Las comunidades marcan la diferencia” es el lema que, en 2019, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), ha establecido para conmemorar el Día Mundial del sida; este día, instaurado a partir de 1998, brinda una oportunidad importante para reconocer el papel fundamental que las comunidades han desempeñado y continúan desempeñando en la respuesta al sida a nivel local, nacional e internacional. 

Según el boletín de CENSIDA [1], emitido en el marco de esta conmemoración, señala que en el mundo existían 37.9 millones de personas viviendo con el VIH, de los cuales 36.2 millones son personas adultas, mientras que 1.7 millones son menores de 15 años.

Asimismo, enfatiza que las metas mundiales y regionales para el 2020, respecto al continuo de la atención del VIH son:

  • El 90% de las personas viviendo con VIH conozca su estado serológico respecto al VIH.
  • El 90% de las personas diagnosticadas con VIH reciban terapia antirretrovírica continua.
  • El 90% de las personas que reciben terapia antirretrovírica logren la supresión viral.

Sin embargo, para el caso de las mujeres se complica lograr el continuo de la atención por varias razones, entre la principal se encuentran las condiciones estructurales de desigualdad en el ámbito económico y social que no permiten que las mujeres lleguen a las instituciones de salud de manera pronta, por el contrario, llegan con un diagnóstico tardío que disminuye en el mejoramiento de su salud.

De acuerdo con datos del CENSIDA (2017):

•    1 de cada 5 personas que viven con VIH en México es mujer.

•    Los 5 estados con mayor proporción mujeres son: Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Chiapas y Tabasco.

•    60% de las mujeres que viven con VIH toman antirretrovirales.

El mismo boletín de Censida señala que cada semana alrededor de 6 mil mujeres jóvenes, de 15 a 24 años, adquieren la infección.

Es decir, colocar el énfasis en las mujeres adolescentes y jóvenes debe ser un eje principal en las acciones del Gobierno de México, toda vez que esta población es un agente de cambio que permitirá revolucionar los estatus de las mujeres adultas, pero también de la sociedad en general.

Por ello, es fundamental la coordinación intersectorial e interinstitucional para garantizar acciones dirigidas a mujeres en todo el ciclo de vida que permita que tengan acceso a una educación integral en sexualidad, acceso a la prueba de VIH en todos los servicios de salud, acceso oportuno al tratamiento antirretroviral y, sobre todo, el ejercicio pleno de sus derechos.

En ese contexto, tanto en el Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2019-2024, cuya construcción está a cargo del INMUJERES, así como en el Programa de Acción Específico de VIH e Infecciones de Transmisión Sexual 2019-2024, el cual también contó con la participación de Instituto Nacional de las Mujeres, se prevén acciones dirigidas a cerrar las brechas de desigualdad de género que colocan a las mujeres en situación de especial vulnerabilidad.

La prevención del VIH, con perspectiva de género, en las mujeres adolescentes y jóvenes es tarea clave en la garantía de su derecho a la salud, punto nodal para cerrar las brechas de desigualdad de género y abonar a la justicia social.