MODERADOR: Se encuentra con nosotros el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos en compañía del presidente de la República de Guatemala.

En estos momentos se lleva a cabo la ceremonia tradicional del pueblo maya.

(CEREMONIA)

MODERADOR: Damos inicio a esta ceremonia con los honores correspondientes al presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

(HONORES)

MODERADOR: Preside esta ceremonia Petición de perdón por agravios al pueblo maya, fin de la Guerra de Castas el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y comandante supremo de las Fuerzas Armadas, licenciado Andrés Manuel López Obrador.

MODERADOR: Integran el presídium:

El presidente de la República de Guatemala, excelentísimo señor Alejandro Eduardo Giammattei Falla.

El gobernador de Quintana Roo, licenciado Carlos Manuel Joaquín González.

La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.

El ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, licenciado Pedro Bolo Vila.

La representante del pueblo maya Ana Karen Dzib Poot.

El secretario de Relaciones Exteriores, licenciado Marcelo Ebrard Casaubón.

El secretario de la Defensa Nacional, general Luis Cresencio Sandoval González.

El secretario de Marina, almirante José Rafael Ojeda Durán.

La secretaria de Cultura, licenciada Alejandra Frausto Guerrero.

El presidente de la Comisión Presidencial para la Conmemoración de Hechos, Procesos y Personajes Históricos de México, maestro Zoé Robledo Aburto.

El director general del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, licenciado Adelfo Regino Montes.

El presidente municipal de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, licenciado José Esquivel Vargas.

El gobernador de Campeche, licenciado Carlos Miguel AysaGonzález. 

El gobernador de Chiapas, doctor Rutilio Escandón Cadenas.

El gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández. 

El gobernador de Yucatán, maestro Mauricio Vila Dosal. 

También nos acompañan los excelentísimos señores Robert Ly, embajador de Côte D’ivoire, y Khaled Shamaa, embajador de Egipto.

Representantes del pueblo maya, apreciables funcionarios de la República de Guatemala, integrantes del Gabinete Legal de México, representante de la Unesco, señor Frederic Vacheron, medios de comunicación y quienes nos siguen por internet a través de las redes sociales, reciban todos la más cordial bienvenida. 

El licenciado Carlos Manuel Joaquín González, gobernador del estado de Quintana Roo, hará uso de la palabra. 

CARLOS MANUEL JOAQUÍN GONZÁLEZ, GOBERNADOR DE QUINTANA ROO: Buen día. 

Me da mucho gusto saludarles, saludar y darle la bienvenida a Quintana Roo al señor presidente de México, a don Andrés Manuel López Obrador. Siempre bienvenido a Quintana Roo, señor presidente. 

Darle la bienvenida a México, por supuesto, a nuestro estado, al señor presidente de la República de Guatemala, don Alejandro Giammattei Falla. Bienvenido, señor presidente.

Saludo a la secretaria de Gobernación, señor secretario de la Defensa Nacional, al secretario de Marina, señor secretario de Relaciones Exteriores, al ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, secretaria de Cultura, señor presidente de la Comisión de Conmemoración de Hechos, al señor director del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, a la señora representante del pueblo maya, señor presidente municipal de Carrillo Puerto.

Le doy la bienvenida también al estado a los gobernadores de Campeche, de Chiapas, de Tabasco y de Yucatán, además de los señores embajadores, amigas, amigos.

Me siento muy honrado de recibir una vez más en Quintana Roo, aquí en Tihosuco, al presidente de México, licenciado Andrés Manuel López Obrador, y compartir con todos ustedes esta ceremonia en el marco de la reivindicación histórica a los pueblos originarios.

Por eso, uno de los puntos básicos de esta nueva democracia que vivimos es la de establecer un periodo de reconstrucción, orden y reconciliación que nos permita a todos los mexicanos recuperar nuestro liderazgo en toda la grandeza que poseemos y abandonar por completo cualquier tipo de marginación, pobreza y exclusión.

Señor presidente:

Muchos pueblos construyen su identidad alrededor de la idea que tienen del origen de la humanidad. Los pueblos indígenas representan lo más puro de nuestras raíces y tradiciones, y son el origen de nuestra identidad como habitantes de esta región.

Su legado trasciende porque se ve reflejado en el alma y el pensamiento de la propia raíz de la tierra que los ha ido forjando. Por ello, los centros ceremoniales mayas hoy nos unen para reafirmar nuestros ancestros, nuestra dignidad y todas nuestras raíces y tradiciones, que son el punto común y la inspiración para ser mejor gobernantes y dirigir los destinos de este querido pueblo llamado Quintana Roo.

Por otro lado, son el vínculo entre la cosmovisión y el hombre, donde se involucra también la participación social, a partir de reafirmar el concepto de comunidad. Es por ello que el ritual, la cosmovisión, la religión y la ideología no son estáticas, sino que son productos de hechos históricos inmersos en procesos de larga duración que marcan la espiritualidad indígena que hoy estamos compartiendo.

Todos hemos aprendido de nuestros antepasados lejanos y cercanos, y frecuentemente hacemos referencia a las historias que nos contaban nuestros padres, abuelos y los abuelos de los abuelos, porque todos, aún los más ancianos, todavía recuerdan lo que les decían sus antepasados.

Este encuentro de hoy nos permite refrendar el compromiso permanente que tenemos con el gobierno federal de trabajar juntos para devolverle la dignidad y el respeto a nuestras culturas originarias, que son el caso de nuestros hermanos mayas, el legado de la civilización y sus repercusiones de la dinámica del caribe mexicano. 

Sin embargo, más allá de su importancia en nuestra vida, quiero sentirme parte de esta reivindicación histórica que hemos trazado, porque los lazos se labran con la identidad en tiempos de cambio, donde todos apostamos por un mejor y más justo porvenir.

Los pueblos mayas están contando en primera persona sus emocionantes historias, historias de lucha contra siglos de injusticia y discriminación y de defensa de los recursos y los derechos que preservar sus culturas, idiomas, espiritualidad y tradiciones, presentan otros puntos de vista sobre los modelos de desarrollo que excluyen la experiencia indígena y promueven el respeto mutuo y la comprensión intercultural, que son indispensables para construir una sociedad en la que no exista la pobreza ni los prejuicios. 

Por eso hay que seguir trabajando muy fuerte desde las diferentes áreas de gobierno, para contribuir a la realización de los justos derechos y aspiraciones. 

Señor presidente, amigas y amigos:

Yo me sumo y comparto los desafíos para impulsar un futuro mejor y más equitativo, y a esforzarnos más para mejorar el bienestar de quienes han venido sufriendo marginación y pobreza.

No podemos en esta reconstrucción tener una sociedad de primera y otra de segunda, no podemos tener tampoco ciudadanos de primera y de segunda. Es así que, en el marco histórico de los pueblos originarios, en el escenario tan difícil que estamos pasando con el COVID, nuestros esfuerzos tienen que priorizar el salvar vidas, proteger las preciosas redes de cultura, lenguaje y conocimiento tradicional que nos conecta con nuestras raíces profundas de la humanidad, y reconocer el legado de quienes llevan en alto el nombre de sus ancestros y que hoy permite que la cultura maya siga viva.

Mi homenaje y respeto por los derechos indígenas, el revivir cada tradición y cultura representa la mejor enseñanza para que nuestras futuras generaciones dentro de su (falla de transmisión)

Bienvenido, señor presidente.

Muchas gracias.

MODERADOR: A continuación, la secretaria de Gobernación, doctora Olga Sánchez Cordero, a nombre del Estado mexicano dará lectura al mensaje de petición de perdón por agravios al pueblo maya.

OLGA SÁNCHEZ CORDERO, SECRETARIA DE GOBERNACIÓN: Muy buenas tardes a todas, a todos ustedes. Con su venía, señor presidente de México, señor presidente de Guatemala.

(Habla en lengua indígena)

Un saludo a ustedes, autoridades de las tierras y territorios de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.

Desde que México emprendió su camino como nación libre y soberana, nuestros antiguos abuelos y abuelas proyectaron una identidad fraterna, diversa y aglutinante: la mexicanidad. Sin embargo, por muchos años y de muchas formas se ha mantenido a los pueblos originarios en el rezago, tratándolos como un marcado paternalismo y, en el peor de los casos, con evidente desprecio. 

Por lo mismo, cuando pensamos en el pueblo maya de México y Centroamérica solemos pensar en un pasado remoto; sin embargo, se trata más bien de comunidades vivas que se mantienen firmes a lo largo de la historia a pesar de la discriminación y los múltiples agravios que han resentido.

Durante siglos, estos pueblos han sufrido explotación y maltrato, desde lo que puede considerarse despojo de sus tierras con el consecuente desplazamiento, hasta injusticias y humillaciones en sus propios territorios. 

Derivado de estas situaciones, en 1847 ocurrió un hecho emblemático en la historia da la resistencia indígena en México: el estallido de la llamada Guerra de Castas, un movimiento iniciado por el pueblo que cuestionó las injustas condiciones socioeconómicas que los mantenía en la opresión. 

En esa guerra, el poder del Estado mexicano se ensañó cruelmente contra el pueblo maya en rebeldía; incluso, el fin de ese episodio no significó una mejoría para ellos, al contrario, el pueblo maya permaneció a la sombra del pretendido desarrollo del siglo XX y ahora del siglo XXI, siendo excluidos por un sistema político y económico que les ha impedido muchas veces también su derecho a la autodeterminación. 

De ahí que este año de celebraciones por los dos siglos de consumación de la Independencia de México sea una oportunidad para la reconciliación nacional a partir del reconocimiento de nuestro pasado y de sus errores, de los errores cometidos.

Hoy reconocemos algo que hemos negado por mucho tiempo: los agravios e injusticias que se han cometido en contra del pueblo maya.

Estamos ante una nueva oportunidad para construir una nación que no permita que el pueblo maya sea violentado, despojado y excluido. La reconciliación que buscamos es para entender de una vez por todas que somos una sola voz: México. El reconocimiento de esa voz, por supuesto, pasa por la escucha de todas las voces.

Por eso, la importancia de esta petición de perdón que no se queda en este acto formal, sino en la certeza de que a partir de ahora habrá un cambio que tendrá que reflejarse en una relación de respeto e inclusión del pueblo maya.

Nos dirigimos a ustedes, reconociendo que somos herederas y herederos de una historia forjada por nuestros ancestros, y venimos con la firme convicción de que pedir perdón es un acto necesario para mirar hacia el futuro y generar un cambio verdadero.

Soy consciente también de que enfrentar nuestras más duras verdades es doloroso, pero también es impostergable, pues sólo si trabajamos basándonos en la humildad y en el amor, rechazando toda forma de odio y discriminación, podremos alcanzar la paz tan anhelada en nuestro México.

A través del perdón y la reconciliación buscamos abrir nuevos canales para escuchar a través de las generaciones más jóvenes una historia que no es la que nosotros sabemos, sino la que el pueblo maya tiene que contar, la que ustedes han transmitido durante años para mantener esa lucha viva por la dignidad de su gente.

El día de hoy soy portavoz de un reconocimiento del Estado mexicano de los agravios cometidos en contra del pueblo maya históricamente, desde la Conquista hasta nuestros días, pero particularmente por los vividos durante la Guerra de Castas.

MODERADOR: Solicitamos a todos los presentes ponerse de pie.

OLGA SÁNCHEZ CORDERO: (Habla en lengua indígena) 

Por todo ello, perdonémonos. Por ello, al pueblo maya de México hoy le pedimos perdón en nombre del Estado mexicano por los agravios cometidos en su contra a lo largo de nuestra historia y por la discriminación de la que aún son víctimas en el presente. 

Con este acto queremos mirar juntos hacia el futuro, con la confianza de que estamos sembrando una semilla de paz, la semilla de una paz justa y digna, y que en su momento nos permitirá obtener frutos abundantes y porque uno de los frutos del perdón es la paz. 

Hoy refrendamos el compromiso firme con ustedes, pueblo maya, de consolidar un México incluyente, justo y fraterno, porque este México es muchos Méxicos. 

Muchas gracias. 

MODERADOR: Damas y caballeros, en estos momentos se realizará la traducción al maya del mensaje emitido por la secretaria de Gobernación.

(INTERPRETACIÓN DEL MENSAJE DE LA SECRETARIA DE GOBERNACIÓN DEL ESPAÑOL AL MAYA)

MODERADOR: Enseguida la representante del pueblo maya, Ana Karen Dzib Poot, hará uso de la palabra. 

ANA KAREN DIZB POOT, REPRESENTANTE DEL PUEBLO MAYA: (Habla en lengua indígena)

Licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente de México:

Con gran alegría el pueblo maya lo recibe en este sagrado territorio, deseando buenaventura y salud para usted. 

Doctor Alejandro Giammattei, presidente de Guatemala:

Le damos una cordial bienvenida a territorio maya. 

Bienvenidas todas y a este sagrado lugar. Soy la voz de los dignatarios y de las autoridades y representantes del pueblo maya, quienes me encomendaron la misión de venir a comunicar nuestro pensamiento y nuestra palabra en este acto de perdón que nos reúne en este histórico lugar todos. 

Hoy, 3 de mayo, es una fecha de mucha importancia en el pensamiento maya y de los pueblos indígenas de Mesoamérica, ya que la cruz es símbolo de vida y fertilidad, representa la milpa y la ceiba sagrada, y marca el tiempo de la llegada de las lluvias y de las siembras. 

La cruz es también un símbolo de la creación del pueblo maya. Como lo dicen los libros sagrados, para nuestros pueblos, la cruz encarna el principio masculino y femenino, la sequía y la lluvia, el nacimiento y la muerte, todo en unidad.

Aquí en esta tierra, el 3 de mayo es la fecha en la que conmemoramos a la cruz que habla, la Cruz Parlante como símbolo de lucha y resistencia durante la Guerra de Castas y como guía de los mayas cruzo'ob. Aquí estamos, a pesar de tanto olvido, explotación e injusticias, aquí está el pueblo maya en pie de lucha.

Los mayas antiguos no han desaparecido, en materia y en espíritu somos su descendencia. Los mayas actuales, vivos en el presente y con mucho sentido de un futuro para el mañana, como lo dice el libro sagrado de Las tres cruces de Xocén.

Los agravios que hemos sufrido vienen desde la colonización española y han perdurado en el México independiente. Los invasores trajeron despojos, guerras, epidemias, esclavitud y tragedia para nuestros pueblos. Desde ese tiempo vivimos en una nación que nos ha ignorado, oprimido y discriminado. Aquí en la península de Yucatán hemos padecido una explosión racial, social y cultural, situación que aún perdura hasta nuestros días.

Los mayas hemos luchado con dignidad para no ser conquistados, y sobre todo para defender nuestra sagrada libertad, así como nuestras tierras y aguas, tal como se ha recogido en la historia oral y escrita, no así en la historia oficial.

Con esta historia de resistencia, casi 100 años después se cumplió la profecía del caudillo Jacinto Canek escrita en 1761, ya que el 30 de julio de 1847 en los pueblos de Tepich y Tihosuco estalló la llamada Guerra de Castas, dirigida por los guerreros indígenas Cecilio Chi, Jacinto Pat y Manuel Antonio Ay, iluminados por un sentimiento de libertad y justicia.

El levantamiento fue en respuesta al cruel acto ordenado por el capitán criollo Ongay, del ejército mexicano, quien mandó quemar a Tepich y sus habitantes. Este ha sido uno de los hechos más violentos que sufrido el pueblo maya desde la invasión española, una guerra que duró más de medio siglo y que tuvo su etapa más cruel en el porfiriato.

La guerra llevó a la muerte a miles de guerreros, mujeres, niñas, niños y ancianos en la que fueron destruidas, saqueadas e incendiadas milpas, cosechas, animales, bosques, iglesias y lugares sagrados.

El poder de los gobernantes y su ejército se ensañó cruelmente en contra del pueblo maya en resistencia y rebeldía.

Señor presidente: 

Para nosotros este acto tiene mucha importancia, pues hoy el Estado mexicano está reconociendo su responsabilidad por los agravios cometidos contra el pueblo maya.

Reconocemos la humildad y sinceridad de su gobierno al pedirnos perdón el día de hoy como un acto genuino, basado en la fe, un paso histórico para lograr una verdadera reconciliación nacional y que México sea realmente la casa en que todos quepamos, en donde se respete nuestra dignidad y derechos inalienables.

El perdón significa de nuestra memoria histórica, hacer todo lo posible para que todos los mexicanos sepan lo que pasó aquí y lo que sufrieron nuestros antepasados; significa reescribir y resignificar nuestra historia nacional en la que se nos reconozca como sujeto colectivo, cuna de una civilización milenaria. También significa que no se volverán a repetir situaciones como las que hemos vivido desde la Colonia y que seguimos padeciendo hoy en día. Por eso es importante que hagamos todo lo necesario para acabar con tanta injusticia, explotación y racismo que mucho nos ha lastimado.

Todo ello pasa por reconocer el gran aporte del pueblo maya y de los pueblos originarios en la construcción de la grandeza de México a partir de sus valores culturales, su cosmovisión ancestral y la organización comunitaria; en ella residen nuestras raíces y laregeneración de la patria.

Señor presidente:

Usted ha demostrado su genuino interés y sensibilidad por nosotros, los pueblos originarios. Con este convencimiento consideramos necesario que el acto de perdón, además de las palabras, pasen a hechos concretos.

Por estas razones, con mucho respeto, le planteamos:

Uno, se cree una comisión de memoria, reconocimiento y justicia del pueblo maya para que se honre nuestra memoria, se nos reconozca como sujetos colectivos y se nos haga justicia.

Dos, con el liderazgo de nuestros dignatarios y autoridades tradicionales, proponemos la elaboración de un plan de desarrollo del pueblo maya para atender nuestras necesidades más apremiantes y construir un horizonte de justicia y bienestar para nuestros pueblos.

Tres, se reconozca nuestra dignidad y derechos inalienables en la Constitución y leyes de nuestro país, para que nunca más se vuelva a repetir las injusticias, la exclusión y la discriminación que hemos vivido hasta hoy en día.

Hay alegría en nuestros corazones al reconocer la verdad de su dicho como principio esencial de su gobierno. Por el bien de todos, primero los pobres; por el bien de la nación, primero los pueblos indígenas. Con el espíritu y pensamiento de nuestra larga memoria, recordamos lo dicho en la profecía del Chilam Balam: ‘No se perderá esta guerra aquí en esta tierra, porque esta tierra volverá a nacer’.

Muchas gracias.

MODERADOR: El excelentísimo señor Alejandro GiammatteiFalla, presidente de la República de Guatemala, hará uso de la palabra.

ALEJANDRO GIAMMATTEI FALLA, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA: (Habla en lengua indígena).

Muy buenas tardes. No sé si lo dije bien, pero con respeto.

Hago propio el vocativo ya expresado anteriormente. En nombre del pueblo de Guatemala y el mío propio quiero agradecer la cordial invitación que nos ha extendido el señor presidente Andrés Manuel López Obrador para asistir a este tan querido país y sobre todo a un evento tan importante para la recuperación de la memoria histórica y la reconciliación con los pueblos originarios. 

Es para mí y para los funcionarios guatemaltecos que nos acompañan realmente un honor ser parte de este emblemático día, especialmente en el marco de las celebraciones del bicentenario de Independencia de ambas naciones, lo que genera un clima propicio para que reflexionemos sobre temas que son relevantes. 

En principio, momentos como este permiten fortalecer los vínculos de hermandad entre nuestros pueblos, cuyas raíces son compartidas y su identidad ha debido forjarse a partir de la defensa de sus derechos, sus territorios y sus creencias.

Aún lamentamos la pérdida de tantas vidas que fueron sacrificadas en la Guerra de Castas, sin lugar a dudas. Desde entonces hasta la fecha hemos logrado como región superar aspectos, como la esclavitud que existía antes, las guerras internas y las abiertas confrontaciones entre los pueblos. 

Sin embargo, el retomar nuestra historia nos permite analizar el presente y darnos cuenta que nos seguimos enfrentando ante la pérdida de vidas humanas, pero ahora a manos del crimen organizado, a causa de la desnutrición y de la incasable búsqueda de sueños y oportunidades que tantas personas persiguen a toda costa aun lejos de su casa, producto de la marginación, la exclusión social y la falta de desarrollo. 

Atender estos asuntos es responsabilidad de todos. Por ello, tanto como para México y Guatemala es importante que cada vez más actores se involucren y compartan en la construcción de nuestra historia actual, logrando consolidar nuestras democracias y el desarrollo de la región, pero partiendo de la historia que nos une y que muchas veces nos da vergüenza.

Estar hoy en este recinto tan emblemático para el noble pueblo mexicano, recordando, entre otros, a su líder indígena Jacinto Pat, nos hace enorgullecernos y enaltecer a nuestros antepasados y mejorar el futuro que dejaremos como legado a nuestros niños y niñas.

Esperamos, señor presidente, que el próximo encuentro se realice en tierras guatemaltecas en donde con certeza todos serán recibidos con los brazos abiertos.

Muchísimas gracias.

MODERADOR: Las proclamas de la Cruz Parlante tienen un hondo sentido para el pueblo maya porque impulsaron la lucha contra la opresión a la que estaban sujetos.

Sean tan amables de ponerse de pie. En estos momentos el presidente de México realizará la entrega de la Proclama de la Cruz Parlante a Ana Karen Dzib Poot, representante del pueblo maya.

(ENTREGA DE PROCLAMA DE LA CRUZ PARLANTE)

MODERADOR: Sean tan amables de tomar asiento. Escuchemos el mensaje que dirige el licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y comandante supremo de las Fuerzas Armadas.

PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR:Autoridades tradicionales de los pueblos mayas de la Península de Yucatán, de Quintana Roo; ciudadanos gobernadores de Tabasco, de Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo; autoridades civiles y militares: 

Esta ceremonia de perdón del Estado mexicano se inscribe en las conmemoraciones por los 700 años de la fundación de Tenochtitlán, los 500 años de la invasión europea y los 200 años de nuestra independencia nacional.

Aquí, por un imperativo de ética de gobierno, pero también por convicción propia, ofrecemos las más sinceras disculpas al pueblo maya por los terribles abusos que cometieron particulares y autoridades nacionales y extranjeras en la Conquista, durante los tres siglos de dominación colonial y en dos siglos del México independiente. 

En 1849, tras el inicio de la rebelión de los mayas de Yucatán, buena parte de lo que ahora llamamos opinión pública, era, aunque nos parezca increíble, favorable acabar con la población indígena.

Periódicos como El Universal, El Globo y El Siglo XIX, pedían la conformación de cuerpos del ejército dedicados exclusivamente al exterminio de los rebeldes sin mediar tregua. Las posturas más moderadas se manifestaban por hacer desaparecer a los pueblos originarios mediante la aculturación y la asimilación, como lo expresó un editorial de El Monitor Republicano del 6 de junio de 1849.

‘Todas las personas -afirmaba esta editorial- sensatas, -decía- convienen en la necesidad que hay de que desaparezca la raza indígena, numerosísima en nuestro país y la más atrasada, por desgracia, en la carrera de la civilización.

‘Más no todos convenimos en los medios de hacerla desaparecer -decía este escrito-; pretendemos algunos, si no estamos engañados, en que para conseguir este fin debe recurrirse a la violencia, a las armas. Otros queremos -decía el que escribió ese artículo- hacer que se pierda esa raza civilizándola y mezclándola con las demás.’

Lo cierto es que todos los pueblos originarios de México, todos los pueblos, hasta la actualidad, han sufrido la explotación, el despojo, la represión, el racismo, la exclusión y las masacres, todos los pueblos, pero los yaquis y las mayas han sido, para vergüenza de todos, los peor tratados, las víctimas de la mayor crueldad.

Estas dos etnias resistieron y sobrevivieron al exterminio, estas infamias no sólo se cometieron durante la invasión española y el dominio colonial, sino también en la época del México independiente y con mayor brutalidad durante el porfiriato, hace apenas 110 años.

La dictadura de Porfirio Díaz que se abatió sobre México por 34 años, de finales de 1876 a mediados de 1911, despojó de sus tierras a las comunidades indígenas para beneficiar a particulares, nacionales y extranjeros. 

La ideología dominante de entonces sostenía que los indígenas debían trabajar como peones y ser entregados, como la tierra, el agua, el petróleo y los bosques, a los llamados hombres de negocios para conseguir así el ansiado progreso del país.

Desde luego, como se hizo durante el reciente periodo neoliberal y en todos los periodos de saqueo, los gobernantes de aquel entonces comenzaron a arreglar o a ajustar el marco legal. Desde antes de Porfirio Díaz, pero con más tenacidad en su mandato, se aprobaron leyes de colonización y de terrenos baldíos, en los cuales se incluían las tierras comunales que desde siglos atrás habían pertenecido a las comunidades, a los pueblos indígenas.

La fórmula de este despojo la explicó el mismo Porfirio Díaz en uno de sus informes. Sostenía: ‘En el plan general de mejoras para activar los progresos de la República no podía descuidarse la colonización, pues es una necesidad de primer orden el poblar las vastas regiones -hoy desiertas- de nuestro territorio que sólo aguardan la mano del hombre para derramar para el país la abundancia y la prosperidad.’

Decía Porfirio Díaz: ‘El Ejecutivo ha creído que para resolver esta cuestión de manera conveniente y práctica era necesario, ante todo, proceder a averiguar de los terrenos en propiedad nacional de que pudiera disponer el gobierno y convencido de que la acción particular, estimulada por el interés privado es mucho más eficaz que la oficial ha celebrado, conforme a la ley, contratos con varias empresas que se ocupan en la medición y deslinde de terrenos sin más costo para el erario que la tercera parte de las que aquellas midan y deslinden’.

Las compañías deslindadoras, inicialmente fundadas por 29 personas influyentes de las altas esferas oficiales, concentraron grandes extensiones del territorio nacional, incluidas, como ya lo señalamos, las tierras que poseían los pueblos indígenas desde antes de la Conquista y que en muchos casos contaban con títulos de propiedad que les habían otorgado las autoridades coloniales.

Este despojo, llevado a cabo con violencia y crueldad, solía justificarse diciendo que se trataba de ‘indios salvajes’ o, como lo sostenía el propio Porfirio Díaz en el caso de los mayas, asegurando que los indígenas, y repito lo que textualmente decía, ‘pretendían adueñarse de terrenos de la nación’.

Durante todo el tiempo que duró la guerra contra los mayas, el dictador rendía cuentas en sus informes oficiales de su vergonzosa actitud y agresión. Por ejemplo, en 1901 dio a conocer que estaba a punto de ‘aplastar la rebelión de los mayas de Yucatán’.

Al año siguiente, también en su informe, los consideró sin iniciativa para combatir y los tachó de ‘grupos errantes que resistían en la selva sin someterse’. El mismo Porfirio, incluso, llegó a justificar en 1902 la creación del territorio federal de Quintana Roo sobre una extensa porción del estado de Yucatán diciendo que ‘esa espaciosa -lo cito textualmente- esa espaciosa zona del suelo mexicano conquistada palmo a palmo a las tribus rebeldes que de ellas se habían adueñado, sería entregada a la benéfica influencia de los capitales y tendría, de parte del gobierno federal una vigencia efectiva fundada en elementos sólidos para garantizar su desenvolvimiento sin dificultad de ninguna especie, a la par que la mayor eficiencia en asuntos de orden administrativo’.

Las llamadas campañas contra los mayas, los mayos y los yaquis fueron en realidad una segunda Conquista, no menos brutal que la de 1521. Una vez más, los bárbaros eran quienes mediante la fuerza despojaban y trataban como extranjeros y hasta como invasores a los dueños originarios de las tierras mediante una guerra cruel y dispareja, para la cual el régimen adquirió las más sofisticadas armas de la época. Además de un número indeterminado de cañones se compraron 42 mil fúsiles y nueve mil carabinas Mauser, un armamento muy superior en todos sentidos al que antes era reglamentario. 

Este armamento era utilizado por soldados, en su mayoría indígenas, para masacrar, por órdenes superiores, a sus hermanos del mismo origen y de la misma cultura. 

Aquí, en la península de Yucatán estuvieron los militares más sanguinarios del ejército, aquí estuvo Victoriano Huerta, Aureliano Blanquet, Abraham Bandala, Ignacio Bravo, entre otros. Ténganse en cuenta que los más famosos soldados de la dictadura porfirista hicieron la mayor parte de su carrera militar reprimiendo movimientos políticos opositores, sofocando rebeliones campesinas y combatiendo a indígenas, lo cuale en esa época era indispensable para adquirir fama de hombres rectos y enérgicos a fin de escalar hasta los peldaños más altos del poder.

Inclusive, durante la guerra contra los yaquis y los mayas, oficiales de alto rango recibían medallas al mérito militar como gratificación por sus infamias. Destaco que, hacia 1903 Victoriano Huerta, teniendo como segundo al mando a Aureliano Blanquet, fue jefe provisional del territorio de Quintana Roo. En ese tiempo, Huerta consumó la matanza de Akumal, y por esta hazaña represiva fue ascendido a general de brigada. Años más tarde, en 1913, Huerta y Blanquet ordenaron el asesinato del presidente Francisco I. Madero, nuestro Apóstol de la Democracia, y del vicepresidente José María Pino Suárez.

El 2 de abril de 1904, al tiempo que conmemoraba, como cada año, su triunfo contra las tropas francesas en Puebla en 1867, Porfirio Díaz declaraba formalmente concluidas las interminables campañas de pacificación de Sonora, Yucatán, y se otorgaba a sí mismo el cordón militar. 

Leo textualmente lo que decía ese manifiesto:

‘Por haber concebido y llevado a buen término la campaña contra los indios salvajes de Yucatán.’ 

A pesar de la bárbara agresión de la dictadura porfirista, los mayas de la península de Yucatán aprendieron a resistir en la selva y algunos, no muchos, lograron sobrevivir.

En ese entonces, en Quintana Roo, por cada habitante civil había dos soldados; sin embargo, la colonización fracasó, entre otras cosas, porque no era fácil para un extraño a este medio enfrentar las enfermedades tropicales, como el paludismo o la funesta malaria.

Aunque en Yucatán hubo auge con el henequén, prácticamente lo que hoy es estado de Quintana Roo permaneció inhabitable.

En el censo de 1910, mientras Yucatán contaba con 339 mil 613 habitantes, en Quintana Roo sólo había nueve mil 109 personas. Por cierto, en ese tiempo, el periódico oficialista El Universal, en respuesta a una denuncia sobre la esclavitud, sostenía, sin recato alguno, que se trataba de ‘un mal necesario’, pues era ‘una forma de progreso económico’ y ponía como ejemplo a Yucatán, cito, ‘donde el proceso del henequén se debía a la esclavitud de los mayas’.

En Quintana Roo sólo se acaparó la tierra, pero no se produjo nada, había algunos campamentos de corte de madera, pero la mayor parte del territorio estaba abandonado; los terratenientes porfiristas ni siquiera conocían sus propiedades.

Rodolfo Reyes, hijo del general Bernardo Reyes, fue beneficiado con una gran extensión de terrenos nacionales aquí, en Quintana Roo, y un hermano del maestro Justo Sierra, secretario de Educación en el porfiriato, de nombre Manuel Sierra Méndez, era dueño de toda la isla de Cozumel.

Otro dato doloroso, aterrador, es que Quintana Roo en ese entonces era una enorme cárcel donde venían a pagar sus condenas los opositores al régimen porfirista. Fueron esos reos quienes, con trabajos forzados, reconstruyeron el pueblo de Chan Santa Cruz tras la derrota de sus fundadores mayas a manos del general porfirista Ignacio Bravo.

En el archivo de Porfirio Díaz hay un reporte en el cual le informan que el 1º de junio de 1907, cinco meses después de la huelga y de la matanza de Río Blanco, el vapor Progreso zarpó de Veracruz con 16 dirigentes obreros detenidos y deportados a Quintana Roo, y poco después regresó por 22 opositores más. La mayoría de los presos enviados a Quintana Roo no logró sobrevivir a la rudeza del sistema carcelario, a los malos tratos y a las enfermedades causadas por un clima al que no estaban habituados.

¿Quién iba a pensar que la otrora Siberia mexicana, Siberia tropical, como se llegó a conocer a Quintana Roo, se convertiría con el tiempo en una de las regiones turísticas más importantes del mundo? Ahora, este estado, según el censo de 2020, cuenta con un millón 857 mil habitantes y es el estado que ha registrado mayor crecimiento demográfico en el país durante las últimas décadas.

Cancún, toda la Riviera Maya, con su belleza natural, el mar Caribe color turquesa y sus majestuosas zonas arqueológicas causan asombro a millones de visitantes de todas las latitudes. 

¿Qué pedimos?, ¿qué exclamamos?

Que ese esplendor actual de la región no nos haga olvidar que aquí viven los descendientes de quienes padecieron las más inhumanas de las injusticias: la guerra de exterminio.

Aunque todavía hay mucha pobreza, no podemos decir que el presente es como el pasado oprobioso porfirista, porque ahora hay libertades, son públicas, notorias, se expresan sin censura y hay, sobre todo, una nueva voluntad de hacer justicia para el bien del pueblo, como en los tiempos de la Revolución mexicana. Tan es así, que por eso estamos aquí ofreciendo perdón y exponiendo que jamás vamos a olvidar a los pobladores del México profundo. Si tuviera que decir en una frase qué busca el gobierno que represento, repetiría: Por el bien de todos, primero los pobres, y arriba los de abajo y abajo los privilegios. 

En fin, nuestro compromiso es escuchar, atender y respetar a todas y a todos, pero dándole preferencia a los más necesitados, en especial a los mayas y a los indígenas de todas las culturas de México, así lo estamos haciendo aquí en Quintana Roo y en el país entero.

No describo programa por programa, acción por acción, beneficio por beneficio, porque estamos en veda electoral y no quiero que se malinterprete o se use de pretexto para que nuestros adversarios conservadores o neoporfiristas nos ataquen, como es costumbre. 

Agradezco al presidente de la República de Guatemala, nuestra nación hermana y vecina, Alejandro Giammattei, agradezco a Alejandro Giammattei Falla por su participación en este importante acto. Muchas gracias, Alejandro, por acompañarnos aquí en Chan Santa Cruz. 

Aquí en estas tierras de Chan Santa Cruz donde los antiguos pobladores eran los guardianes de la Cruz Parlamente que enviaba mensajes a través de escuchar para advertir del peligro y proteger al pueblo maya, un pueblo cuyo pasado es orgullo, y cuyo presente es signo de identidad para México y para Guatemala, para nuestros países. 

La antigua Chan Santa Cruz, a la que durante el porfiriato se dio el nombre de Santa Cruz de Bravo, en honor al general Ignacio Bravo, quien, con el látigo, el revólver y la mano dura gobernó sin piedad Quintana Roo de 1903 a 1911, ahora este sitio histórico, este municipio sagrado lleva el nombre de Felipe Carrillo Puerto, un revolucionario defensor de los mayas.

Recordar a todos, mujeres y hombres que han luchado por la justicia en otros tiempos, es mantener siempre encendida la llama de la fe en los ideales del mundo maya, en los ideales universales de la libertad, la igualdad y de la fraternidad.

Muchas gracias.

MODERADOR: Favor de ponerse de pie. Solicitamos guardar el debido respeto para entonar el Himno Nacional Mexicano.

(HIMNO NACIONAL)

MODERADOR: Se agradece la presencia de los presidentes de México y de la República de Guatemala, así como de los distinguidos funcionarios que nos acompañaron.

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