Se denomina así a toda aquella persona descendiente de población africana asentada en territorio extranjero. La Conapred define el término de la siguiente manera:

Los pueblos, comunidades y personas afrodescendientes son las que descienden de mujeres y hombres africanos, víctimas del comercio de personas esclavizadas registrado sobre todo entre los siglos XVI y XIX, quienes lograron sobrevivir e integrarse en los lugares a los que fueron trasladados o a otros donde consiguieron escapar. Desde entonces viven en países del continente americano y en otras regiones del mundo, contribuyendo al proceso de formación y desarrollo económico, social, político y cultural de esos lugares (1). 

En México, alrededor de 2,576,213 personas se identifican como afrodescendientes (2), concentrándose en mayor medida en zonas como Guerrero, el Estado de México, Veracruz, Oaxaca, Ciudad de México y Jalisco. La comunidad afromexicana representa únicamente el 2% de la población total del país, pero es un sector con un índice alto de discriminación y desigualdad en muchos ámbitos entre los que se encuentran: discriminación racial, formal, sustantiva, directa, indirecta, múltiple y estructural (3).

A menudo estas poblaciones son privadas de la educación, los servicios médicos, apoyos sociales y son víctimas de racismo debido al enaltecimiento de la piel blanca y el desprecio por la piel oscura ocasionando la mayor parte de las veces la invisibilización de los pueblos y la violación a sus derechos humanos. Frecuentemente las mujeres afrodescendientes, además de sufrir racismo, son víctimas de violencia de género y son a menudo cosificadas y sexualizadas.

Como parte de acciones que ayudan a la lucha, reconocimiento y respeto de los pueblos, el año 2011 fue el Año Internacional de los Afrodescendientes, asimismo, desde 1966 se promueve el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial y en 2019 se adoptó por la UNESCO al 24 de enero de cada año como el Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes con el fin de promover y celebrar dicha cultura (4) generando así ambientes de respeto y paz hacia estas poblaciones. 

En este pequeño relato que traemos para ti con motivo de la conmemoración del Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes en nuestro país, te transportamos hasta la Costa Chica de Guerrero donde conocerás a Chayito, una adolescente de 13 años que es víctima de racismo e intolerancia por parte de la gente; sin embargo, una charla con su prima Isabel, una joven veinteañera que estudia la universidad en la Ciudad de México, además de su abuela Cata y su mamá Rosa le enseñará cosas como la importancia de la identidad y el orgullo de la población afrodescendiente. Como bien debes suponer, es de vital importancia reflexionar sobre estos temas, el racismo en México es el pan de cada día para miles de personas víctimas de las opiniones desinformadas y prejuiciosas, esperamos que disfrutes este pequeño texto y las palabras que Chayito tiene para ti.   

Resistencia: un relato de identidad

Yo siempre lloro por todo, últimamente lo hacía con más frecuencia. Lloré hace un año porque mi gato se perdió, lloré el mes pasado cuando me raspé la rodilla por caer al suelo y también lloré hace dos semanas cuando fui al Dorado con mi mamá. Ese día todo iba de maravilla, fue divertido. No recuerdo muy bien a qué fuimos, lo que sí recuerdo fue que me comí una paleta de hielo, me compraron una pulserita blanca y me mojé los pies, ojalá hubiera seguido así, pero lamentablemente mi ánimo se vio cambiado cuando escuché los comentarios de la gente que me miraba por donde caminaba, era extraño, yo no conocía a nadie, pero ellos no dejaban de verme extraño, de murmurarse cosas y de reírse, esperaba que no se rieran de mí. No es que nunca me hubiera pasado antes, pero estos últimos años lo notaba más: «Mírala, está bien prietilla», «Esa niña es bonita aunque está muy negrita», «¿De dónde saldría esa negrilla? A lo mejor es de esos migrantes, ¿no?», «Ay, pobre niña está muy negrita, ¿qué le habrá pasado?».

Dicen que a una no le deben afectar las opiniones ajenas, que cada quien piensa lo que quiere, pero cuando ocurren de manera continua es difícil no prestarles atención. Al regresar a casa no pude evitar sentirme triste, me sentía señalada, culpable, observada, incómoda, como cuando mi mamá me regaña, solo que esta vez no había hecho nada; Rosa, mi madre, me había dado palabras de ánimo, pero no estaba escuchando, solo me sentía juzgada, lloré mucho.

En mi pueblo la cosa tampoco cambió, en la secundaria a donde asisto ocurrió algo ayer que terminó de romperme el corazón, algo que me derribó por completo, Jorge nos dijo a Macarena y a mí que nadie quería juntarse con nosotras porque éramos unas negras feas, que deberíamos tener una escuela sólo para negros y que a ellos los dejáramos en paz, eso me dolió, por primera vez odié el color de mi piel, odiaba lo que era, me odiaba; a la mañana siguiente, recordando eso, algo despertó una furia en mí, rápidamente salí de mi casa ,me tiré al suelo y me restregué toda la tierra que encontré afuera, la froté por todos lados, en mis piernas, en mis brazos, en mi cara, también en el cabello; finalmente, cuando estuve toda cubierta me calmé, el color de mi piel ya había “mejorado” un poco, creí que eso iba a alegrarme, pero yo no podía dejar de llorar. No sé cuánto tiempo pasé afuera, tampoco me importaba, fue hasta que escuché a la abuela Cata que descubrí que habían pasado al menos unas tres horas. Cuando me encontró creí que iba a darme el regaño de mi vida por ensuciar la ropa, pero cuando la volteé a ver me lanzó una mirada de lástima y se sentó a mi lado: “¿Qué te pasó, mija? Rosa va a llegar pronto con Isabel y mira nada más cómo estás” me dijo, no respondí porque ni siquiera yo sabía lo que me había pasado ¿Había algo mal en mí? Últimamente sentía que había algo en mi aspecto que no le gustaba a la gente y que era culpa mía que me señalaran y me gritaran cosas, fue entonces cuando me atreví a preguntar:

一 Abuela, ¿ser negra es algo malo? 一. Hubo mucho silencio, a lo mejor había hecho una mala pregunta, pero ya no podía retroceder el tiempo.

一 ¿Por eso te embarraste de tierra?

一 Ayer Jorge nos dijo a Macarena y a mi que éramos negras y feas, que por eso nadie nos quería en la escuela.

一  No debes hacerle caso a ese niño tonto.一 Sí, quizás era una tontería para la abuela, pero para mí solo era un recordatorio de que la gente no tenía una buena percepción de mi persona y eso dolía.

一 No solo fue él. Cuando fuimos al Dorado mucha gente decía cosas de nosotras, que estaba muy prietita, que de seguro estaba sucia, que si era migrante, que mi cabello era extraño. Siempre me dicen cosas, ¿tiene algo de malo que yo sea así? Ni siquiera conozco a esa gente, ¿por qué dicen todo eso?

一 Sí, es verdad. La gente suele hacer comentarios desatinados cuando ven algo que se sale de sus estándares porque les falta tolerancia e ignoran muchas realidades, algunas veces no saben lo ignorantes que pueden ser, Chayito, pero no dejes que esto te afecte. Como mujer afrodescendiente vas a escuchar malos comentarios como esos, no es que los merezcas, solo los vas a escuchar; sin embargo, no significa que sean ciertos. Ser afrodescendiente debe ser un orgullo para tí, no un martirio, eres heredera de años de historia de lucha, no te avergüences de ello. Las personas muchas veces hablan sin pensar antes lo que sale de su boca, creen que tienen razón sobre todo y únicamente demuestran sus prejuicios ¿Quieres un consejo? No hagas caso a nada de eso, no seas como esas personas. No pierdas tu tiempo hablando mal de la gente.

Quizás lo que mi abuela dijo era cierto, se escuchaba bien, pero no me hacía sentir mejor ahora. Sin ánimos de seguir hablando, me levanté y caminé a la casa para tomar un baño, mi mamá estaba próxima a llegar y no quería que me viera así.

Isabel es mi prima, ella también es de aquí de San Marcos, pero se fue a la Ciudad de México a estudiar la universidad, vino a quedarse unas semanas porque la fiesta patronal está muy cerca, nunca se la pierde, creí que su presencia me haría olvidar todo lo que sentía, pero mi abuela fue más rápida y le contó todo. Sentada afuera de mi casa junto a ella, comenzó la plática que no quería que llegara, solo quería llorar. Isa no sabía nada de lo que pasaba aquí, a ella no le gritaban cosas, no la señalaban por la calle, no la ofendían sólo por existir, no murmuraban cosas de ella, no sabía nada.

一 Mi abuela dijo que te sentías mal. Solo quiero decirte que no debes sentirte avergonzada ni culpable por nada.

一 Ella ya me sermoneo ¿Además tú qué vas a saber? Seguro allá en la Ciudad te va mejor, allá no te pasa nada de eso, por eso te fuiste.

一 Que no veas las cosas no quiere decir que no pasan, Chayo.  

Me contó que en la Ciudad recibió comentarios similares con bastante frecuencia, a menudo la llamaban de formas ofensivas: «inmigrante», «negrota», «fea», también me dijo que la habían amenazado, cuando entraba a algún centro comercial con sus amigas la seguían los elementos de seguridad, si subía al metro la miraban raro, se alejaban ¡Qué horrible! No me imaginaba que en los asentamientos urbanos pasarían esas cosas, ni siquiera en la ciudad una se libra, igualmente me confesó algo, yo no era la única que se sentía culpable, Isabel también había sido discriminada por gente que no sabía nada de ella, gente que no necesariamente era malvada, pero que la había herido con sus pensamientos deformados, por sus prejuicios y sus palabras filosas, ambas fuimos lastimadas de la misma forma, fue ahí cuando me di cuenta de algo, ninguna de nosotras era la culpable, quienes hacían los malos comentarios eran ellos, quienes asumían cosas erróneas eran ellos, quienes tenían pensamientos malos, dañados, distorsionados eran ellos, quieren herían con sus opiniones eran ellos, todo este tiempo habían sido ellos, la gente, nunca fui yo, ni Macarena, ni Isabel, ni mi mamá, mi la abuela Cata, eran ellos.

Recibí una valiosa lección ese día, la gente no necesita ser mala para herir a alguien, ni siquiera necesita conocerla, únicamente basta con opinar erróneamente. Mi mamá y mi abuela se unieron a nuestra plática, Isabel nos contó que, junto a su amiga Clarice, formaron un grupo en la universidad que expone información sobre los afrodescendientes, era una forma de contribuir a la lucha de nuestros ancestros. Esa noche todas me recordaron que mi piel negra no es motivo de burla, yo lo sabía, pero estos días lo estaba olvidando.

Dos semanas después, en la fiesta patronal, Isabel y yo usamos el mismo vestido, era de una tela ligera y suave, mi mamá los había hecho, tenían bordados florales y unos listoncitos divinos que combinaban perfecto, también nos pusimos unas margaritas amarillas en el cabello, eran bordadas y muy bonitas, mi prima me dijo que había visto la idea en internet, yo le creo. Mi largo cabello ondeaba con el aire, era hermoso; mi piel oscura y maravillosa lucía perfecta con el color de la tela del vestido, no había nada malo conmigo, no voy a volver a olvidarlo. Escuchamos las chilenas al fondo, nos inundamos de todo el festivo ambiente, fui a ver a la san marqueña, todo estaba bien.

Aquel día aprendí una cosa, las mujeres de mi familia me contaron que la historia de nuestros antepasados está repleta de resistencia y de lucha frente a una sociedad intolerante, mi existencia en el mundo es valiosa y debe ser respetada como todas las demás, mi pueblo es hermoso porque tiene gente que es como yo y también gente que es diferente a mí, eso está bien. La costa a veces sofoca, pero nunca decepciona. Todavía escucho que la gente me llama «negra», pero ya no me siento mal, al contrario, me da orgullo. Macarena está feliz, siempre nos ponemos listones que hacen a nuestros cabellos todavía más hermosos, Jorge ya no molesta más, hace poco conocimos a una niña nueva, se llama Luisa, a ella le pasó algo similar, nosotras le dijimos lo mismo que Isa y la abuela me contaron, ahora también se ve más feliz, mi mamá y mi abuela son felices, ellas siempre lo fueron ¿Y yo? Yo recuerdo cada día todo lo que las mujeres de mi familia me compartieron, también soy feliz y ya dejé de llorar.      

Bibliografía Complementaria

  •  “Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes. 24 de enero”, en:  unesco.org/commemorations/africanafrodescendantculture (Consultado el 19 de enero de 2022, 03:08 p.m.)
  • “Dia Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. 21 de marzo”, en:  un.org/es/observances/end-racism-day (Consultado el 19 de enero de 2022, 03:10 p.m.)
  • Guía para la acción pública: afrodescendencia. Población afrodescendiente en México. Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación: México, 2011. 
  • “Población afromexicana o afrodescendiente”, en: Cuéntame de México, Inegi. (web) cuentame.inegi.org.mx/poblacion/afromexicanos.aspx?tema=P.
Notas

 (1) Guía para la acción pública: afrodescendencia. Población afrodescendiente en México. Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación: México, 2011, p. 25.
 (2) “Población afromexicana o afrodescendiente”, en: Cuéntame de México, Inegi. (web) cuentame.inegi.org.mx/poblacion/afromexicanos.aspx?tema=P.
 (3) Op.cit, Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, pp 45-46.
 (4) “Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes”, en: unesco.org/commemorations/africanafrodescendantculture.

Texto: Selene García Escobedo / Ilustración: Cynthia Angélica Fabela Romero