El establecimiento de módulos agroforestales en los diferentes ecosistemas de México es una estrategia sustentable que contribuye a mitigar la inseguridad alimentaria de su población, así como la pérdida de biodiversidad. La primera se logra con una producción agropecuaria diversificada, en tiempo y espacio, contribuyendo con una dieta balanceada al incorporar alimentos saludables a la misma. Además, apoyan a la conservación de la biodiversidad ya que mejoran la fertilidad del suelo con el uso de prácticas como la no quema, labranza mínima o cero labranza, manejo de árboles en regeneración natural y en la disminución en el uso de agroquímicos; asimismo, representan una oportunidad para incrementar las reservas de carbono, rehabilitar zonas degradadas y en general, mitigar el cambio climático.

Sin embargo, para lograr que el establecimiento de estos sistemas de producción tenga éxito, es necesario que, antes de ello se realice un diagnóstico socioeconómico participativo en el que, además de los datos que se puedan obtener de los estadísticos oficiales, se tenga la participación de los productores que se beneficiarán de estos módulos, lo que permitirá identificar los cultivos de interés, las características socioeconómicas de la población objetivo, los cambios significativos en el pasado de la comunidad que pudieran tener influencia en los eventos y actitudes del presente, o que pudieran ser detonantes de la aceptación o rechazo de los diferentes sistemas agroforestales propuestos. De tal forma que la información obtenida a través de un diagnóstico permite interpretar la realidad que se quiere cambiar. Es un punto de partida para diseñar operaciones y corregir acciones que permitan enfrentar los problemas cuando se trata de implementar alguna acción o proyecto, en este caso, el establecimiento de módulos agroforestales, ya que brinda información del contexto en el que se desarrollará el estudio.

Al respecto, en cuatro comunidades de México el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) estableció módulos agroforestales, dos en bosque templado y dos en selva húmeda. En ambos ecosistemas se realizaron estos diagnósticos participativos lo que permitió identificar lo siguiente:

De manera general, las comunidades estudiadas presentaron altos grados de marginación y que la actividad de traspatio representa un medio que provee diversos satisfactores a los hogares, además de ingresos complementarios por la venta de productos y subproductos. De ahí la importancia de aprovechar la agrobiodiversidad de cada localidad para que estos esquemas sean un mecanismo de autosuficiencia alimentaria y bienestar social.

En las comunidades del bosque templado, ubicadas en el Estado de Hidalgo, se tuvo como principal actividad la agrícola, en la que, debido a su tradición en la producción de pulque, desde la época de la colonia, se identificó al Agave salmiana (maguey) como uno de los principales cultivos de la región, además de otros como Hordeum vulgare (cebada maltera), Helianthus annuus (girasol), Zea mays (maíz) Phaseolus vulgaris (frijol) y Hordeum vulgare (cebada). Seguida de la ganadera, en la que básicamente se maneja ganado vacuno de doble propósito y producción de borregos para la elaboración de barbacoa, principalmente. También, cuentan con una importante superficie forestal ejidal de la que las comunidades hacen un aprovechamiento sustentable. 

En selva húmeda, en la comunidad ubicada en la península de Yucatán, la principal actividad es la agrícola, seguida de la pecuaria; los principales cultivos identificados fueron maíz de grano blanco, Cucurbita sp. (calabaza chihua) y Capsicum annuum (chile jalapeño), además de pasto palapero que se comercializan principalmente en Cancún. Como actividad pecuaria, principalmente crían aves de traspatio, y realizan la apicultura; siendo todas ellas actividades de autoconsumo, básicamente. Por su parte, en la comunidad de Veracruz (selva húmeda), prevalece la actividad pecuaria sobre la agrícola, en la que sobresale la ganadería de doble propósito. Mientras que el principal cultivo que se produce es el maíz, aunque también frijol y Saccharum officinarum (caña de azúcar), además de pastos forrajeros.

Tres de las comunidades diagnosticadas, las dos del bosque templado y una de la selva húmeda (Veracruz) datan desde la conquista, lo que favorece el arraigo de los campesinos a la tierra y, como consecuencia, la aceptación de actividades productivas que beneficien a la comunidad, incluyendo su seguridad alimentaria y la conservación de sus recursos naturales, a diferencia de lo que ocurre en la segunda comunidad de selva, en donde su fundación data de finales del siglo pasado.

Ante este escenario, en ambos ecosistemas se seleccionaron cinco especies agrícolas anuales, seis forrajeras, un pasto para uso palapero y 13 frutales. En el bosque templado se establecieron módulos orientados hacia la producción de milpa, igualmente de especies forrajeras y otras de interés cultural, económico y alimentario, para el productor. En el de Veracruz, atendiendo a la tradición pecuaria del lugar, se enriqueció un sistema silvopastoril, introduciendo maíz para consumo forrajero. Mientras que en Campeche se dio preferencia a productos de la milpa, además de sorgo para su aprovechamiento forrajero. En la parte forestal, en el bosque templado se aprovecharon las áreas naturales aledañas a los módulos, mientras que en la selva húmeda se establecieron especies para su aprovechamiento comercial, como el caso de Tzlam (madera) y Pimienta (fruto).

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Aixchel Maya Martínez maya.aixchel@inifap.gob.mx

Nelda G. Uzcanga Pérez uzcanga.nelda@inifap.gob.mx