Mucho se ha dicho que el nuevo Sistema de Justicia Penal mexicano es una copia del de Estados Unidos y no es así.

Aunque los casos graves se definen en un juicio oral, la diferencia está en quién es el que determina la culpabilidad o inocencia de una persona imputada de cometer un delito.

En Estados Unidos, un jurado conformado por 12 ciudadanos, en casi todos los casos, personas que no tienen experiencia en temas judiciales, deben ser convencidos de que el acusado es culpable. Esta tarea se basa en pruebas periciales que recopila la Fiscalía y en alegatos que presenta la defensa. El resultado es un veredicto que es inapelable durante ese proceso y, generalmente, está basado en valores morales más que en hechos científicamente comprobados.

En México, en cambio, la resolución la dicta un juez  o una jueza que no sólo son expertos en la materia, sino que conocen cada uno de los casos que llevan. De esta manera, el procedimiento y la sentencia son responsabilidad de una persona especializada en materia penal. Durante todo el proceso, vigilará y valorará que la ley se haga valer mientras que las pruebas y alegatos periciales son presentados por la Fiscalía y la defensa.

Una vez que el juez o la jueza dictan la sentencia de culpabilidad o inocencia de una persona, habrá una siguiente etapa en el proceso. Un juez o jueza, distintos a los anteriores, se encargará de vigilar que la sentencia se cumpla conforme fue dictado en el juicio oral.