La población mundial está envejeciendo rápidamente. Entre 2015 y 2050 la proporción de la población en el orbe mayor de 60 años se multiplicará casi por dos, pasando del 12 por ciento al 22 por ciento.

La demencia es un problema de salud mental progresivo que daña la función cognitiva (capacidad para progresar el pensamiento), acompañado de un deterioro del control emocional y el comportamiento social o motivacional. 

Este síndrome afecta la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. 

Los síntomas más comunes de este padecimiento son dificultad para llevar a cabo tareas cotidianas, confusión en el entorno familiar, dificultad con las palabras y números, pérdida de memoria y cambios de humor y comportamiento, los cuales varían en cada persona y evolucionan a medida que pasa el tiempo, atravesando por tres etapas:

Etapa temprana:se presenta de forma paulatina, por lo que suele pasar desapercibida, presentando:

  • Tendencia al olvido
  • Pérdida de la noción del tiempo
  • Desubicación, incluso en lugares conocidos 

Etapa intermedia:la demencia evoluciona a una etapa intermedia, la cual se vuelve más evidente y limitadora. La persona afectada sufre:

  • Olvido de acontecimientos recientes y nombres de personas 
  • Desubicación severa, inclusive en su propia casa
  • Dificultad para comunicarse 
  • Cambios de comportamiento, por ejemplo, repetir en varias ocasiones lo mismo 
  • Comienza a necesitar ayuda con el aseo personal 

Etapa tardía:en esta última etapa las alteraciones de la memoria se vuelven graves, por lo que la dependencia y la inactividad son casi totales, provocando:

  • Creciente desubicación de espacio y tiempo 
  • Dificultad para reconocer a personas (familiares y amigos) 
  • Mayor necesidad de apoyo en el aseo personal 
  • Problemas para caminar 
  • Alteración del comportamiento que puede convertirse en agresión 

A pesar de ser un padecimiento que afecta a unas 50 millones de personas en el mundo y ser una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre los adultos mayores, aún no hay un tratamiento capaz de curar la demencia o detener su evolución. Sin embargo, existen ciertas intervenciones y acciones que permiten mejorar la vida y el entorno de quien la padece:

  • Diagnosticarla a tiempo para posibilitar un tratamiento óptimo
  • Optimizar la salud física, la cognición, la actividad y el bienestar
  • Identificar y tratar enfermedades físicas concomitantes
  • Detectar y tratar los síntomas conductuales y psicológicos problemáticos
  • Proporcionar información y apoyo a largo plazo a los cuidadores y familiares del paciente 

El principal factor de riesgo es la edad, sin embargo, no se trata de una enfermedad exclusiva de los mayores, pues hay algunos padecimientos y lesiones que afectan el cerebro, causantes de la aparición de demencia, como lo son el Alzheimer o los accidentes cerebrovasculares. Aunque el deterioro cognitivo se asocia, también, al modo de vida del paciente, con factores como inactividad física y cognitiva, obesidad, dietas malsanas, consumo de tabaco y alcohol, la diabetes y la hipertensión.

El resultado de esta afección es abrumador tanto para el paciente como para sus familiares y cuidadores, pues suelen surgir muchas presiones emocionales, físicas y económicas que causan estrés en el núcleo afectado. 

La salud mental y el bienestar emocional tienen la misma importancia en la edad mayor que en cualquier otro periodo de la vida.