Los derechos humanos, como un concepto propio de la mo- dernidad, tienen entre sus objetivos que todas las personas cuenten con oportunidades para determinar su proyecto de vida en libertad, con base a su visión de perfección humana. La democracia es la forma de gobierno que centra su actuar en la protección de la persona y de sus libertades. Por ello, los derechos humanos y la democracia se encuentran intrínsecamente vinculados. Uno de los mayores desafíos para la consolidación de las instituciones democráticas es robustecer la perspectiva de género en los más altos niveles de liderazgo.

Lograr la igualdad de derechos de las mujeres implica repensar las relaciones entre los géneros. La discriminación hacia las mujeres no siempre es evidente y se da en formas veladas. En consecuencia, se requiere de un análisis profundo de diversas prácticas y políticas consuetudinarias.

Los datos obtenidos por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en la última encuesta rela- cionada con este tema (en el 2011), determinan que 63 de cada 100 mujeres, desde la edad de 15 años, han experimentado, al menos, un acto de violencia de cualquier tipo, incluyendo la discriminación laboral, entendida como un impedimento para que ocupen o permanezcan en un empleo remunerado.

El techo de cristal es un fenómeno que limita el ejercicio de los derechos de las mujeres en su ascenso profesional. Esta teoría parte de la consideración de que existe un techo invisible en la carrera profesional de las mujeres que les impide avanzar hacia niveles mayores de autoridad y de responsabilidad; y por tanto, identifica un freno en el ascenso de la carrera profesional vinculado con la discriminación estructural de las mujeres.

La perspectiva de género es un proceso que se construye todos los días. Aún es poco frecuente que mujeres ocupen los cargos de alto nivel de decisión.

Las mujeres son un factor decisivo para el crecimiento económico y la capacidad de generar soluciones a nivel institucional.

Romper el techo de cristal es un proceso que requiere de la participación de todos, desde los distintos ámbitos para repensar los mecanimos idóneos para el em- poderamiento de la mujer.

Para este fin, es fundamental la formación altamente especializada de las mujeres, la prevención de la discriminación y la violencia de género, y de la sobrecarga del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, los cuales, condicionan negativamente la actividad profesional de las mujeres en todos los ambientes.

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Fuente: Suplemento TODAS agosto 2017.

Opinión de Álvaro Augusto Pérez Juárez, Magistrado Presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura, CDMX.