Amigas, amigos:

Me da mucho gusto participar en esta ceremonia, que se lleva a cabo en el Palacio Nacional, en la sede del Poder Ejecutivo.

Celebro que se esté distinguiendo a Tita Radilla y al maestro Fix Zamudio; que se les haya otorgado, por parte de la comisión encargada de este premio, el reconocimiento que merecen.

Tenemos que proteger a los ciudadanos y hacer valer los derechos humanos, los derechos humanos fundamentales.

Vengo de la lucha por la justicia, vengo de la oposición. Así llegué a este cargo, y recuerdo que todavía no existía la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Fíjense lo que son las cosas, las paradojas, la historia pública de nuestro país.

Tuve que ver en el esclarecimiento de un homicidio cometido por la policía judicial de Tabasco, 1989, y la oficina de Derechos Humanos, en ese entonces, hace 30 años, estaba en la Secretaría de Gobernación.

Pero, también, de esas cosas que suelen pasar, el director de esa oficina era un hombre íntegro, sensible, Luis Ortiz Monasterio, y logramos esclarecer el asesinato. Se destituyó al procurador y se castigó a los agentes judiciales.

De modo que sé de lo que se trata. Y por eso celebro que se haya consolidado con el tiempo la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, a pesar de los pesares, sobre todo, de lo que se ha padecido en los últimos tiempos, desde que se declaró la guerra a la delincuencia organizada, desde que se le pegó un garrotazo a lo tonto al avispero y nos metió en esta crisis, que tanto dolor ha producido al pueblo de México. A pesar de eso, existe la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Y, desde luego, celebro que se haya otorgado este premio, además de la señora Tita, al maestro Fix Zamudio.

Tengo una anécdota sobre el maestro Héctor Fix Zamudio, que se complementa con lo que aquí mencionó Luis Raúl González Pérez.

No sabía yo que no había aceptado, cuando le ofrecieron ser Ministro de la Corte, pero sí sé y me consta, porque estaba yo en la mesa de negociación cuando se integró el Consejo del Instituto Electoral, 1996, cuando se separó el INE de Gobernación, que se creó ya una institución autónoma.

Yo era presidente de un partido y había una reunión en Gobernación para decidir quién iba a ser el presidente del Consejo del INE y quiénes los Consejeros. Y los partidos hicieron propuestas. Y ya había un acuerdo previo para que ocupara la presidencia del INE un ciudadano, una persona.

Y nosotros consideramos que no era la persona idónea, adecuada para ser presidente del INE.

Y se rompió la negociación. Se reanuda la negociación, porque era importante, además, se tenía que aprobar una ley electoral y nos dicen que si proponíamos. Presentamos a 10 ciudadanos distinguidos que y, además, dijimos que en la mesa se podían hacer otras propuestas, pero que no queríamos al que ya tenían arreglado, que no nos daba confianza. Todo esto en el proceso de lucha por la democracia.

Y surgió el nombre del maestro Fix-Zamudio y hubo consenso. Todos dijimos: estamos de acuerdo que él sea el Presidente del INE, del Instituto Electoral Federal. Y se le habló. Era Chuayffet, Secretario de Gobernación, y se le habló por teléfono para invitarlo para que aceptara. Y dijo que no podía. Que tenía compromiso con la universidad, con la UNAM.

Me llamó mucho la atención porque ustedes saben que es muy difícil el que en un sistema político como el nuestro que, afortunadamente, ya está cambiando, la gente diga: no, siempre dicen: sí. Y el hecho de que el maestro haya dicho: no, lo distingue.

También, tengo que decir que dijo: no, que estaba de Director del Colegio de México, Andrés Lira, que fue el segundo. Cuando el maestro Fix dijo: no, se le habló al que estaba de Presidente del Colegio de México, Andrés Lira, y dijo, también, no. Y, como tercero, José Woldenberg, que dijo: sí, y qué bueno, porque hizo un buen trabajo como Director del INE.

Pero esa es la historia. Por eso, con mucho gusto, cuando la licenciada Olga Sánchez Cordero me informó que se iba a entregar este premio, y que podía ser este día, que es, como se dice coloquialmente, el mero día o el día que lo permitiera mi agenda, dije: no, el mero día. Y aquí estamos con ustedes. El día 10.

Y termino nada más diciéndoles dos cosas en lo general. Primero, que vamos a hacer realidad el Estado de Derecho. No va a haber ya Estado de chueco.

Estado de Derecho, que significa independencia, autonomía, respeto de los poderes. Se termina la vieja práctica porfirista de que la Constitución se respetaba en la forma, para violarse en el fondo.

Se termina también la vieja práctica de que el poder de los poderes era el Ejecutivo, que el Poder Legislativo y el Poder Judicial estaban subordinados. Eso se acabó. Y vamos a convertir en realidad el principio de los liberales del Siglo XIX: al margen de la ley, nada. Por encima de la ley, nadie.

Y ya empezamos. Ya envié una iniciativa de ley para reformar el 108 constitucional y quitar el fuero al Presidente. Desde la Constitución de 1857 al Presidente sólo se le puede juzgar por delitos de traición a la Patria y en esa Constitución también se le podía juzgar por delitos electorales.

En la Constitución del 17, vigente, se quitó lo de delitos electorales y sólo dejaron por traición a la Patria.

Ahora se va a poder juzgar al Presidente por cualquier delito, como a cualquier otro ciudadano. Y se va a poder juzgar al presidente en funciones. Se acaban los fueros, se acaban los privilegios.

Es una etapa nueva. Y como aquí hay muchos abogados, mujeres y hombres, es también muy satisfactorio poder decirles que ya la corrupción se convierte en delito grave. Imagínense, en qué país vivíamos, con qué leyes, que la corrupción no era delito grave.

Estos son los cambios que ya se están poniendo en práctica. Desde luego, hay diferencias, hay discrepancias. Pero nosotros vamos a garantizar siempre el derecho a disentir. Decía el presidente Juárez: nada por la fuerza. Todo por la razón y el derecho.

Y termino, haciendo el compromiso, por convicción, de que el Ejecutivo Federal no va a promover la violación de derechos humanos. No va a proteger a quienes violen los derechos humanos.

Vamos a aceptar y vamos a cumplir todas las recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y vamos a respetar la autonomía de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Muchas gracias.

Y nos vemos el próximo año, muchas gracias, en una ceremonia como ésta, para seguir reconociendo a todos los defensores de los derechos humanos.

Gracias.