La promoción del respeto y reconocimiento de la diversidad cultural y el diálogo es una de las prioridades para la UNESCO, que con el fin de asegurar la preservación y promoción de dicha diversidad, el 2 de noviembre de 2001, en la trigésima primera reunión de la Conferencia General, aprobó la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural y proclamó el 21 de mayo como “Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo”.

Esta Declaración Universal plantea que la diversidad cultural significa  la multiplicidad de formas en que se expresan las culturas de las sociedades; cuando se manifiesta, se enriquece y transmite el patrimonio cultural de la humanidad mediante distintos modos de creación artística, producción, difusión, distribución y de su disfrute por las diversas generaciones que habitan el planeta.

Para la UNESCO la diversidad cultural siempre ha estado en el núcleo de sus preocupaciones. Por ello, la adopción de la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural confirmó su compromiso a favor de “la fecunda diversidad de las culturas” en un espíritu de diálogo y apertura, tomando en cuenta los riesgos sociales que aparecen al construir una sociedad homogénea y desde una concepción universalista.

Las culturas incluyen las artes y las letras, así como los modos de vida, sistemas de valores, tradiciones y creencias, por lo que la protección y la promoción de su diversidad plantea un reto: defender la capacidad creativa de la cultura a través de la multiplicidad de sus formas materiales e inmateriales y garantizar una convivencia pacífica de los pueblos que las portan.

No es lo mismo hablar de diferencia que de diversidad. Si hablamos de diferencia, tenemos un punto obligado de referencia. Somos diferentes en algo específico. A veces, este punto de referencia queda establecido para todo de acuerdo con los criterios de un grupo determinado. Así, la historia nos dice que las comunidades indígenas de México con frecuencia son evaluadas de acuerdo con las diferencias que tienen respecto a las poblaciones no indígenas.

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Cuando se usa el concepto diversidad, cada persona, cada grupo, cada comunidad necesita hablar de lo que es, de sus obligaciones, costumbres, historias y proyectos, en suma, su identidad. Lo diverso se define en relación consigo mismo y en relación con los otros.

Todos y cada uno de los pueblos indígenas de México son diversos y esa diversidad es la que constituye una fuente de riqueza para todos: ellos tienen propuestas para relacionarse con la naturaleza con respeto; tienen maneras propias de concebir los problemas y de resolverlos, cuentan con una gran variedad de puntos de vista desde donde mirar los problemas del mundo; su vida diaria nos ofrece modelos para establecer relaciones interpersonales y sociales para vivir la reciprocidad, la solidaridad o la relación con los antepasados y los que todavía no nacen.

La nación mexicana tiene una gran diversidad sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. Podemos conocerla, fortalecerla, acrecentarla y enriquecernos con ella. Al relacionarnos con respeto con sus descendientes, se convierten en fuente de originalidad y pluralidad, materia de innovación, creatividad, intercambio y enriquecimiento para todos.

La diversidad cultural es tan necesaria como lo es la diversidad biológica para los organismos vivos, razón por la que constituye un patrimonio común que pertenece a la humanidad y que debe ser reconocido y salvaguardado en beneficio de las generaciones presentes y futuras, ya que también es fuente de desarrollo económico, intelectual, moral y social. Todas las culturas tienen derecho a desarrollarse en condiciones de igualdad.

Atlas de los Pueblos Indígenas de México