En la búsqueda por generar ingresos en las comunidades rurales marginadas y enriquecer las actividades productivas tradicionales, expertos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) proyectan el potencial de la planta Jatropha curcas en la alimentación de animales y obtención de biodiesel.

El investigador del Campo Experimental Santiago Ixcuintla del Instituto, en Nayarit, Dr. Filiberto Herrera Cedano, explicó que luego de la primera colecta nacional de materiales nativos para identificar la planta tóxica y no tóxica, se encontró que los genotipos de Jatropha “Sinaloa”, “Morelos”, Puebla” y “Veracruz”, nombradas así por la entidad donde se colectaron y están en forma silvestre, son no tóxicas y tienen elevado rendimiento de grano por hectárea. Además de las pruebas en laboratorio para conocer su toxicidad, los animales silvestres colaboran en su identificación, ya que al pie de los árboles se encuentran semillas llenas cuando es tóxica, mientras que en aquellos árboles de variedades no tóxicas se localizan solo las cascarillas con el grano consumido.

Dijo que, para generar el paquete tecnológico adecuado para el noroeste de México, en estos materiales evaluaron la calidad de aceite para biodiesel, comportamiento en diversas modalidades de riego, densidades de la planta, distancias entre surcos y entre plantas, altura del corte de las podas y fertilización.    

Sobre el proceso el Dr. Herrera mencionó que la planta tarda de tres a cuatro meses en crecer para estar lista para el trasplante a suelo. La semilla se trabaja en viveros aislados para evitar plagas como el piojo harinoso, chapulines trozadores de hojas, trips –insectos- y gusano falso medidor con mallas antiáfidos –barrera de polietileno que protege los invernaderos-, después se pasa a bolsas y cuando tiene de 30 a 40 centímetros de altura se lleva a suelo para su desarrollo.

El INIFAP participó en un proyecto del Fondo Institucional de Fomento Regional para el Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación (FORDECyT) para establecer 50 hectáreas de Jatropha curca en el Sitio Experimental el Verdineño, en Nayarit, de las cuales, 14 fueron en condiciones de riego, 20 de temporal y el resto en riego de auxilio. Trabajo con el que se conoció que la irrigación interviene para la primera producción, misma que puede ir de un año a 16 meses. Además, con FORDECyT también se implantaron 50 hectáreas en el sur de Sonora; 50 en el norte, 50 en el centro y 50 en el sur de Sinaloa, haciendo un total de 250 hectárea establecidas en el noroeste de México.

La cascarilla del fruto de la Jatropha curca se usa para composta; y con la cascarilla de la semilla se hacen pellets energéticos que se utiliza para chimeneas en Europa, disminuyendo la presión sobre el bosque por conseguir leña. Añadió que, al extraer el aceite de la semilla comprimida para biodiesel, se produce glicerina para uso farmacéutico, y que la pasta contiene 40 por ciento de proteínas que sirve para alimentar codorniz, borregos, bovinos, camarón y tilapia, sustituyendo la soya en la dieta y formando una cadena agroindustrial rural.

En la actualidad, el INIFAP trabaja en el Desarrollo de la cadena agroindustrial de Jatropha curcas para las comunidades marginadas del noroeste de México, con el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), el Consejo para el Desarrollo Económico de Sinaloa (CODESIN) y el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C. (CIAD) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).

Si bien, se trata de un proyecto piloto, el aprovechamiento de la Jatropha curca genera 425 jornales por hectárea al año, desde el cultivo y procesamiento, hasta los coproductos. Es una planta originaria que se localiza desde el Sur de Estados Unidos hasta Ecuador en suelos pobres, pedregosos y de poca fertilidad, que para producir más frutos requiere de una poda de 40 centímetros del suelo.

De acuerdo a información del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS), en el país se reportan 48 especies, de las cuales, siete están bajo resguardo, curcas, cordata, neopauciflora, podagrica, rufescens, rzedowskii y tehuantepecana. Encontrar la productividad de las especies nativas apoyará a las pequeñas comunidades rurales.