Los Sones de Costumbre, en la actualidad, integran un conjunto de variantes genéricas e instrumentales que tienen como elemento común un contexto de ejecución: los rituales y ceremonias denominados Costumbre.

Los Sones de Costumbre tienen su antecedente en las prácticas musicales empleadas en los rituales prehispánicos relacionados con la producción de maíz. En varias descripciones realizadas por los primeros cronistas novohispanos, la música y la danza aparecen como un elemento ligado a los rituales de ofrenda ―agradecimiento a las divinidades que intervienen en la generación, cuidado y obtención de este cereal. Se agradece a los señores de la tierra, a los señores de la lluvia, del aire y a la propia divinidad del maíz, por brindar el alimento primordial para el mantenimiento de los hombres. Siendo el maíz la principal fuente nutricia de los pueblos indios que actualmente habitan en la región Huasteca, varias expresiones musicales y dancísticas, que son parte del conjunto de rituales y ceremonias conocidas como Costumbre, son fruto de la veneración a este cereal y a las divinidades que hacen posible su producción.

Los primeros misioneros llegados a territorio mexicano implementaron un proceso de evangelización que tenía entre sus objetivos eliminar los rituales y las prácticas musicales realizados por los pueblos indios. Los misioneros consideraban que la música tenía un carácter diabólico y que era un mecanismo que ayudaba a mantener sus creencias y supersticiones, es decir, su cultura. Como una estrategia para acabar con dichas prácticas se inculcaron distintas formas europeas de enseñanza musical. Éstas tenían la finalidad de encauzar el gusto por las artes musicales de los oriundos de América a los rituales católicos. De esta manera, se trajeron diversos instrumentos y se importaron géneros y formas musicales occidentales vigentes en aquella época. Así, rabeles, arpas, vihuelas, guitarras, flautas, chirimías y, posteriormente, violines adquirieron presencia en la Huasteca convirtiéndose en instrumentos de uso corriente en la vida cotidiana de los pueblos indígenas de la región.

Los instrumentos, géneros y formas musicales, introducidas por los españoles se mezclaron con las culturas indias y también con las prácticas musicales de los esclavos negros traídos de África. Así, durante la época colonial, la música en México se configuró con elementos de estas tres culturas, constituyendo una diversidad de variantes regionales. En la región Huasteca, dichas expresiones musicales fueron tomando carta de naturalización entre los distintos pueblos indígenas y comunidades rurales mestizas a lo largo del período colonial y del México independiente. Este proceso se fue particularizando al interior de esta región, dando por resultado un conjunto de variantes musicales. Muchas de ellas se ligaron a los distintos ciclos ceremoniales de los pueblos indígenas, organizándose en torno a una cosmovisión mesoamericana vigente al día de hoy. Este proceso explica sumariamente el conjunto de variantes musicales e instrumentales que conforman los denominados sones de Costumbre.

Fonograma Sones de Costumbre Nahuas. Sonidos del México profundo.

Escucha las piezas del fonograma "Sones de Costumbre Nahuas" de la serie Sonidos del México profundo. El material se encuentra disponible en el canal de Soundcloud del INPI.