Miguel Olmos menciona en El chivo encantado que tanto la cava-pizca como la tugurada datan de tiempo prehispánicos. Para Olmos “tuburada” deriva de tutuguri, el nombre de una de las danzas tarahumaras desaparecidas y hoy substituida por el yumari. “Ambas danzas se parecen entre sí. Los guarijíos llevan a cabo la tugurada para agradecer la buena salud y aliviar sus pecados, mientras los tarahumaras bailan el yumari a manera de ofrenda, con el fin de obtener mejores cosechas o buena salud, entre otros”.

El tuburi como expresión lúdica

El tuburi es una expresión lúdica, aprendizaje de la cosmovisión guarijío. Los cantos se aprenden por tradición oral. La tuburada dura dos noches y un día, se canta todo lo relacionado con la naturaleza y el entorno guarijío; “se cantan leones, tigres, lobos, naturaleza, el campo, a los sauces que hay por el río, a los montes verdes, a las avispas y todo lo que nos rodea. También los cantos están relacionados con los astros que Dios dejó, como taha el ‘sol’ y mecha la ‘luna’ y sopori la ‘estrella’. Se canta a la naturaleza hasta que se termina el día; esos cantos se diferencian de los del amanecer porque el tono es diferente y los del término, son iguales a los primeros.

El maynate (el que da la palabra hablando sobre Dios) es indispensable: reza, canta y pone la cruz. También se le puede denominar wikatame meriko (curandero, rezandero o cantador). Si además es anciano, se le denomina pamira wikatame (“cantor anciano”) u ochityame. Si sólo es cantador, es wikatame. En la fiesta puede haber hasta tres wikatame, que se alternan para cantar.

Pueblo Guarijío. Tuburi, tuburada

Aguilar Zeleny refiere que el maynate entonará los distintos cantos que componen esta ceremonia. Sus cantos son acompañados con el acompasado danzar de las mujeres, que se colocan entre el cantor y la cruz, cubierta por un paño y un rosario, a lado de una barra de hierro que delimita el espacio esencial de esta ceremonia. El lenguaje que interpretan los cantadores es, según parece, una mezcla de cantos antiguos de la propia lengua.

Las mujeres bailadoras del tuburi son los lazos de identidad. El tuburi es la parte femenina de la fiesta, de relación directa con la tierra, la oscuridad y la fertilidad. Ellas contribuyen a la eficacia de los ritos, recrean y son la extensión de los mitos del tuburi. En el tuburi participan dos partes sensibles para la comunidad. Una es el anciano o cantador y la otra las mujeres, que son las transmisoras de la cultura del pueblo guarijío.

Las mujeres conocen los cantos, la comunicación con la naturaleza y su entorno cotidiano; forman un todo: las palabras, la línea melódica y el ritmo, el estilo del cantador, la danza, la memoria heredada de generación en generación y los códigos de comunicación gestual entre el cantador, las bailadoras y el escenario general de la fiesta. Ellas y el cantador saben cuándo tienen que bailar en filas o dando vueltas alrededor o jugar.

Pueblo Guarijío. Tuburi, tuburada

Los hombres comentan que ellos no pueden traducir lo que dice el cantador; sin embargo, aseguran que las tuburi-aukame, “señoras que danzan el tuburi”, sí pueden comprender los diálogos narrados por éstos, y ellas dan continuidad al canto a través de los movimientos y recreación de la danza. “Cuando el cantador canta el venado, nosotras bailamos, si canta a que jugaba, entonces bailamos primero siguiendo un venadito. ¿Siguiendo la cruz? Y seguimos bailando. Si canta el juego del panal bailamos siguiendo a la picada… El chiste es en la madrugada”. En el canto del trueno del relámpago, cuando a medianoche ya están durmiendo algunos, empiezan a echar agua por ahí y luego con un tizón le empiezan a pegar al suelo, para imitar al relámpago, y entonces la gente se levanta. También hay un juego de la gruya, que es un pájaro que pasa por “montones” y da vueltas. Cuando las mujeres bailan en círculo se canta el Pájaro chíchalo o chikakari (pájaro carpintero que está alrededor de un palo), otra forma de movimiento se da caminando hacia atrás y hacia adelante.

Durante el tuburi, el wikatame reza y canta hacia el oriente, frente a la cruz, cuyo rostro se sitúa hacia el poniente. Otro cantador que en ese momento no participa y espera su turno para cantar, está volteado de espaldas a la cruz; por su parte, las mujeres bailan frente al cantador en dirección al ocaso del sol, hacia el regreso con los antepasados, pero cuando el cantador termina entre canto y canto, las niñas voltean hacia la cruz, a la luz, y cuando inicia a cantar el wikatame, las niñas voltean hacia donde está el cantador.

Los instrumentos musicales

Durante la tuburada, el wikatame interpreta los cantos y sacude la isawira, denominada también buli o hari (maraca), junto al cobijo de la ramada, alternando con los pascolas (danzantes y músicos de violín y arpa), mientras las mujeres estrechan sus manos balanceándose hacia adelante y hacia atrás, como compactando la tierra. Actualmente sólo quedan cuatro cantadores (ancianos) en Mesa Colorada, los jóvenes no conocen el tuburi.

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