Con el objetivo de apoyar a la salud de los suelos, el agua, el ambiente y los seres humanos, el Instituto Nacional de Investigaciones, Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) trabaja desde hace algunos años en la agricultura orgánica con el desarrollo de tecnologías para los alimentos principales de la dieta de los mexicanos, entre ellos el jitomate con un sistema a partir de plántulas. Con la implementación de la tecnología se puede obtener más del 97 por ciento de sobrevivencia de plántulas, de acuerdo con los resultados experimentales y de validación.

Para sembrar y producir jitomate orgánico, especialista en la materia obtienen plántulas vigorosas cultivadas con insumos y un manejo no agresivo a los seres humanos y al medio ambiente. Para la producción de este tipo de plántulas se requiere una estructura de tubos de aproximadamente 2.5 metros de alto, con paredes laterales de malla antiáfido y techo de plástico blanco lechoso, con 30 por ciento de interceptación lumínica.  El área depende de la cantidad de plántulas que se quiera producir. La entrada debe contar con una exclusa y tapete sanitario, pero si esto no es posible, la exclusa puede ser reemplazada por cortinas de malla antiáfido que arrastren en el suelo y que tapen la puerta de entrada. Dentro de la estructura debe haber mesas de tubos de 70 centímetros de alto, 66 centímetros de ancho y un largo variable. Entre cada mesa y entre la pared debe haber un pasillo de al menos un metro de ancho.

Para la siembra se utilizan charolas de poliestireno de 200 cavidades (66 centímetros de largo por 33 centímetros de ancho) las cuales deben estar limpias y desinfectadas. Las cavidades se llenan con una mezcla de turba (peat moss), agrolita y vermiculita, la cual se compra con el nombre de Berger BM2 o Sunshine Mix No. 3. El relleno debe estar compacto para lo cual las charolas, una vez llenas con la mezcla, se levantan con las dos manos y se golpean suavemente sobre la superficie de trabajo en tres ocasiones. Enseguida se forman los orificios de siembra en el sustrato, aproximadamente a la profundidad de un centímetro, en los que se deposita una semilla de jitomate, la cual se cubre con sustrato y se aplica un riego a saturación, con una bomba aspersora de mochila, procurando asperjar el agua limpia a baja presión. Las charolas se llevan a un cuarto oscuro donde se estiban hasta ocho charolas, cubriendo la superior con papel estraza húmedo. Allí permanecen hasta que la semilla germina, lo cual sucede entre 60 y 70 horas. En este momento las charolas se llevan a la estructura y se colocan sobre las mesas dejando un espacio entre ellas de 15 a 20 centímetros. En este lugar se mantienen hasta que tienen cinco hojas verdaderas (aproximadamente a los 21 ó 29 días)

Los primeros 10 días se riega con agua potable y con pH neutro, en dosis de un litro por charola de 200 cavidades, recomiendan los investigadores. Después del décimo día, se riega con solución nutritiva, la cual está compuesta de poliorgan, potasio, fósforo, ferredoencima y calcio.  Los riegos se aplican con una aspersora manual de mochila. Para promover el vigor y sanidad de la plántula, se debe aplicar en el riego, cada tercer día, una mezcla de Bacillus subtilis, Pseudomonas fluorescens, Azospirillum brazilense y Trichoderma harzianum en dosis de cinco mililitros por litro de agua a una concentración de 109 UFC por mililitro de agua., aseguran.

En el Campo Experimental Zacatepec la tecnología implementada en otras hortalizas se ha perfeccionado con buenos resultados, por lo que se ha capacitado directamente a los productores de la región y otras partes del territorio nacional para adoptar técnicas sustentables y amigables con el ambiente.

Para más detalles, consulta la siguiente liga https://vun.inifap.gob.mx/BibliotecaWeb/_Content?/=14397.