La Ciudad de México tiene un origen mítico, sus tiempos son los del mundo de las tradiciones. El año 2 caña fue el de su fundación, 1325 de la era actual. La ciudad de los mexicanos se construyó a partir de un islote con un tenochtli (nopal) en su mitad, rodeado por aguas verdes como esmeraldas. En su centro se ubicó la pirámide doble consagrada a Huitzilopochtli y Tláloc; a los lados, en los cuatro puntos cardinales a imagen del cosmos, los barrios de Teopan, Cuepopan, Moyotlan y Atzacoalco.

Doscientos años después, tras la invasión, las edificaciones antiguas fueron derruidas y con sus materiales se levantó la capital de la Nueva España. El proceso fue acelerado debido al trabajo esclavo de los vencidos. Las casas de la ciudad nueva, llamada española, casi siempre eran de dos plantas con ventanas y varias puertas. Las rodeaban las chozas de los pobladores originarios y sus patios dedicados al cultivo, esta área era llamada la “ciudad de indios”. Para 1550 ya se le conocía como “la muy noble y leal ciudad de México-Temixtitlán”. 

Cuando empezó la desecación del lago y con él la expansión, los jardines y los sembradíos quedaron atrás, la traza se desbordó y se invadieron los barrios antiguos. Hubo desastres ambientales, inundaciones y sequías, lo que desencadenó enfermedades de los habitantes. 

Los siguientes tres siglos la ciudad creció sin freno y estructura. El reordenamiento urbano inició en el año 2000 y tomó mayor impulso hasta 2018. Aquellos recuerdos de la ciudad antigua quedaron lejos. No obstante, como un testigo que nos obliga a la reflexión, Diego Rivera pintó en Palacio Nacional el mural “La ciudad de Tenochtitlan, vista desde el mercado de Tlatelolco”. En este se aprecian el mercado en primer plano, la calzada de Tlalpan rodeada por agua, y alejándose la calzada de Tlacopan que nos dirige a las casas nuevas de Moctezuma II y al templo dual de Tláloc y Huitzilopochtli. 

La obra es un llamado a la humanidad para establecer un equilibrio entre los ambientes naturales y construidos, y procurar una vida colectiva con estrecho respeto a la naturaleza.