• Subrayan que esta década representa una ventana crítica para abordar las crisis interdependientes de la biodiversidad, la degradación del suelo y el clima, de forma integrada en nuestros países y compartiendo experiencias.

 

  • Comparten que, tal y como indica la ciencia[1], la pérdida creciente de la biodiversidad y la degradación de los ecosistemas que nos sustentan derivadas de prácticas insostenibles, exacerbadas en muchos casos por los impactos del cambio climático, ya son riesgos clave para todas las regiones sin excepción. Y por ello, es fundamental adoptar un enfoque integrado, para detener la pérdida de biodiversidad, la degradación de suelos y el cambio climático, incluyendo en el ámbito del próximo marco global de biodiversidad, así como en el ámbito de la Década de Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas.

 

  • Consideran que el cambio climático es un acelerador de la pérdida de biodiversidad en muchas regiones del mundo, al ser responsable del aumento de la intensidad y la frecuencia de eventos como las sequías, los incendios forestales, las disminuciones en la productividad y la modificación de las áreas de distribución de especies, con consecuencias incluso en la disponibilidad de alimentos.

 

  • Comparten y apoyan que limitar el calentamiento global para asegurar un planeta con un clima habitable debe ir inevitablemente de la mano de la conservación, uso sostenible y recuperación de la biodiversidad, como objetivos que se refuerzan y complementan mutuamente y que son esenciales para proveer de beneficios a toda la sociedad.

 

  • Destacan que Iberoamérica tiene una extraordinaria biodiversidad, que es la que garantiza un constante flujo de servicios ecosistémicos a la sociedad, entre los que se encuentran la regulación climática, la protección de los suelos, la seguridad alimentaria, la protección de nuestra salud, y los valores culturales e identitarios. También desatacan con preocupación la presencia de múltiples puntos calientes de extremada vulnerabilidad en la región.

 

 

 

  • Afirman que la conservación, la recuperación y el uso sostenible de la biodiversidad y la gestión integrada de los ecosistemas, son acciones clave para contribuir a los objetivos del Acuerdo de París, al futuro Marco Global sobre Biodiversidad post2020 y, en definitiva, a la consecución de los ODS de la Agenda 2030, y deben ser priorizados como elementos esenciales para la lucha contra el cambio climático y la reducción del riesgo de los desastres naturales. En este contexto, las soluciones basadas en la naturaleza deben ser concebidas como soluciones trasformadoras que promuevan la resiliencia de los ecosistemas, preservando sus múltiples contribuciones a las sociedades que dependen de ellos.

 

  • Hacen un llamamiento a la necesidad de responder con urgencia a la magnitud del desafío de la pérdida de biodiversidad y de la lucha contra el cambio climático de manera conjunta, y a la importancia de conseguir unos resultados ambiciosos en la COP27 de Sharm el-Sheikh y en la COP15 de Biodiversidad, con objetivos cuantificados y una financiación adecuada, pues ello redundará en un mayor éxito de ambas políticas.

 

  • Considerando que la ciencia indica que será necesario complementar  significativamente los esfuerzos de mitigación a nivel mundial mediante la protección, conservación y restauración de los ecosistemas terrestres, de agua dulce y marinos ricos en carbono, y que debe hacerse teniendo en cuenta su vulnerabilidad y sin detraer los esfuerzos en otros sectores, dan la bienvenida a iniciativas  que promueven las sinergias entre las dos agendas, como la iniciativa de la Presidencia de Egipto de la COP27  Enhancing Nature-based Solutions for Climate Transformation” y  la “High Ambition Coalition for Nature and People”,  y  animan a que el mayor número de países se sumen a las mismas.

 

  • Conscientes de que existe un amplio portafolio de políticas y medidas en la región, ligadas a innovaciones y herramientas, para enfrentar los impactos del cambio climático, así como para promover el uso de la biodiversidad y de los ecosistemas como una palanca para la trasformación social, se comprometen a reforzar, en el marco de la RIOCC, acciones de cooperación que aborden ambos desafíos de manera conjunta, así como a profundizar en el conocimiento de los impactos y la vulnerabilidad al cambio climático de la biodiversidad, de manera que nos permita diseñar e integrar medidas para abordar estos retos de forma integrada en las políticas de planificación y gestión.

 

 

[1]A través de los Informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC en sus siglas en inglés) y de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES en sus siglas en inglés)