La pandemia por COVID-19 reveló la fragilidad de los seres humanos y las profundas desigualdades de género que prevalecen en prácticamente todas las sociedades del mundo.

En este escenario, con el objetivo de reflexionar sobre las soluciones para evitar un retroceso en la agenda de igualdad, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) organizó el webinar “Nuevos pactos, nuevas miradas: hacia un futuro igualitario”, en el que dialogaron Nadine Gasman, presidenta del Inmujeres; la reconocida socióloga española María Ángeles Durán de las Heras, experta en trabajo no remunerado, uso del tiempo, desigualdad y urbanismo; así como las investigadoras Edith Pacheco Gómez Muñoz, del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colmex y Mercedes Pedrero Nieto del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.

Es una realidad que muchas de las desigualdades que enfrentan las mujeres ya existían antes de la pandemia y en el nuevo escenario se pueden profundizar, por  ello, las luchas feministas son más vigentes que nunca, porque “la pandemia vino a abrir diferentes frentes de batalla y por eso las mujeres debemos de luchar y no aceptar un pacto que haga daño a las mujeres […] habrá que pelear por hacer pactos a todos los niveles territoriales. Nuestro mayor enemigo es la resignación”, enfatizó María Ángeles Durán.

Nadine Gasman Zylbermann destacó que el Inmujeres como parte del gobierno de la cuarta transformación, trabaja con las legisladoras y con distintas instancias del Ejecutivo porque “estamos empeñadas en impulsar una política de cuidados, con el fin de que las mujeres tengan más tiempo; en lo que trabajamos es en cómo poner en el centro las respuestas a las necesidades de las mujeres en la nueva normalidad.” Agregó que en México el trabajo no remunerado equivale 23% del PIB, mayor que el de la industria manufacturera y en el marco de un Índice de Bienestar en el país, se hace necesario hablar del tema de cuidados.

En ese sentido, a pregunta expresa respecto a cómo evitar revertir los logros alcanzados en la agenda de género y hacer nuevos pactos, Durán puntualizó: “no tenemos herramientas nuevas, son las mismas de antes: la convicción y la rebeldía, de estar presentes y negociar con las empresas y sus representantes, de hacer nuevos pactos con las iglesias, con los sindicatos, e incluso entre las distintas instituciones del Estado en la que cada una tiene sus prioridades […] porque la tentación va a ser que se hagan cargo gratis las mujeres: ahí está el  papel clave del trabajo ‘no pagado’ para salir adelante en esta crisis”.

Ya lo vemos en los hogares: han tenido que conciliar lo que desde antes no había sido posible conciliar: “Los hogares se han convertido en escuelas, centros de trabajo, clínicas y hospitales”, todo a costa del trabajo no remunerado de las mujeres, destacó Durán.

Nuevos desafíos

Muchos de los indicadores de desigualdad han empeorado con la COVID: la pobreza, la situación de las personas inmigrantes, de las personas que ya estaban enfermas, las que tienen alguna discapacidad, entre otros grupos vulnerables.

La socióloga española destacó que a estos retos se suma el sistema de transporte como uno de los desafíos más grandes en las ciudades, del cual no pueden prescindir sobre todo las mujeres por tener menor acceso al automóvil privado. También todo el sistema de enseñanza no podrá aumentar la cantidad de espacio entre pupitres, “lo que se vislumbra es hacer son turnos, pero si la madre, hermana, tienen un turno incompatible con el de su trabajo, el escenario se complica. No solo madres y padres tienen que ser conciliadores, también los centros de trabajo”, destacó.

Otro tema muy importante es la relación con las personas adultas mayores. Por miedo a que se contagien se ha establecido una separación por generaciones que afecta muchísimo a la disponibilidad de las familias para apoyar en los cuidados, puesto que hay miedo a contagiarles y ponerles en riesgo.

“La organización del espacio-tiempo se nos va a complicar. Hay que buscar alternativas a lo que antes se hacía, sobre todo porque no tenemos ninguna seguridad de cuánto tardaremos en tener una vacuna y si a esa vacuna podrán acceder todo mundo o se reproducirá un esquema de desigualdad. Tenemos que buscar formas de organizarnos que nos permitan luchar sin el coste de vida humanas y destrucción del empleo que estamos viendo”.

La pandemia es una oportunidad para el cambio.

María Ángeles Durán considera que la nueva normalidad pone en el centro la necesidad de impulsar una campaña nacional para la alfabetización digital. “En el mundo que nos viene, si no se es hábil en el tratamiento informático va a significar una pérdida de oportunidades, especialmente para las mujeres”.

Agregó que otra oportunidad está en el voluntariado, factor que en algunos países es una riqueza para reaccionar rápido ante la adversidad. “En caso de venir nuevas oleadas de la pandemia es importante no solo contar con los recursos institucionales sino con los recursos de la generosidad y la solidaridad”. También se refirió al papel clave de los medios de comunicación para conseguir mayor corresponsabilidad con campañas de cambio de actitud y de imagen, es una oportunidad porque hay hombres, niñas, niños que han comprendido el valor del trabajo de cuidados.

Por su parte, Mercedes Pedrero Nieto coincidió en que hay que reconsiderar la reorganización de toda la sociedad empezando por la familia. Se refirió a que la conciliación es una trampa porque se condena a que arreglen las cosas en el mercado laboral para que las mujeres en su casa sigan haciendo todo el trabajo doméstico, a pesar de la que la división del trabajo fuera del hogar se ha diversificado.

En tanto, Edith Pacheco Gomez Muñoz resaltó que para una normalidad más justa y feminista tendría que cambiar el concepto de lo que es la producción y poner en el centro el cuidado como un elemento importante. La producción no solo es lo que trae dinero si no lo que realmente da existencia a la vida, dijo. Ángeles Durán añadió que el trabajo no remunerado de cuidados tiene que ponerse en la contabilidad nacional, “es imposible hacer políticas públicas sin un presupuesto y ese presupuesto debe tener en cuenta dinero y tiempo no remunerado, de lo contrario no podremos concretar nunca un servicio público”.

“El camino del reparto o del trabajo de cuidados y mover la producción a partir de lo local es apostar a la economía feminista: a una organización más comunitaria de los trabajos y en ese sentido plantear que las mujeres tenemos que luchar más por nuestros derechos, porque sí hay un riesgo de retroceso importante si se retorna a la visión tradicional de mujeres cuidando en sus hogares”, concluyó Edith Pacheco.