Amigas, amigos:

Ciudadano gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez Servién; ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Ciudadanos gobernadores, gobernadora; jefa de gobierno; legisladores federales, locales.

Amigas, amigos todos:

Es muy importante asistir en esta fecha a Querétaro para conmemorar un aniversario más de la promulgación de la Constitución vigente, de la Constitución de 1917.

Ha habido tres Constituciones federales. Se omite casi siempre hablar de las leyes y de las constituciones centralistas, siempre hablamos de las tres constituciones federales: la de 1824, la de 1857 y la que nos convoca el día de hoy, la Constitución de 1917.

Las tres constituciones se aprobaron se aprobaron luego de movimientos de transformación: tres transformaciones y tres constituciones.

La primera tuvo que ver con el movimiento de Independencia nacional; la segunda con el movimiento de Reforma, y la tercera con el movimiento revolucionario de 1910.

Si tuviésemos que caracterizar a cada una de estas Constituciones con un concepto, un término, un contenido, bien podríamos decir que la Constitución de 1824 fue una Constitución esencialmente federalista, es la que rige, la que define el camino a seguir de la primera República Federal, el primer gobierno federal, con el primer presidente de la República, Guadalupe Victoria, en el periodo de 1824 a 1828.

La segunda Constitución, la de 1857, la podemos definir como la Constitución Liberal. Tiene, desde luego, otro contenido, otros fundamentos, otros principios, pero la esencia es el liberalismo.

Y la Constitución del 17 es una Constitución, podríamos decir, nacionalista y a la vez de dimensión social, de gran dimensión social. Por eso se habla de la primera Constitución social de nuestros tiempos en el mundo.

Recordar que en la Constitución del 17 se definen los principios y, como aquí se dijo, también el proyecto de nación en artículos fundamentales, como el tercero.

Desde entonces se define que la educación tiene que ser pública, gratuita, obligatoria y laica; desde el 17.

También es muy importante destacar que en el artículo 123 se definen los derechos laborales, todo lo relacionado con la justicia laboral; todo lo que no permitía el régimen autoritario y esclavista encabezado por Porfirio Díaz.

En el artículo 123 se establece la jornada de ocho horas de trabajo, porque en las fábricas, en los talleres, se trabajaba hasta 16 horas diarias y en las haciendas había peones acasillados, había esclavitud.

Muchas veces se piensa que, como Miguel Hidalgo proclamó la abolición de la esclavitud, a partir de entonces o durante todo el Siglo XIX no había esclavitud en México, pero esto no obedece a la realidad.

La esclavitud en nuestro país se abolió en 1914 gracias a la Revolución Mexicana. Hasta que triunfa el movimiento revolucionario los peones son libres en las haciendas.

Y por eso en el artículo 123 se recoge de la jornada de ocho horas, el salario mínimo, que ya lo había considerado como un acto de justicia el Apóstol de la Democracia, Francisco I. Madero, cosa que molestó mucho a un hombre muy inteligente, pero energúmeno, de derecha, Francisco Bulnes, porque Madero había aceptado que se fijara un salario mínimo. Ya en la Constitución del 17 se establece este derecho.

Y también se establece el día de descanso obligatorio porque, aunque parezca increíble, no había día de descanso para el trabajador en el porfiriato. Si no trabajaban, no les pagaban. El domingo no era día de descanso. Entonces, por eso es muy importante estar aquí, en Querétaro.

Hoy en la mañana decía que no debemos estar sólo pensando, regodeándonos en los puentes, cuando se trata de fechas históricas fundamentales para la República.

No le hace que siga habiendo puentes, pero que nosotros no olvidemos, que nosotros sigamos recordando estos días históricos fundamentales y recordando a nuestros héroes, a nuestros mártires, en este caso a los Constituyentes que aquí se reunieron para discutir, debatir y elaborar la Constitución del 17.

Se habla también mucho de la importancia en la Constitución del artículo 27 y suele orientarse la reflexión más a que se garantizó el derecho de los campesinos a la tierra, como se propuso en el Plan de San Luis, cuando se convocó al pueblo a tomar las armas en contra de la dictadura porfirista, en el artículo tercero del Plan de San Luis, lo cual generó después las diferencias y las confrontaciones, porque no se pudo cumplir en el corto plazo con esa demanda, que llevó a los campesinos a tomar las armas para derrocar a la dictadura porfirista.

Se habla mucho de que con el artículo 27 se garantiza el derecho de los campesinos a la tierra, pero el artículo 27 tiene algo que es fundamental.

En el artículo 27 de la Constitución del 17 se decide sobre el dominio de la nación del suelo y del subsuelo, se decide que los recursos naturales son de dominio de la nación.

Eso es muy importante, porque en el porfiriato se habían entregado grandes extensiones de tierra a las compañías petroleras para la explotación del petróleo.

El primer pozo petrolero que se perforó fue en 1901, en San Luis Potosí, en Ébano, San Luis Potosí, y las compañías petroleras extranjeras dominaban San Luis Potosí y toda la costa del Golfo: Tamaulipas, Veracruz, Campeche, el Istmo tenían hasta su propio ejército, su Guardias Blancas, ellos eran amos y señores.

Y no se podía limitar su dominio y siempre se alegaba, porque Porfirio Díaz, así lo permitió, que el dueño de la tierra era también el dueño del subsuelo; el dueño del suelo era el dueño del subsuelo, de acuerdo a la concepción anglosajona, lo que todavía prevalece en nuestro vecino país de Estados Unidos, como es en Texas, como es en otras partes de la Unión Americana.

Nosotros traíamos otra tradición que venía de la Colonia, que se consideraba que el subsuelo era de la Corona, que no era propiedad particular.

Entonces, los Constituyentes del 17 con mucho cuidado, casi en sigilo, porque Querétaro tenía muchos visitantes extranjeros y había muchos representantes de las empresas extranjeras y de los gobiernos extranjeros pendientes de lo que aquí se estaba decidiendo.

Se dejó hasta el final la aprobación del artículo 27 y se estableció el dominio de la nación sobre los bienes del subsuelo sobre el petróleo, que es de la nación, no del Estado, mucho menos del gobierno. El petróleo es de la nación desde entonces.

Fue tan importante esa decisión que se le debe a los Constituyentes y, por qué no, a Venustiano Carranza. Fue tan importante que montaron en cólera los particulares, los extranjeros, los gobiernos hegemónicos y no se pudo aprobar en 20 años la ley reglamentaria del 27 Constitucional en materia de petróleo.

Nunca se pudo, porque siempre se padeció de la amenaza de la intervención, se habló hasta de la creación de una República del Golfo.

Por eso también la importancia de la decisión que tomó el general Lázaro Cárdenas del Río en 1938.

Esto se pudo hacer porque ya estaba establecido en la Constitución, este principio fundamental.

Por eso me da mucho gusto estar aquí, en Querétaro, que es parte de nuestra historia.

Aquí se han llevado a cabo las tres grandes transformaciones de la vida pública de México.

Aquí es la tierra de la Corregidora.

Aquí fue donde se consumó el acto de justicia para recordar que México es un país libre, independiente, soberano, aquí en el Cerro de las Campanas.

Aquí en Querétaro también se aprobó la Constitución que nos rige.

Nosotros, como aquí también se ha dicho, buscamos una nueva transformación y correspondería tener una nueva Constitución.

Pensamos que no hay condiciones para eso, porque tenemos otras tareas que consideramos más importantes.

Y se optó por hacer propuestas de reformas a la actual Constitución, que consideramos tienen la misma importancia, la misma profundidad que una nueva Constitución, que no debe de descartarse, pero que podría dejarse para el porvenir.

Cuando entreguemos nosotros la estafeta para las nuevas generaciones, por qué no convocar a un nuevo Constituyente y elaborar una cuarta Constitución, porque los que son maestros en este tema, hablan de que ya son demasiadas las reformas.

Aquí se dieron dos cifras, dos datos: 700 reformas y el otro dato 900 reformas, cualquiera que sea el dato son muchas las reformas. Está muy parchada, muy remendada la Constitución.

Últimamente también se afectó mucho, no sólo la letra, sino la esencia, el espíritu de la Constitución, por eso no descartar el hacer una nueva Constitución.

Pero en lo que a nosotros corresponde vamos a impulsar reformas que van en tres sentidos:

Primero. Que en la Constitución quede completamente definido el delito de corrupción, que no se hable de hechos de corrupción.

Que tengamos ya, como dicen los abogados, tipificada la corrupción o tipificada la corrupción como delito, y que sea delito grave. Y que el que cometa un acto de corrupción no tenga derecho a fianza. Eso sería un gran cambio.

Qué no es extraño y lamentable que no sea delito grave el cometer un acto de corrupción; o los hechos de corrupción no estén considerados como delito grave

Eso corresponde a los legisladores, corresponde a todos corregirlo para iniciar una etapa nueva: Cero corrupción, limpiar de corrupción nuestro país; que es una vergüenza que ocupemos el lugar 135 en corrupción en el mundo de los países con más corrupción en el mundo.

Esto es una gran reforma el que en la ley y en los hechos se termine con la corrupción.

Lo segundo. El que no haya impunidad, que acabemos con la impunidad.

La Constitución de 1824 establecía el castigo al presidente de la República por hechos de corrupción.

En la Constitución de 1857, a pesar de ser una constitución avanzada, ya se establece que el presidente de la República en funciones no puede ser juzgado por corrupción, sólo por traición a la patria y por delitos electorales, en la Constitución de 1857.

En la Constitución que estamos recordando el día de hoy, no hay ningún cambio. Se mantiene que al presidente sólo se le puede juzgar por traición a la patria y se le quita que puede ser juzgado por delitos electorales, hasta la fecha.

Entonces, ¿qué se está proponiendo? Que el presidente en funciones pueda ser juzgado por corrupción, y que se terminen los fueros y se terminen los privilegios en todo el gobierno. Esa es la gran reforma que hace falta también en este tiempo.

Lo otro que es una asignatura pendiente, que ni en la del 24, ni en la de 1857, ni en la Constitución del 17 se profundizó: la democracia.

No tenemos un auténtico sistema político democrático. Necesitamos hacer valer la democracia, como lo establece el artículo 27, lo decía el licenciado Muñoz Ledo. Estamos hablando de una reforma de 1940 a la Constitución, al artículo 3º. Pero no estaba considerado en las tres constituciones como algo fundamental.

Cuando por eso fue la Revolución de 1910, con el lema del sufragio efectivo, que es voto efectivo, democracia efectiva y la no reelección.

Tenemos que establecer una auténtica democracia, acabar con los fraudes electorales; que no se compren los votos, que no se utilice el presupuesto para favorecer a ningún partido, a ningún candidato.

La democracia no nos va a traer el cuerno de la abundancia, pero nos va a dar mucha fortaleza moral.

Ahora mismo, ¿qué es lo que le está dando nueva viabilidad a la República? La democracia.

Lo sucedido el día 1º de julio, eso fortaleció la grandeza de México al interior y hacia afuera.

Entonces, por eso tenemos que dejar establecida la democracia como sistema político y como forma de vida, como lo establece el artículo 3º constitucional.

Yo aquí hago el compromiso de cumplir en todo momento la Constitución.

En los tiempos más aciagos de predominio de la dictadura porfirista, en una casa en el centro de la Ciudad de México, donde estaban los talleres del periódico opositor, El Hijo del Ahuizote, un día como hoy, 5 de febrero, pusieron los hermanos Flores Magón y Daniel Cabrera, porque la policía porfirista había invadido el periódico y había destruido la imprenta.

Unos días antes pusieron una manta que decía: ‘La Constitución ha muerto’. Nosotros podemos decir, y esto es muy satisfactorio: La Constitución no ha muerto.

¡Que viva la Constitución!

¡Que viva México!

¡Viva México!

¡Viva México!