MODERADOR: Preside esta inauguración de la exposición ‘La grandeza de México’ el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador.

Lo acompaña la esposa del presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Beatriz Gutiérrez Mueller.

La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo.

La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero.

El director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Diego Prieto Hernández.

La secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez.

El secretario de la Defensa Nacional, general Luis Cresencio Sandoval González.

El secretario de Marina, almirante José Rafael Ojeda Durán.

El general brigadier del Cuerpo de Protección al Patrimonio de los Carabinieri, general Roberto Riccardi.

El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon.

La secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez Velázquez.

El coordinador general de Memoria Histórica y Cultural de México, Eduardo Villegas Megías.

El presidente de la Comisión Presidencial para la Conmemoración de Hechos, Procesos y Personajes Históricos de México, Zoé Robledo.

Asimismo, damos la bienvenida a quienes nos siguen a través de las redes sociales en todo el mundo.

Todas y todos ustedes sean bienvenidos.

Solicitamos la palabra al director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia, antropólogo Diego Prieto Hernández.

DIEGO PRIETO HERNÁNDEZ, DIRECTOR GENERAL DEL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA (INAH): Muy buenos días tengan todas y todos ustedes, quienes se encuentran aquí en este gran Museo Nacional de Antropología y quienes nos siguen a través de las redes y plataformas digitales.

Señor presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador

Señora jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

Doctora Beatriz Gutiérrez, coordinadora general del programa Memoria Histórica y Cultural de nuestro país.

Compañeras y compañeros de gobierno y de instituciones públicas.

Señoras y señores.

El 27 de septiembre de 1821 amaneció con sabor a libertad. Ese día, jueves, el Ejército Trigarante entró a la capital de la que sería una nación independiente, que ya no habría de llamarse más Nueva España, sino México, recuperando con ese nombre el orgullo y la historia ancestral de las culturas y civilizaciones que florecieron en nuestro territorio. Dicen las crónicas que fue un día feliz y de esperanza.

Conmemoramos ese momento fundador, cuando se abrió la puerta de la historia, cuando empezamos a llamarnos mexicanos, sin importar origen o condición y los anhelos se volvieron horizonte. Cuando se pudo concretar esa oportunidad, generalmente efímera y precaria, de unir a los contrarios integrando a las fuerzas que durante 11 largos años habían luchado a muerte en los campos de batalla sin que de una de ellas pudiera imponerse, insurgentes y realistas bajo un único propósito: separarse de la metrópoli española y emprender un camino propio.

Mostrar un esbozo de esa construcción es lo que nos reúne en la apertura de la exposición dual ‘La Grandeza de México’. Se trata de ofrecer objetos, imágenes y textos que ilustren la suma de tiempos, mentalidades y gestas que han dado y dan identidad al país, bocetar el dibujo de México, sus paisajes, sus pueblos, sus luchas, sus sueños y sus creaciones. Atisbar en las cosmovisiones que nos dan rostro, la terrenalidad que nos da cuerpo y la ritualidad que nos da espíritu.

Comenzaré con un testimonio de la Sierra de Jalisco. Un hombre recordaba que en su niñez pasaba las tardes soñando en las cosas interesantes que habría más allá de los cerros que tenía enfrente y a veces soñaba ser un zopilote y volar muy suavemente, como vuelvan los zopilotes, hasta dejar atrás aquel pueblo donde no sucedía nada interesante.

Había leído un libro de aventuras en regiones donde existían las tierras y los mares más raros que se haya visto. Ese memorioso era Juan Rulfo, que descubrió después que los paisajes de su país no eran menos rudos. Retrató al México de colores ocres que acompañan al norte de planicies y desiertos, y dialogó con viajeros que pintaron los paisajes verdes y húmedos de los trópicos, de ríos inmensos donde la complejidad de la vida es otra, así como las regiones orientales y sureñas, con sus nudos de montañas, ríos y selvas excesivas o los bosques y valles altos del Altiplano, con tierras fértiles y muy pobladas en que se gestaron las conspiraciones independistas.

Presentamos un México de paraísos que tienen todo para todos, pero en que la realidad social ha impuesto la injusticia en su distribución y su disfrute.

Ambas circunstancias, la naturaleza pródiga y la riqueza material, frente a la generalizada desigualdad y el sometimiento de unos por otros mueven a los pueblos de esta geografía a seguir adelante en el ciclo perpetuo de vida y muerte, noche y día, madre y padre, goce y sacrificio, como nos lo han enseñado desde antiguo los ancestros, las sacerdotisas, los xhitá, (inaudible), los tlamatini, como lo señala aquí la Mujer de Amajac, aparecida apenas el año nuevo de este 2021; o la guerrera y el guerrero popolocas, águila y jaguar, que presiden el camino de la muerte como redención y vida nueva.

Hablar de la grandeza de México es hablar de la profundidad como la entendía Guillermo Bonfil para referirse a la emergencia de una civilización negada que se reafirma en su capacidad de resistencia y actualización, y no en la exclusión ni el fundamentalismo.

Si me pidieren explicar la historia mexicana en pocas palabras usaría una metáfora zapoteca, recordada por Andrés Henestrosa:

‘Somos los hombres que dispersó la danza- decía- creadores y beneficiarios del maíz y de la milpa; fuimos después la bisagra de la primera economía mundo, articulando los distintos continentes porque los mexicanos somos una réplica del universo. Nuestra memoria vuela entre la realidad y la imaginación, entre lo pragmático y la raigambre de las mitologías, entre lo náhuatl y lo ñähñu, entre lo maya y lo rarámuri, entre lo que hemos sido y lo que hemos creído ser.

‘Pensamos la muerte como parte de la vida. Por ello, le dedicamos la flor y el canto, in xochitl, in cuicatl, que representan a la Tierra, tlalio ximhai en su divina conjunción con lo humano, porque la grandeza de México se ha ido forjando en la milpa histórica que somos, porque en todos los tiempos y lugares los mexicanos convierten las fuerzas naturales en dioses que conviven con personas, plantas y animales. Las piedras, el barro, la madera, el papel y la pintura intervenidos por las y los artistas hacen visibles dichas fuerzas. Arte y ritual, sensualidad y costumbre, se abren en el horizonte imaginario desde hace cinco mil años, cuando las bandas empezaron a cultivar la tierra, delinear el territorio, definir el cosmos y formar pueblos.’

No sin conflictos, México ha sido como la calificó Humboldt: el país de la desigualdad y los contrastes. Por eso, en este 200 aniversario de la patria, además de celebrar, debemos emprender el balance de lo logrado y lo pendiente. Propongo, para ello, acudir al principal documento programático de la revolución de Independencia: los Sentimientos de la Nación, promulgado en 1813 por José María Morelos que proponía, punto 12, que ‘como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte aumente el jornal del pobre que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto’. Y más adelante, punto 15, que ‘la esclavitud se proscriba para siempre y lo mismo la distinción de castas, y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud’.

A 200 años de la independencia por la que miles de mujeres y hombres dieron su vida, moderar la desigualdad que prevalece,construir un país de leyes, combatir la discriminación y el racismo que siguen presentes en muchos sectores de la sociedad, alejar la ignorancia e impedir el saqueo de nuestras riquezas, siguen siendo asignaturas pendientes, mismas que determinaron que hace tres años el mandato popular se haya pronunciado por un cambio en esa dirección.

Por ello, presentamos ‘La Grandeza de México’, para festejar la vida, la alegría y la transformación de la nación por la senda de la justicia y la pluralidad, la democracia y la conciliación, el diálogo y la fraternidad entre los pueblos.

Esta exposición es espejo de grandeza, no por la cantidad de piezas, sino por la fuerza que emiten a quien las mira y las enlaza una con otra. Detrás de cada una se esconden millones de almas que hicieron su vida, pensaron el mundo y lo nombraron en las decenas de lenguas que han tenido por cuna la topografía que es México, que ahora celebra dos siglos de vida independiente.

¡Viva México! 

¡Viva la hermandad entre los pueblos de la tierra!

MODERADOR: Solicitamos la palabra a la secretaria de Cultura, licenciada Alejandra Frausto Guerrero.

ALEJANDRA FRAUSTO GUERRERO, SECRETARIA DE CULTURA: Bienvenido, presidente Andrés Manuel López Obrador, querida Beatriz Gutiérrez Mueller.

Gracias por estar aquí hoy, querida Claudia Sheinbaum.

General secretario Luis Cresencio Sandoval.

Secretario almirante José Rafael Ojeda Durán, gracias casi en su aniversario también de la Marina, es un gusto recibirlo aquí.

Querida Rosa Icela Rodríguez, gracias por acompañarnos. 

Canciller, gracias por tu gran labor y estar aquí hoy.

Maestra Delfina Gómez, bienvenida esta mañana.

Eduardo Villegas, gracias por acompañarnos.

General Riccardi, condecorado esta mañana.

Y a todo el cuerpo diplomático.

Invitados internacionales y servidores públicos que nos representan en otros países:

Bienvenidos a uno de los museos más bellos del mundo, a mi parecer el más, al Museo Nacional de Antropología. Estamos frente a Tamayo y frente al Señor de Toniná, nada menos, conmemorando la grandeza de México.

Este año ha sido una oportunidad para revalorar la identidad, para reconocer la resistencia, la visión, el honor de muchas mujeres y hombres que han confeccionado con piedras, con hilos, con letras, lienzos, cantos y luchas nuestro pensar y sentir.

Gracias a la iniciativa del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hemos podido rescatar los relatos que fueron obligados a fuerza de ser enmudecidos por la historia oficial a convertirse en historias secundarias. Hoy nadie es secundario, hoy reconocemos y celebramos la diversidad, hoy nadie queda afuera.

Pensar en la grandeza de México es pensar en un largo transitar donde la memoria debe de ser revisitada de manera constante. Es México el territorio de territorios que hoy se mira a través de la luz de la libertad, que nunca antes se había vivido.

Hoy, por fin nos asumimos diversos, desandamos los pasos cerrados para mirar de manera clara y precisa los múltiples ombligos sembrados en este fogón llamado México. Tomemos nuestro país como un gran y precioso libro, repasémoslo completo, detengámonos en cada una de sus páginas, repensemos en sus estampas, transitemos en un universo alucinante por diversas tipografías, papeles, tintas, maneras de encuadernación. Recorreremos así una variedad casi infinita de textos e ilustraciones hasta llegar así a los códices prehispánicos y coloniales.

Esos tesoros que en distintas épocas fueron saqueados de nuestro país son las páginas tatarabuelas de la mayor parte de los libros actuales.

Posemos la mirada también sobre el arte mural que muestra su fuerza en todo su esplendor, que nos hace tomar consciencia de los tantos México que hemos sido: el de la Revolución, su muralismo auspiciado por sus genios más representativos, Rivera, Siqueiros, Orozco, por esas obras que tiene como antecedentes los murales de las culturas antiguas como los de Calakmul, Bonampak, Teotihuacán, Cacaxtla, por nombrar sólo algunos.

La piel del edificio de la Secretaría de Educación Pública habla de aquello de lo que nos sentimos orgullosos. Se trata de una contundente narrativa gráfica que en esta exposición dual dialoga con aquello que la inspiró.

En la Secretaría de Educación que imaginó Vasconcelos, de la mano del arte revolucionario y de sus discípulos, Pellicer, Chávez, se construyó el papel de la cultura como base de la educación.

Hoy hacemos consciencia de una época y consagramos la propia donde las imágenes del México profundo emergen vivas, señoriales;donde se recupera lo que se pensaba perdido: la dignidad de un pueblo orgulloso de sus culturas.

Por eso tenemos tantas piezas reunidas en esta exposición dual, más de mil 500, ya se dijo, que aproximadamente de ellas 800 nunca han sido vistas, porque, si los murales de Diego hablaran, lo harían en 68 lenguas diversas, porque el mural de Roberto Montenegro que enmarca la exposición en el salón Iberoamericano de la SEP une a América Latina como el sueño de Bolívar, ese territorio que, como fuimos testigos en días recientes en México, volvió a ser una gran región digna y libre.

Porque el arte que está naciendo de la imaginación, el talento y la consciencia de miles de niñas, niños, jóvenes artistas alrededor del país a través de los semilleros creativos son también parte de la revolución cultural que está en marcha.

Porque sabemos, la grandeza de México está presente en todas estas manifestaciones artísticas del pasado.

Porque no son ruinas ni tepalcates, no es un pasado muerto, sino testigos hablantes de lo que hemos sido y podemos ser.

Hoy inauguramos esta exposición que nos devuelve una visión humana, palpitante, cargada de simbolismo perpetuo donde el pueblo de México se reconocerá en su infinitud cultural.

Desde la Guerrera Águila de Tehuacán, el gobernante de Toniná, la carta topográfica de la Ciudad de México del Siglo XVI, que se encuentra diálogo con O'Gorman, hasta nuestra imagen actual, pintada por Siqueiros, las fascinantes tablas wirrarikas.

Recuperar lo perdido, lo extraviado, lo hurtado, lo secuestrado, se convierte en un acto impostergable. Lo que para algunos es simple ornato, para otros sólo tiene un usufructo monetario, para nosotros representa el rastro y la memoria de aquellas y aquellos que nos precedieron.

Hoy como nunca, el arte está emergiendo desde lo profundo de las entrañas de la tierra. No nos parece casualidad que la restitución al país de miles de piezas artísticas coincida de manera tan precisa con los recientes y tan numerosos hallazgos arqueológicos de los últimos tiempos. Son las piezas de un tablero destruido que se reconstruye, son los granos de maíz que nos faltan para ser humanos completos.

La historia de México puede ser contada a partir de la inmensidad de obras que, como pequeños jades, debemos ir restituyendo, rearmando, hasta hallar la clave de su línea de espacio y tiempo. Las piezas que ‘La Grandeza de México’ reúne son como incontables cuentas de un gran pectoral.

En el patio del trabajo de la Secretaría de Educación, Diego Rivera, a su regreso de Italia, pintó a los mineros, a los campesinos, a la maestra rural. ¿Imaginaría Diego a una maestra de Texcoco frente a esta soberbia institución? 

En uno de los páneles de estos rurales se encuentran unidos el abrazo del campesino con el obrero, evidenciando así la fraternidad de los trabajadores mexicanos. Ahí, Diego inscribió en piedra un verso del poeta revolucionario Carlos Gutiérrez Cruz, poema que corrió el riesgo de ser borrado de sus murales:

‘Jornaleros del campo y la ciudad desheredados de la libertad.

Hagan más fuerte el lazo

que los une en la lucha y el dolor,

y la fecunda tierra florecerá en un abrazo de fuerza y de amor.

Ya después de ese abrazo no pagarán tributos ni mercedes,

y el potrero y la máquina darán todos sus frutos para ustedes.’

La libertad es signo de nuestros tiempos, la libertad creativa no tiene cortapisas. Por libertad también me refiero a las posibilidades y herramientas que como Estado se garantizan para la creación, esa libertad se usa a veces para destruir, para insultar; hay quienes la convierten también en voz para pedir mucho más para sí. Están en su derecho. 

Hay quienes, a través de ella hilan una extraordinaria película, como Noche de fuego, que narra un doloroso relato de la sociedad rota que heredamos; hay quien también, con esa misma libertad, están buscando construir una nueva generación creativa, que imagine y construya la civilización que honre la grandeza de México que somos. A todas esas personas comprometidas de cada región del país, muchas gracias.

Gracias, presidente, por la libertad garantizada sin límite y por provocar estos espacios de reflexión profunda sobre quiénes somos.

¡Que viva y reviva la grandeza cultural de México!

Muchas gracias.

PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Voy a romper el protocolo y el ceremonial. Es que hay algo que antes de la inauguración debo de mencionar: el agradecimiento a los pueblos, a los gobiernos, a las asociaciones dedicadas en el mundo a la cultura a conservar los archivos históricos, la memoria. 

Agradecer a todos los que nos prestaron códices, piezas para esta exposición. Muchos gobiernos, asociaciones, pueblos, el gobierno y asociaciones culturales dedicadas a la historia de Estados Unidos,nuestros vecinos que nos prestaron piezas que se van a exponer.

De manera muy destacada, al pueblo y al gobierno francés, fue el gobierno que más piezas nos prestó para la exposición.

Hacer un agradecimiento especial al Vaticano, al papa Francisco; nos entregaron documentos, piezas como nunca se había hecho en la historia.

Agradecer de manera muy especial al gobierno de Italia, a su pueblo, al general Riccardi, que no sólo nos presta las piezas para exponerlas, sino las recoge de exposiciones, de subastas, piezas robadas al patrimonio de los pueblos, como es el caso de tantas piezas arqueológicas de México que han sido recuperadas por los Carabineros de Italia, encabezados por el general Riccardi.

Y nos regresan. Fíjense qué ejemplo tan extraordinario. Italia tiene este cuerpo especial en su corporación de carabineros para recuperar piezas arqueológicas robadas. Imagínense si todos los países contáramos con esta misma corporación dedicada a la recuperación de piezas robadas que pertenecen al patrimonio cultural artístico de los distintos países del mundo, lo importante que sería.

Nosotros ya vamos a seguir el ejemplo de Italia, ya he dado la instrucción para que en la Guardia Nacional se constituya un equipo especial para lograr este propósito.

Y agradecerles a todos los países. A lo mejor omití mencionar algún país, pero son todos.

Y esta es la casa de ustedes. México es sinónimo de amistad entre los pueblos del mundo y somos partidarios, estamos afiliados al partido de la fraternidad universal.

Muchas gracias.

MODERADOR: Pedimos al presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador, llevar a cabo el corte de listón inaugural de la exposición ‘La Grandeza de México’.

(CORTE DE LISTÓN)

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