas del siglo XXI. Entre ellas destacan:

Las medidas aprobadas para detener y combatir la corrupción.

Hemos legislado para aplicar la extinción de dominio a los bienes que sean producto de actividades ilícitas y que esos recursos puedan ser utilizados en beneficio de los grupos vulnerables.

Incluimos en el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa al uso indebido de programas sociales con fines electorales, a la corrupción y al feminicidio.

Reformamos el emblemático artículo 3º, devolviendo el sentido social a la educación y reconociendo la labor fundamental de las maestras y de los maestros en beneficio del país.

Plasmamos en nuestra Constitución el reconocimiento de la participación paritaria de las mujeres en la vida pública del país para avanzar conjuntamente en la toma de decisiones políticas y administrativas. La legislatura de la paridad de género atendió a su cita con la historia en la lucha por el empoderamiento de las mujeres.

Legislamos para que un grupo históricamente vulnerado, como el de las personas, pueblos y comunidades afromexicanas, les sean garantizados sus derechos y su identidad.

En materia de seguridad establecimos las bases para la Guardia Nacional, institución policial honesta destinada a salvaguardar la vida, las libertades, la integridad y el patrimonio de las personas.

Con la reforma en materia de consulta popular y revocación de mandato atendimos a un sentido reclamo social y fortalecimos los mecanismos de participación ciudadana; y en caso de que los gobernantes fallen, puedan ser removidos de su cargo cuando hayan perdido la confianza de su pueblo.

Ninguna de estas reformas hubiera sido posible sin el diálogo y acuerdo entre las diferentes fuerzas políticas representadas en las cámaras del Congreso de la Unión y en las legislaturas locales.

A todas y todos los legisladores, mi reconocimiento por anteponer los intereses de la nación frente a las legítimas diferencias que nos distinguen en el marco de un México plural.

Señoras y señores:

Esta conmemoración nos invita a pensar en las transformaciones que debemos seguir impulsando con base en nuestro legado constitucional.

Hoy, como hace 103 años, México enfrenta numerosos desafíos y estoy segura de que hoy, como en ese entonces, tendremos la capacidad de salir adelante. Nuestra carta magna seguirá siendo esa brújula que nos orienta en las adversidades y el factor de unidad ante la discordia.

Es tiempo de fortalecer nuestra cultura constitucional, de entender y atender la importancia que tienen los derechos humanos, de valorar la democracia y de participar colectivamente en la construcción de un México mejor.

Honremos a la Constitución con nuestros actos de cada día. Honremos a la Constitución impulsando las transformaciones que nuestro país necesita.

Muchas gracias.

MODERADOR: Damas y caballeros, escuchemos el mensaje que nos dirige el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador.

PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Señoras, señores, amigas, amigos todos, servidores públicos de los tres poderes de los gobiernos de nuestra República:

En esta ocasión recordamos cómo ha ido evolucionando la vida pública de nuestro país. En este aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917 podemos hablar de historia, de política y de nuestro pacto social.

Podemos reflexionar sobre la historia porque ha habido tres importantes constitucionales federales en el México independiente: la Constitución de 1824, que da inicio a la primera república federal, la Constitución liberal de 1857 y la Constitución vigente de 1917.

De la Constitución de 1824 a la Constitución de 1857 transcurrieron 33 años y en ese tiempo hubo también leyes y constituciones centralistas, pero fueron 33 años de una Constitución federal, liberal, republicana.

De 1857 a 1917, 60 años. Se tuvo que enfrentar en ese intervalo de tiempo tanto al conservadurismo, que se oponía a los cambios, como lo que significó la intervención francesa, la invasión del ejército francés a nuestro territorio durante el movimiento de Reforma; y también en ese tramo se tuvo que resistir los 34 años de dominación porfirista.

Por eso surge la Constitución del 17, después de la Revolución, que ya sabemos, se origina por la democracia, por la búsqueda de las libertades y de la democracia, y también por la búsqueda de la justicia social.

Esta Constitución del 17 ha permanecido 103 años. Es la Constitución más antigua de nuestro país y desde luego la más importante de todas.

En lo político, hablábamos de la Revolución, que se origina para hacer a un lado a la dictadura porfirista para combatir la esclavitud y hacer valer la justicia y la democracia.

Es muy importante lo que aquí mencionó la representante de la Cámara de Diputados, también el gobernador de Querétaro, acerca de que la Revolución tuvo dos grandes demandas: la justicia y la democracia.

Y es muy destacado, muy importante, considerar que el lema, la bandera para convocar al pueblo a tomar las armas en contra de la dictadura fue la democracia, por eso el sufragio efectivo y la no reelección.

Por eso también la grandeza del presidente Madero, el presidente más demócrata que ha habido en la historia de nuestro país. Hemos tenido buenos presidentes, pero ninguno con tanta vocación democrática como Madero.

Eso es lo que le cuesta la vida, por eso lo asesinan. Y de esa felonía, de ese golpe a la democracia, inicia con más fuerza la Revolución y surge un político con visión de Estado, que precisamente este año se recuerda el centenario de su asesinato en Tlaxcalantongo: Venustiano Carranza.

Cuando encarcelan para luego asesinar cobardemente al presidente Madero en esta confabulación de militares, de Huerta y otros, con la participación abierta descarada del embajador Wilson, el embajador de Estados Unidos en México, el único gobernador que se rebela e inicia el movimiento para restablecer la legalidad fue Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila.

Por eso en este mes también vamos a conmemorar un aniversario más del nacimiento de nuestro ejército, nuestro ejército revolucionario, fundado en ese entonces precisamente el día en que detienen a Francisco I. Madero, el 19 de febrero.

Carranza, un extraordinario político que tiene que enfrentar las oposiciones de otros revolucionarios, tiene, como todos los políticos, claroscuros. En esa lucha entre revolucionarios, siendo él el primer jefe del Ejército Constitucionalista o como presidente, son asesinados Emiliano Zapata, Francisco Villa, el general Felipe Ángeles, manchas en la trayectoria política de Venustiano Carranza.

Pero también tiene muchos aciertos, uno de ello fue precisamente el convocar al Constituyente y elaborar la Constitución que hoy estamos conmemorando.

Pero no sólo eso, sino que sostuvo una postura política progresista, nacionalista. Hay algo que se le debe a Venustiano Carranza: la nacionalización del petróleo, distinto a lo que fue luego esa gesta histórica que conocemos como la expropiación del petróleo. No se hubiese podido recuperar el petróleo que estaba en manos de extranjeros si no se establece en el artículo 27 de la Constitución del 17 la propiedad de la nación sobre el petróleo.

Y esto fue una propuesta de Venustiano Carranza en un ambiente de mucha tensión, porque aquí, enfrente de este teatro, estaban los informantes de gobiernos extranjeros que no querían que se incluyera en la Constitución el dominio de la nación sobre el petróleo, porque ya estaban entregadas las concesiones a las empresas petroleras.

Con mucha habilidad política, con cautela y con firmeza, con convicciones, se dejó la discusión del artículo 27 casi al final de la aprobación de la Constitución en su conjunto, de todos los artículos de la Constitución.

Se convoca, como ya sabemos, a los legisladores representantes de los distritos de todos los estados para trabajar en diciembre del 16 y en enero del 17, y este artículo del 27 se pone a consideración de las asambleas hasta a finales de enero. Casi finalizando la labor, el trabajo de los constituyentes, y sin dar tiempo, se aprueba el artículo 27 por unanimidad.

Cuando avisaron que se había llevado a cabo esta profunda reforma, hubo protestas y amenazas, pero ya estaba en la Constitución, ya se había aprobado el derecho de la nación mexicana sobre el petróleo.

Se tuvo que pasar por muchas presiones, no se podía hacer la ley reglamentaria del 27, fue hasta el 38 que se expropia el petróleo, pero esta fue una hazaña de Venustiano Carranza, algo que debemos de recordar con mucho respeto y reconocer a este político, hombre de Estado que supo estar a la altura de las circunstancias, llamar al pueblo a combatir al usurpador Victoriano Huerta y dejarnos la Constitución del 17 con este artículo que es fundamental, nuclear en la vida política de nuestro país y elemento fundamental de nuestra soberanía.

Con esta Constitución, con su espíritu ahora estamos emprendiendo la Cuarta Transformación de la vida pública del país y se están actualizando las reformas que han hecho los legisladores a propuestas del Ejecutivo o iniciativas de diputados y de senadores.

Pueden, lo he dicho en otras ocasiones y lo repito ahora, pueden ser consideradas dichas reformas como una nueva Constitución. Es una nueva Constitución dentro de la Constitución del 17. Las reformas que se han hecho han atendido la necesidad de cambio.

Por ejemplo, fue muy importante el que se reformara la Constitución para que se considerara delito grave a la corrupción, que no lo era, aunque parezca increíble, en nuestro país donde imperaba la corrupción. El que robaba presupuesto no podía ser juzgado por hechos corrupción o podía ser acusado, pero tenía derecho a obtener la libertad con una fianza. Esto ya se modificó.

Y fue algo muy importante, porque nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes, eso es lo que ha dado al traste con todo, esa es la causa principal de la desigualdad económica y de la desigualdad social.

Entonces, no permitir la corrupción fue un gran avance, el castigar la corrupción, el que no se le permita al corrupto la posibilidad de salir de la cárcel.

Que podamos los mexicanos erradicar la corrupción, desterrar para siempre la corrupción y fortalecer nuestros valores culturales, morales, espirituales, que se llegue a estigmatizar al corrupto, que no se le aplauda, que no se le celebren sus actos de corrupción, que se avergüence el que piense que va a llegar a un cargo público para hacerse grande con la riqueza mal habida.

Creo que esta es una transformación o es un elemento central de la Cuarta Transformación: desterrar por completo, acabar por completo con la corrupción política.

Lo segundo que se ha hecho, y muy bien, con el apoyo de todos los legisladores, de todos los partidos, se reformó la Constitución para crear la Guardia Nacional, eso fue un gran avance. No teníamos cómo enfrentar el problema de la inseguridad y de la violencia, no podía el Ejército y la Marina hacer labores de seguridad pública, estaban impedidos constitucionalmente hablando y se hizo esta reforma.

Ahora está en proceso de creación la Guardia Nacional, vamos a tener más presencia, más vigilancia, va a haber más protección a los ciudadanos en toda la República. Esto fue un gran logro.

También fue importante el que se reformara la Constitución para establecer el principio de la revocación del mandato. Que no se piense que ganamos y podemos hacer lo que nos dé la gana. La democracia es el gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. En la democracia el pueblo manda, el pueblo pone y el pueblo quita a sus representantes.

Con la revocación del mandato va a tener todo el tiempo las riendas del poder en sus manos la ciudadanía, y vamos a hacer valer este principio constitucional.

En el 2022 me voy a someter a la revocación del mandato y es una pregunta: ‘¿Quieres que continúe el presidente de la República o que renuncie?’

Esto es un avance importante, como lo es el que se hayan facilitado las cosas para llevar a cabo consultas ciudadanas, no sólo quedarnos en la democracia representativa. No es que nos eligieron y vamos a estar hasta el final, hagamos lo que hagamos. No, democracia participativa, que el pueblo siempre sea el que decida. El poder, como lo establece la Constitución, dimana del pueblo y se instituye para su beneficio.

Algo que es importante también para la democracia fue la reforma para considerar también delito grave el fraude electoral, eso es un gran avance, acabar ya de una vez y para siempre con las trampas electorales.

Hablaba yo de la vocación democrática de Madero. No se pudo lograr un verdadero sistema democrático en nuestro país ni pudo la Revolución con eso, a pesar de que fue profunda la Revolución mexicana.

Se hizo a un lado a don Porfirio, pero que se quedó doña Porfiria y se simuló, y México se distinguió por ser uno de los países más antidemocráticos del mundo y esto lo tenemos que corregir.

Tiene que haber democracia, nada de compra de votos, nada de utilizar el presupuesto público para favorecer a candidatos, para favorecer a partidos, nada de falsificación de actas, nada de relleno de urnas, nada de que voten los finados, nada de nada, tiene que haber democracia y no permitir el fraude electoral; y el que actúe como mapache electoral, el que haga fraude, a la cárcel sin derecho a fianza. Democracia como forma de vida y como forma de gobierno, esto es también otro cambio importante que le debemos a los legisladores, diputados y senadores.

Y, por último, creo que va a ser muy trascendente que en el Congreso se apruebe que los programas de bienestar, en especial el derecho del pueblo a la salud, el derecho a la pensión de adultos mayores, la pensión para niñas, niños con discapacidad, el derecho de los estudiantes de familias de escasos recursos económicos a tener una beca y poder estudiar.

Que estos derechos se eleven a rango constitucional, esa es la reforma pendiente que estoy seguro que en este periodo va a discutirse y, en su caso, aprobarse en el Congreso, y esto va a significar el establecimiento de un auténtico Estado de bienestar.

Así vamos a estar celebrando siempre, recordando con lealtad a los que lucharon en otros tiempos y dieron hasta la vida por la justicia, por la libertad, por la democracia, por la soberanía nacional.

Quiero concluir diciéndoles que, además de estos cambios, se logró, ya es algo significativo, que en el Tratado de Libre Comercio, el capítulo original o el proyecto original que contemplaba comprometer nuestro petróleo y los recursos energéticos de México en una especie de un manejo conjunto de los países de América del Norte, se eliminó ese voluminoso capítulo y quedó en el Tratado de Libre Comercio dos o tres renglones en donde se reafirma la soberanía de nuestro país y el dominio de la nación sobre nuestros recursos naturales, en particular del petróleo.

Esto que nos tocó resolver todavía en el proceso de transición antes de llegar a la Presidencia fue producto de muchas negociaciones y de tensiones durante 15 días y de ruptura de pláticas por una semana.

Y quiero aquí decir, en este Teatro de la República, por la importancia que tiene el que se haya logrado, lo que se planteó de parte de México, quiero decir que se reiniciaron las pláticas, se reinició la negociación del tratado luego de una consulta al presidente Donald Trump y, aunque parezca increíble, él fue respetuoso de nuestra soberanía. Por eso hablamos de respeto mutuo.

Y no vamos a estarnos peleando por gusto, no vamos a ir a todas, vamos a las que signifiquen realmente hacer valer nuestra independencia, nuestra soberanía, lo que es México: país libre y soberano.

Muchísimas gracias.

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