En la búsqueda por crear nuevas fuentes de energía renovable como biodiesel y bioetanol a partir de especies agrícolas, se encuentra el uso del aceite de higuerilla (Risinus Communis), que es una planta oleaginosa cultivada principalmente en regiones semiáridas, pero dada su capacidad de adaptación, puede crecer prácticamente en cualquier zona con clima tropical o subtropical; crece de forma silvestre en los bordes de los caminos, de las quebradas y de los ríos, en solares y en huertas.

El Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícola y Pecuarias (INIFAP) cuenta con colectas de esta semilla en los estados de Jalisco, Chiapas, Guanajuato, Veracruz, Oaxaca y Michoacán, y ha desarrollado diferentes tecnologías para atender las necesidades de la industria agrícola y automotriz.

Debido a su composición química, el aceite que se extrae de la higuerilla es el único en la naturaleza que es soluble en alcohol, asimismo, al conservar su densidad y viscosidad al exponerse a bajas temperaturas sin congelarse, es posible su implementación en la industria energética.

La producción de biocombustible resultado de la extracción del aceite de higuerilla, justifica la necesidad de reemplazar el uso de combustibles fósiles, debido al agotamiento de los mismos, así como a los efectos negativos que estos ocasionan, como el cambio climático y la contaminación ambiental, que a su vez ocasionan sequías, deshielo de los polos, inundaciones, emisiones de gases de efecto invernadero e incremento en los costos de combustibles derivados del petróleo.

Además de ser energías renovables más eficientes y limpias, tanto el biodiesel como bioetanol, son combustibles que, comparados con los combustibles derivados del petróleo y gracias a su alto poder energético, reducen las emisiones contaminantes en los motores tradicionales de combustión.