Durante la conquista de México-Tenochtitlan, y tras la muerte de Moctezuma II y Cuitláhuac, el último Huey Tlatoani en liderar la lucha fue Cuauhtémoc. A pesar de sus esfuerzos, no logró resistir el asedio español y fue apresado el 13 de agosto de 1521. Al ser capturado expresó a Hernán Cortés el deseo de que terminara con su vida, para así completar su ciclo como guerrero. 

Cortés lo mantuvo prisionero y lo llevó consigo en la expedición a las Hibueras (actualmente Honduras); ante el temor de que pudiera iniciar una revuelta, ordenó su ejecución. Cuauhtémoc fue ahorcado en un árbol de ceiba el 28 de febrero de 1525. 

Hoy en día es considerado un personaje emblemático del pasado prehispánico, al que se le recuerda como un héroe. Su figura ha sido inmortalizada en el arte a lo largo del tiempo, de esta manera se honra su contribución a la historia de nuestro país. 

Un ejemplo de su imagen en el muralismo es su representación en la Epopeya del pueblo mexicano (1929-1935), obra de Diego Rivera, ubicada en Palacio Nacional. En la parte central del muro poniente, Cuauhtémoc aparece ataviado con la indumentaria de un águila, y detrás de él puede verse un estandarte que muestra al ave de cabeza, símbolo de su nombre y del ataque mientras desciende.