El ser humano, desde su concepción, se enfrenta a experiencias que le permiten aprender para desarrollarse de una mejor manera ante el mundo que le rodea. Aprender es un proceso que inicia en el vientre de la madre, con los primeros estímulos que recibe del mundo exterior; al nacer niño o niña dependiente de su entorno familiar, padre, madre o quien va a cuidar de su crecimiento, marcará su personalidad.

La estimulación temprana juega un papel muy importante en los primeros años de vida, porque en esta etapa se desarrollan y maduran capacidades esenciales en las áreas del lenguaje, la sensorial, la física y la psicológica, proceso que podría iniciarse desde los 45 días después del nacimiento.

En México en los últimos años, se puso en marcha La Agenda de la Infancia y la Adolescencia, fundamentada en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 y en la Ley General de los Derechos de Niñas y Niños y Adolescentes que, especialmente en su artículo cuarto dice: “Para los efectos de esta Ley, se entenderá por: Acciones Afirmativas, Acciones de carácter temporal, de políticas y prácticas de índole legislativa, administrativa y jurisdiccional que son correctivas, compensatorias y de promoción, encaminadas a acelerar la igualdad sustantiva entre niñas, niños y adolescentes”.

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