En Sinaloa sobresalen a nivel nacional cultivos hortícolas como el chile Capsicum annum L., un alimento base en la dieta de los mexicanos, de importancia económica que genera empleos y divisas, por lo que se busca atender y atacar el problema de plagas, y enfermedades para continuar con éxito su explotación comercial.   

El Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) desde hace años pone a disposición información y medidas de control para el picudo del chile Anthonomus eugenii Cano -conocido también como o barrenillo- el insecto más destructivo del chile.

El picudo deposita hasta 350 huevecillos; la oviposición la realiza en los botones florales y frutos tiernos; de tres a cinco días eclosionan y se transforman en larvas que se alimentarán del fruto y de semillas tiernas; después de pasar por el estado de pupa se transforman en adultos y se alimentan de hojas y botones florales. Las plantas hospederas aparte del chile cultivado en mayor proporción son, el chile piquín, chile del monte o chiltepín y tomate de cáscara en los que desarrolla su ciclo de vida completo, y se refugia y alimenta como adulto de jitomate y papa.

Algunas recomendaciones que realizan investigadores del INIFAP incluyen las fechas de siembra adecuadas, algunas tácticas de manejo como el establecimiento de trampas con feromona instaladas por la periferia del cultivo para conocer su arribo, distribución y comportamiento, el muestreo directo, para la captura y destrucción de adultos y frutos infestados, al menos dos veces por  semana; evaluación de la efectividad de insecticidas y monitoreo de resistencia a insecticidas y un manejo preventivo de la resistencia, mediante la rotación de plaguicidas de acuerdo al modo de acción y sitio de acción. Rastreo oportuno de la soca y el establecimiento de una ventana libre del cultivo hospedero principal.

Se advierte además que únicamente con el cinco por ciento de botones dañados o al encontrar un adulto en 200 terminales inspeccionadas, deberá realizarse el uso de plaguicidas. La literatura advierte que el uso excesivo de insecticidas selecciona la resistencia de la plaga, lo que ocasiona costos de producción altos, contamina el ambiente (flora, fauna, suelo y cultivos) y afecta organismos no blanco de control.

Investigadores sugieren recolectar los frutos infestados semanalmente y enterrarlos o hervirlos en agua para matar las larvas; establecer plantas de maíz intercaladas dentro del cultivo del chile o en franjas, o de otras especies atractivas que sirvan de alimento temporal para enemigos naturales, como algunas plantas de floración llamativa, como cilantro.

El manejo de la plaga, para obtener mejores resultados, debe ser a escala regional, para ello es necesario conformar una campaña de manejo integrado que este conformado por un grupo de seguimiento (autoridades de Agricultura y otras dependencias, asesores técnicos de capacidad probada, académicos e investigadores, y personal operativo); la campaña debe ser impulsada principalmente por los productores agrícolas, y con el apoyo de especialistas del INIFAP.

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Frutos dañados por A. eugenii y sanos